El Progreso del Peregrino - John Bunyan.pdf - cristo mi pastor
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santos.<br />
¡Qué jactancia tenía Locuacidad! ¡Con qué orgullo y soberbia se inflaba como un<br />
pavo! ¡Qué presunción tan necia la suya de arrollarlo todo ante sí! Mas apenas Fiel<br />
empezó a hablar de la sinceridad de la religión, de su necesaria influencia en la vida,<br />
cuando, como la luna menguante, fue poco a poco declinando. Esto <strong>mi</strong>smo sucederá al<br />
que no sea sincero en la religión y que no sienta su influencia en el alma.<br />
Así ca<strong>mi</strong>naban hablando de los que habían visto en su viaje, y de esta manera se les<br />
hacía más fácil su ca<strong>mi</strong>no, que de otro modo les hubiera sido muy penoso, porque<br />
entonces precisamente pasaban a través de un desierto.<br />
***<br />
CAPITULO XIII<br />
Evangelista sale otra vez al encuentro de los peregrinos y los prepara para nuevos trabajos.<br />
Entran en la feria Vanidad, y la gente se burla de su vestido, de su lenguaje y de su<br />
conducta. Son perseguidos, y Fiel es entregado a muerte por aquellas gentes.<br />
Apenas nuestros peregrinos hubieron salido de este desierto, Fiel, volviendo sus<br />
ojos atrás, vio venir a uno, a quien reconoció pronto, y dijo a su compañero: —Mira quién<br />
viene allí—. Miró Cristiano, y dijo: —¡Es <strong>mi</strong> buen a<strong>mi</strong>go Evangelista! —Sí—dijo Fiel—, y<br />
mío también, porque él fue quien me enca<strong>mi</strong>nó a la puerta—. En esto llegó a ellos<br />
Evangelista, y los saludó diciendo:<br />
EVANGELISTA. — Paz sea con vosotros, amadísimos, y paz con los que les ayuden.<br />
CRIST. — «Bienvenido, bienvenido, <strong>mi</strong> buen Evangelista; la vista de tu rostro me<br />
recuerda tu antigua bondad y tus incansables esfuerzos por <strong>mi</strong> bien eterno.<br />
FIEL. — Sí, <strong>mi</strong>l veces bienvenido, ¡oh dulce Evangelista! ¡Cuan deseable es tu<br />
compañía para estos pobres peregrinos!<br />
EVANG. — ¿Cómo lo habéis pasado, a<strong>mi</strong>gos míos, desde nuestra última<br />
separación? ¿Qué habéis encontrado y cómo os habéis portado?<br />
Entonces le contaron Cristiano y Fiel cuanto les había sucedido en el ca<strong>mi</strong>no, y<br />
cómo y con cuánta dificultad habían llegado adonde estaban.<br />
—Mucho me alegro—dijo Evangelista—, no de que os hayáis encontrado con<br />
pruebas, sino de que hayáis salido vencedores, y de que, a pesar de vuestras muchas<br />
flaqueras, hayáis seguido en el ca<strong>mi</strong>no hasta el día de hoy. Y me alegro de esto tanto por<br />
vosotros como por mí: yo he sembrado y vosotros habéis recogido, y viene el día cuando<br />
"el que siembra y el que siega gozarán juntos"; esto es, si os mantenéis firmes, "porque a<br />
su tiempo segaréis si no hubiereis desmayado". Delante de vosotros está la corona, y es<br />
incorruptible: "corred de tal manera que la obtengáis". Algunos hay que se ponen en<br />
ca<strong>mi</strong>no para alcanzar esta corona, y después de haber a<strong>del</strong>antado mucho en él, otro se<br />
interpone y se la arrebata. Retened, pues, lo que ya tenéis para que ninguno os quite