El Progreso del Peregrino - John Bunyan.pdf - cristo mi pastor
El Progreso del Peregrino - John Bunyan.pdf - cristo mi pastor
El Progreso del Peregrino - John Bunyan.pdf - cristo mi pastor
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
otra manera era segura <strong>mi</strong> condenación.<br />
CRIST. — ¿Y lo hiciste?<br />
ESPER. — Sí, y rehuía no sólo de <strong>mi</strong>s pecados, sino también de <strong>mi</strong>s compañeros<br />
de pecado, y me ocupaba en pláticas religiosas, como orar, leer, llorar por <strong>mi</strong>s pecados,<br />
hablar la verdad a <strong>mi</strong>s vecinos, etc. Tales cosas hacía y muchas más que sería prolijo y<br />
difícil enumerar.<br />
CRIST. — ¿Y te creías ya bueno con eso?<br />
ESPER. — Sí, por un poco de tiempo; más muy pronto volvía a abrumarme <strong>mi</strong><br />
aflicción, y eso a pesar de todas las reformas.<br />
CRIST. — Pero ¿cómo así, estando reformado?<br />
ESPER. — Varias eran las causas para ello. Yo recordaba palabras como estas:<br />
"todas nuestras justicias son y trapo de inmundicia"; "por las obras de la ley, ninguna una<br />
carne será justificada"; "cuando hubiereis hecho todas estas cosas decid: siervos inútiles<br />
somos", otras muchas por este estilo. Tales palabras me hacían andar así: Si todas <strong>mi</strong>s<br />
justicias son trapos de inmundicia; si por las obras de la ley nadie puede ser justificado y si<br />
cuando lo hayamos hecho todo aún somos inútiles es necedad pensar en llegar al cielo<br />
por la ley. Además, anduve así: Si un hombre adquirió una deuda de <strong>mi</strong>l pesos con un<br />
comerciante, aunque después pague al contado todo lo que lleve, sin embargo, su antigua<br />
deuda queda en pie y sin borrar en el libro, y cualquier día el comerciante podrá<br />
perseguirle por ella y echarle a la cárcel hasta que la pague.<br />
CRIST. — ¿Y cómo aplicaste esto a tu propio caso?<br />
ESPER. — Pensé de la manera siguiente: Por <strong>mi</strong>s pecados he adquirido una gran<br />
deuda con Dios, y <strong>mi</strong> reforma presente no podrá liquidar aquella deuda; así que, aun en<br />
medio de todas <strong>mi</strong>s en<strong>mi</strong>endas, tengo que pensar en el cómo me he de librar de esa<br />
condenación en que incurrí por <strong>mi</strong>s transgresiones anteriores.<br />
CRIST. — Es mucha verdad. Sigue, sigue.<br />
ESPER. — Otra de las cosas que más me sigue molestando desde <strong>mi</strong> reciente<br />
reforma es la siguiente: que si me pongo a exa<strong>mi</strong>nar <strong>mi</strong>nuciosamente aun <strong>mi</strong>s mejores<br />
acciones, siempre puedo ver en ellas pecado, nuevo pecado mezclándose con todo lo<br />
mejor que pueda hacer; de manera que me veo obligado a suponer que, a pesar dé <strong>mi</strong>s<br />
anteriores vanas ideas de mí <strong>mi</strong>smo y de <strong>mi</strong>s deberes, cometo en un día pecado bastante<br />
para hundirme en el infierno, aunque <strong>mi</strong> vida anterior hubiese sido intachable.<br />
CRIST. — ¿Y qué hiciste después de estos pensa<strong>mi</strong>entos?<br />
ESPER. — ¿Qué hice? Yo no sabía qué hacer hasta que abrí <strong>mi</strong> corazón a Fiel,<br />
porque él y yo nos conocíamos mucho, y me dijo que sólo con la justicia de un hombre<br />
que nunca hubiese pecado, yo podía salvarme; ni <strong>mi</strong> propia ni la de todo el mundo era<br />
bastante para ello.<br />
CRIST. — ¿Y te pareció eso verdad?<br />
ESPER. — Si me lo hubiera dicho cuando estaba tan contento y satisfecho de <strong>mi</strong>s<br />
propias reformas, le hubiera llamado necio; pero ahora que veo <strong>mi</strong> propia debilidad y el<br />
pecado mezclado en <strong>mi</strong>s mejores acciones, me he visto obligado a ser de su opinión.<br />
CRIST. — Pero cuando él te hizo por primera vez esta indicación, ¿te parecía<br />
posible encontrar un hombre tal, de quien se pudiera decir que nunca había pecado?