10.05.2013 Views

El Progreso del Peregrino - John Bunyan.pdf - cristo mi pastor

El Progreso del Peregrino - John Bunyan.pdf - cristo mi pastor

El Progreso del Peregrino - John Bunyan.pdf - cristo mi pastor

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

defender más a su Maestro que todos los otros; pero, ¿quién tan hu<strong>mi</strong>llado y corrido por<br />

estos bribones, como él? Cuando, pues, oímos de la ocurrencia de tales latrocinios en el<br />

ca<strong>mi</strong>no real, nos conviene hacer dos cosas:<br />

Salir armados y no olvidar el escudo, porque, por falta de éste, aquél que atacó tan<br />

impávidamente al Leviathan, no (pudo rendirle, porque, cuando nos ve sin escudo, no nos<br />

tiene ningún <strong>mi</strong>edo. <strong>El</strong> que tenía más habilidad que todos ha dicho: "Sobre todo, tomad el<br />

escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego <strong>del</strong> maligno".<br />

Bueno es también que pidamos al Rey una guardia; más aún: que él <strong>mi</strong>smo nos<br />

acompañe. Eso hizo a David estar tan alegre, aun cuando se encontraba en el valle de la<br />

Sombra-de-muerte. Y Moisés prefería morir antes que dar un paso más sin su Dios. ¡Oh,<br />

hermano mío! Con sólo que nos acompañe, ¿qué hemos de temer de diez <strong>mi</strong>l que se<br />

opongan contra nosotros?. Pero sin él los soberbios caerán entre los muertos.<br />

Yo, por <strong>mi</strong> parte, he estado en la pelea antes de ahora; y aunque por la bondad de<br />

Aquél que es el sumo bien, todavía, como ves, estoy vivo; sin embargo, no puedo<br />

vanagloriarme de <strong>mi</strong> valor. Me alegraré mucho de no tener que pasar por tales<br />

encuentros, aunque me temo que todavía no estamos fuera de todo peligro. Sin embargo,<br />

puesto que ni el león ni el oso me han devorado hasta ahora, espero en Dios que nos libre<br />

de cualquier filisteo incircunciso que venga detrás.<br />

En estas pláticas pasaban su ca<strong>mi</strong>no, e Ignorancia detrás de ellos, hasta que<br />

llegaron a un punto adonde confluía otro ca<strong>mi</strong>no que parecía continuar tan directo como<br />

el que ellos llevaban, y no sabían cuál de ambos elegir, que los dos les parecían<br />

igualmente derechos. Por tanto se detuvieron para pensar lo que habían de hacer, a<br />

tiempo que se reunió con ellos un hombre que tenía su carne muy negra, pero cubierta de<br />

un vestido muy claro, les preguntó por qué se detenían allí. —Buscamos—respondieron—<br />

la Ciudad Celestial; pero no sabemos cuál de dos ca<strong>mi</strong>nos escoger. —Seguidme—dijo el<br />

hombre—; allá me dirijo yo también—. Siguiéronle, pues, por el ca<strong>mi</strong>no nuevo, pero éste,<br />

gradualmente, se iba torciendo, y hacía volver las espaldas a la ciudad a que deseaban<br />

llegar, de tal modo, que pronto vieron que se alejaban de ella sin embargo continuaron<br />

andando.<br />

No había pasado mucho tiempo cuando, sin apercibirlo ellos, el hombre los enredó<br />

en una red tal, que no sabían cómo salir; al <strong>mi</strong>smo tiempo, caía la ropa blanca de espaldas<br />

<strong>del</strong> hombre negro. Entonces se apercibieron de en dónde estaban, y dieron a llorar por<br />

algún rato, que no podían librarse.<br />

CRIST. — Ahora veo que hemos caído en un error. ¿No nos aconsejaron los<br />

Pastores que nos guardáramos <strong>del</strong> adulador? Según el dicho <strong>del</strong> Sabio, hemos<br />

experimentado hoy que el hombre que lisonjea a su prójimo red tiende <strong>del</strong>ante de sus<br />

pasos.<br />

ESPER. — También nos dieron una nota de las direcciones <strong>del</strong> ca<strong>mi</strong>no, para que<br />

pudiéramos estar seguros de estar seguros de acertar con él; pero también nos hemos<br />

olvidado de leerla, y por eso no nos hemos preservado de las vías <strong>del</strong> Destructor. Así<br />

estaban los pobres presos en la red, cuando, por fin descubrieron a uno de los<br />

Resplandecientes, que venía a ellos con un látigo de pequeñas cuerdas en su mano.<br />

Cuando hubo llegado a ellos, les preguntó de dónde venían y qué hacían allí. Dijéronle

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!