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EXCLUSION ESCOLAR E IDENTIDAD DE JOVENES EN ... - Univates

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IV <strong>EN</strong>CONTRO IBERO-AMERICANO <strong>DE</strong> COLETIVOS <strong>ESCOLAR</strong>ES E RE<strong>DE</strong>S <strong>DE</strong> PROFESSORES QUE FAZEM INVESTIGAÇÃO NA SUA ESCOLA<br />

<strong>EXCLUSION</strong> <strong>ESCOLAR</strong> E <strong>I<strong>DE</strong>NTIDAD</strong> <strong>DE</strong> <strong>JOV<strong>EN</strong>ES</strong> <strong>EN</strong> CONTEXTOS <strong>DE</strong> POBREZA URBANA.<br />

Introducción<br />

IMPLICACIONES EDUCATIVAS<br />

Elsa Espinoza<br />

Esta investigación surge del proyecto de investigación “Niños, niñas y jóvenes fuera del<br />

sistema escolar”, inscrito en la línea de investigación “Dinámicas psicosociales y ambientes de<br />

aprendizaje” del Núcleo de Postgrado Caracas del Decanato de Postgrado de la USR.<br />

Investigaciones y estudios precedentes: Bronfenmajer y Casanova (1986), Esté (1990),<br />

Venegas (1996), Moreno (1997), Jaimes, González, y otros; (1998) consideraron que la<br />

desescolaridad resulta en algo más que del análisis de la disminución de las tasas de escolaridad, del<br />

aumento de los índices de repitencia, deserción y de la inasistencia a la escuela.<br />

Según Bronfenmajer y Casanova (1986), la escuela consolida desigualdades, lo cual<br />

favorece a una determinada cultura, condena al fracaso a aquella que se aleja del “ethos” dominante.<br />

La escuela está muy lejos de la cultura del contexto y en su acción está excluyendo, aislando al<br />

sujeto de su entorno, del tejido social.<br />

En el mismo orden de ideas, Esté (1990) y Moreno (1997) señalan que la escuela tal como se<br />

presenta crea una distancia con el sujeto que está inmerso en otro mundo social y cultural. Para<br />

estos autores, la desescolaridad estaría dada por la “negación” del mundo de vida de los sujetos a<br />

quienes se pretende educar, lo cual los convierte en niños y jóvenes carentes, reforzando así la<br />

desescolaridad.<br />

La exclusión pasa a ser una “condición social” cuyos actores han sido “desplazados” tanto<br />

del sistema escolar como del trabajo. De allí que las perspectivas de atención a la “juventud en<br />

riesgo”, deben orientarse a investigar las opciones y limitaciones que presenta este sector de la<br />

población.<br />

El presente estudio investigativo tuvo como propósito indagar acerca de la identidad<br />

manifestada por cuatro jóvenes desescolarizados en la narración de sus historias de vida.<br />

Identidad y exclusion escolar<br />

La identidad se configura a lo largo de la vida y está ligada al proceso de construcción del si<br />

mismo desde el reconocimiento que los otros hacen. Constituye una referencia básica presente en<br />

cada sujeto, al evaluarse a sí mismo en su relación con otros, “es un estar reconociéndose y siendo<br />

reconocido”. Esta visión de si mismo, relacionada con la desescolarización, cobra gran importancia<br />

en los estudios sobre exclusión escolar, como posible causa de abandono de la escuela. De este<br />

modo, la “desvalorización de los estudios”, señalada por los propios jóvenes en la investigación de<br />

Bruni Celli (1998), puede esconder o enmascarar la desvalorización de sí mismo a partir de la<br />

experiencia adversa vivida en el medio escolar.<br />

En opinión de la psicología clásica, representada por autores como Mussen, Conger y Kagan<br />

(1971) y Erickson (1968), los cambios psicológicos que tienen lugar durante la “adolescencia”,


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definen la complejidad y vulnerabilidad de esta etapa “de transición”, caracterizada entre otros<br />

aspectos por la necesidad de fortalecer el yo y de conquistar autonomía.<br />

Desde otra perspectiva, se considera la visión de Levinas (1970), Gadamer (1977) y<br />

Hoppenhayn (1997) quienes se oponen al concepto de identidad tal como lo asume el “yo<br />

identitario” por el planteamiento de un si mismo como experiencia de si que se constituye en<br />

relación y desde la relación con otros, hacia la aceptación de la otredad y el reconocimiento de la<br />

diferencia.<br />

Se considera al sujeto, desde esta postura, en transformación continua con experiencias en<br />

construcción permanente y cuyas prácticas sociales son dialogales.<br />

La identidad, en este sentido, se constituye y reconstituye en redes de relaciones sociales<br />

mediante las cuales los sujetos se confrontan permanentemente en encuentros y desencuentros y en<br />

actividades de discusión y reflexión. Esta concepción de identidad conduce a la libertad “de ser lo<br />

que se es y de dejar de serlo”; en oposición a la identidad yoica considerada estable y definitiva.<br />

La situación personal de los jóvenes excluidos del sistema escolar, pertenecientes a este<br />

grupo social “en desventaja”, disminuye sus opciones relacionales y atenta contra un<br />

comportamiento que les permita afianzarse en el mundo.<br />

Intentar conocer su situación sin “tipificarlos”, conduce a un estudio de otra naturaleza; a un<br />

punto de partida desde la propia vida, desde las percepciones sobre sí mismo y sobre lo que otros<br />

ven del sí mismo; a comprender su identidad.<br />

Interrogantes:<br />

¿Qué visión acerca de si mismo posee el joven desescolarizado?<br />

¿Qué consideraciones hacen los otros acerca de él?<br />

¿Qué significado le otorga el joven desescolarizado a su relación con la familia, con sus<br />

pares y con la escuela?<br />

Conceptos de referencia<br />

La Construcción de la Identidad<br />

Simmel (1977) concibe que el sentido de la identidad individual se construye desde la<br />

imagen que se posee desde los otros. El yo se nutre de los otros y recíprocamente el yo contribuye a<br />

forjar las identidades de otros. Este autor antecede a Mead (1938) para quien el self o personalidad<br />

está compuesta por el Yo o respuesta interiorizada a las acciones de otros y el Mi o actitudes de los<br />

Otros que uno mismo asume.<br />

Mead (1938) considera al sujeto como un ser social en el que se fusionan lo individual y lo<br />

social. Así surge el concepto de “yo” como interiorización de los procesos sociales. Según este autor<br />

el yo internaliza al otro; es decir, internaliza el modo como los otros lo ven. Ambos son<br />

individualidades que se influyen en la relación pero permanecen como unidad, constituyen una<br />

totalidad, una existencia única.<br />

Desde otra perspectiva, autores como Levinas (1970), Gadamer (1977) y Hoppenhayn<br />

(1997) consideran que existe un si mismo o yo y un otro que interactúan y de cuyo intercambio se<br />

reafirma el si mismo y se reconoce al otro como diferente. El si mismo y el otro se encuentran en un<br />

“espacio interindividual” de intercambio, de diálogo, de interrelación, como expresa Levinas<br />

(1970). En este sentido, El si mismo se hace colectivo, social reconociendo a otros diferentes de si<br />

mismo.


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Los conceptos del “si mismo y del otro”, expresados por los autores citados, establecen una<br />

distinción entre ambos. Cada uno constituye una entidad separada, cada uno posee una identidad<br />

propia; a diferencia del concepto de Mead que encierra un si mismo y un otro conformando un solo<br />

ser.<br />

Ante la noción de que existe un mundo referido a la “conciencia individual” que define a un<br />

sujeto autocontenido, se contrapone la aparición del “otro”, de lo interpersonal que configura un<br />

sujeto social. Para Gadamer (1977), el sujeto como ser social no pre-existe, es un modo de<br />

convivencia es “hacerse cargo de lo que le pasa al otro”. El sujeto es considerado, desde esta<br />

perspectiva, como producto de fuerzas sociales que remiten al otro en intercambio mutuo. La<br />

relación yo-otro genera modos de conocerse distintos desde mundos de vida diferentes, lo cual<br />

implica adoptar formas de convivencia y de coexistencia, resultado de experiencias compartidas.<br />

Según esta otra visión, el si mismo se estructura desde lo que los otros piensan, pero se<br />

mantiene como ser diferenciado; implica conocimiento de si y reconocimiento de los otros. La<br />

comprensión del sí mismo incluye al otro diferente.<br />

Esta construcción teórica estimula otras formas de relación, re-crea hábitos sociales; supone<br />

reflexividad y participación como acción colectiva. La relación se desplaza del ser individual a la<br />

establecida, entre uno y otro. En este sentido, la identidad se traduce en un modo de ser de la<br />

experiencia vivida, la cual impulsa relaciones interpersonales desde el reconocimiento de la otredad,<br />

la diferencia, la diversidad y la “libertad de ser y dejar de ser”, que se configura a lo largo de la vida,<br />

como plantea Hoppenhayn (1997).<br />

Retomando nuestros planteamientos, la identidad se expresa mediante la elaboración de la<br />

conciencia de si mismo y se conforma a partir de los encuentros, intercambios y contrastaciones con<br />

los demás; entre otros.<br />

La identidad hace al sujeto presente entre otros y otorga similitudes y diferencias con otros;<br />

se constituye desde la práctica social, en lo vivido, en una dimensión dialógica, sin pretensiones<br />

unificadoras.<br />

La escuela como institución de la sociedad donde ocurren “tramas y nudos” de relaciones<br />

sociales y culturales, es pertinente a la existencia y fortalecimiento de la identidad, las cuales se<br />

forjan y re-crean a lo largo del ciclo vital. Las identidades se conforman y expresan a través de las<br />

relaciones, de las experiencias de vida y de las prácticas sociales.<br />

El metodo utilizado<br />

Se acudió a la historia de vida como metódica que permite acceder a lo cotidiano, a la<br />

microhistoria y además revela una concepción del mundo de vida en interacción con otro, una forma<br />

de aproximación al otro.<br />

La historia de vida según Ferrarotti (1981), resume la cultura a la cual se pertenece pues el<br />

actor social lleva en si toda la realidad social vivida y en él se particulariza la totalidad social. Dicha<br />

propuesta es seguida por Moreno (1993) quien ratifica que el sujeto es una síntesis de su realidad<br />

social y con su historia acepta la posibilidad de abordar su vida. Igualmente, esta postura es apoyada<br />

por Córdova (1995), quien considera al actor social un ser contextualizado que expresa lo vivido.<br />

Las historias fueron versiones de vida que nos aproximaron al mundo de cuatro jóvenes y a<br />

su identidad, desde la desescolarización, que muestra cómo transcurre esta condición.<br />

Qué hicimos


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Esta investigación pretendió, desde las historias de vida, comprender el sí mismo de los<br />

jóvenes a partir de la positividad y negatividad; igualmente, se ubicó la condición de positividad y<br />

negatividad del otro: representado por la familia, los pares, la escuela y la comunidad.<br />

De este modo, nos acercamos a los sentimientos, ideas, vivencias, actitudes, creencias y<br />

valores referidos a “quién soy, y óomo me siento, cómo me ven y cómo se relacionan conmigo.”<br />

grado.<br />

Los actores<br />

Rony 17 años, expulsado de la escuela en sexto grado y abandonó la escuela .<br />

Miguel 15 años, estudió hasta quinto grado y abandonó la escuela sin terminar el quinto<br />

Enrique 16 años, estudió hasta octavo grado y no lo terminó; abandonó la escuela porque<br />

repitió séptimo y octavo grado.<br />

María Esther 17 años estudió hasta séptimo grado y no lo aprobó; abandonó la escuela.<br />

Las narraciones fueron grabadas con la autorización de sus protagonistas y transcritas en su<br />

totalidad.<br />

Como lo hicimos<br />

El proceso interpretativo hermeneútico buscó captar el sentido de lo que dijeron los jóvenes<br />

que narraban las historias. Se ubicaron las palabras y frases referidas a la identidad de si mismo<br />

positiva y negativa e igualmente se ubicaron las palabras y frases relacionadas con el otro positivo y<br />

negativo.<br />

En el proceso de interpretación de las identidades se consideró el desarrollo personal del si<br />

mismo y el desarrollo social o de relaciones con otros. Ello, por concebir la identidad como la<br />

construcción de la relacionabilidad. De este modo, se aprehendieron las verbalizaciones,<br />

relacionadas con la percepción de sí mismos, de las vivencias y de las características que los definen<br />

como individuos; lo cual se compartió con significados que revelaron el reconocimiento de otros.<br />

¿Qué surgió de la investigación?<br />

La falta de congruencia entre el reconocimiento de si mismos y de los otros, en algunos<br />

casos, se percibió como un “desgarramiento” personal importante, que dejó huellas en su vida, en<br />

sus maneras de abordar el mundo y de relacionarse.<br />

Si mismo positivo<br />

- Predominaron las respuestas que revelaron<br />

- Afecto hacia otros<br />

- Reconocimiento de otros positivos<br />

- Decisión personal para intentar cambios<br />

- Visión de futuro<br />

- Deseos de colaboración y ayuda a otros<br />

Si mismo negativo<br />

- Predominaron las respuestas en las que jóvenes se perciben.


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- Con poca confianza en sí mismos<br />

- Con falta de persistencia<br />

- En estado de tristeza<br />

- Con sentimientos de fracaso<br />

- Detenidos por la existencia de obstáculos difíciles de superar<br />

- Con debilidad para actuar<br />

- Con necesidad de afecto y de apoyo.<br />

- Con maldad, como personas malas<br />

- Como “un loco”<br />

- Como irresponsables<br />

Otros positivos<br />

- Predominaron las respuestas sobre la existencia de otros cuyas conductas:<br />

- Gratifican<br />

- Ayudan<br />

- Apoyan<br />

- Atienden<br />

- Aceptan<br />

- Dan afecto<br />

(Estos otros positivos están representados principalmente por la figura materna como fuente<br />

proveedora y quien manifiesta estas conductas en todos los casos; igualmente están representados<br />

por algunas maestras pertenecientes a un liceo de religiosas, según el relato de una adolescente.)<br />

Otros negativos<br />

- Con predominio de respuestas referidas a<br />

- Maltrato por parte de docentes y, en ocasiones de la madre, a quien no se juzga; mas bien<br />

se le disculpa como alguien que pretende corregir.<br />

- Falta de afecto, abandono, agresión e indiferencia por parte de los docentes<br />

- Falta de afecto y rechazo por parte de la figura paterna<br />

- Maltrato por parte de la familia extendida<br />

- Desconfianza por parte de los otros<br />

- Agresión de la familia<br />

- Expulsión por parte de la escuela de uno de los jóvenes<br />

- Rechazo desde la escuela<br />

- Exclusión de la escuela.<br />

Algunas conclusiones


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Los sujetos fijaron posición sobre si mismos y sobre otros representados por su “grupo de<br />

pertenencia”: familia, pares, escuela, docentes y comunidad.<br />

En la reconstrucción de sus experiencias se entremezclaron la identidad personal y social y<br />

las construcciones afectivas y cognoscitivas. Se siguieron los itinerarios de vida con elaboraciones<br />

acerca de sí mismos y de otros.<br />

Además de lo que significa el estar “fuera de la escuela,” los jóvenes se percibieron también<br />

alejados de sus pares; se vieron y sintieron diferentes, con menos opciones para construir la<br />

convivencia y la participación con otros y aun admitir a otros con sus diferencias.<br />

La identidad como construcción social de relaciones intersubjetivas no se fortaleció en el<br />

medio escolar. Ello también ocurrió por carencias o faltas, por ausencia de figuras de identificación<br />

cuyas palabras, miradas, atenciones o caricias contribuyen a conformar y a definir el proceso<br />

identitario.<br />

La institución escolar, con pocas excepciones, desestimo la relación afectiva a la que se<br />

sumaron las omisiones, fracturas y distorsiones que, en las relaciones, manifiestan las figuras<br />

parentales.<br />

- La vida escolar no parece conectarse con la vida fuera de ella; es más, se soslaya la vida<br />

personal; el sujeto no tiene historia propia, es universal e “intercambiable”; su manera de ser, de<br />

conocer y de expresarse se vuelven ajenos para la escuela.<br />

- La escuela parece no incorporar a aquel que la conforma, tampoco parece considerar sus<br />

vivencias, experiencias y condiciones para que se dé la relacionabilidad.<br />

- La institución escolar pareciera estar distanciada de las necesidades, motivaciones e<br />

intereses de los jóvenes: no comparte sus sueños, ni lo simbólico, ni las representaciones y sus<br />

significados.<br />

- La vida, lo cotidiano y los sentimientos no se incorporan a la práctica escolar. Es más, las<br />

situaciones de rechazo por parte de la escuela, posiblemente han conducido a “quiebres” sobre lo<br />

que los jóvenes perciben y sienten que son.<br />

- La escuela va perfilando así formas de exclusión y desestimando esfuerzos de inclusión.<br />

Comentarios finales<br />

La institución escolar puede muy bien ser un medio para fortalecer la identidad positiva de<br />

los jóvenes, contrastando el carácter negativo del si mismo con la positividad de los otros y aún<br />

asumiendo de manera crítica la identidad negativa y sometiendo a revisión los propios valores,<br />

creencias, actitudes y expectativas.<br />

El mundo escolar genera en los jóvenes imágenes negativas de si mismos al desconocer<br />

modos de vida diferentes y la pluralidad de ideas, tratando de “homogenizar lo heterogéneo,”<br />

reconociéndolos como son.<br />

La escuela puede contribuir a traducir en imágenes positivas las creencias, expectativas y<br />

pensamientos sobre sí mismo que poseen los sujetos, considerando las experiencias de la vida<br />

diaria de las realidades locales de unos y otros.<br />

La institución escolar puede orientarse hacia otras y nuevas formas de relación con los<br />

jóvenes.<br />

El solo hecho de considerar al sujeto que aprende, inseparable de la cultura y de la sociedad,<br />

contribuye a mostrar la naturaleza social del aprendizaje y a “producir” identidad, a funcionar en el<br />

mundo.


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- La construcción y desarrollo de la actividad escolar en función de otros, desde elementos<br />

socioculturales compartidos o no, fortalecen la identidad y el sentido de pertenencia en los jóvenes.<br />

- Es preciso que la escuela estimule con los sujetos la relación cara a cara, adverse,<br />

confronte, comparta, negocie y reflexione en lugar de re-producir conductas o de prescribirlas.<br />

- Las prácticas escolares deben promover el ejercicio de la libertad con condiciones y<br />

oportunidades discutidas, negociadas que permitan “ser de otro modo”.<br />

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Bronfenmajer, Gabriela R. Casanova (1986) La diferencia escolar. Kapeluz. Caracas.<br />

Bruni Celli, Josefina (1998) Juventud, exclusión y sistema educativo. En: Asamblea Nacional de<br />

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Córdova, Víctor (1995) Hacia una sociología de lo vivido. Caracas, Tropykos.<br />

Esté, Arnaldo (1996) Migrantes y Excluidos. Dignidad cohesión, interacción y pertenencia desde la<br />

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Erikson, Erick (1968) Identidad Juventud y Crisis. Buenos Aires, Paidós.<br />

Ferrarotti, Franco (1991) Lo histórico y lo cotidiano. Madrid, Península.<br />

Gadamer, George (1977) Verdad y Método. Salamanca, Sígueme.<br />

González Silva, Humberto (2002) Niños y jóvenes sin escuela construyendo una perspectiva en<br />

Espinoza E. Y T. Marrero. Sin Escuela. Caracas, Comala.com<br />

Hoppenhayn, Martín (1997) Los avatares de la secularización: el sujeto en su vuelo más alto y en su<br />

caída mas violenta. Caracas, Relea N° 2. Cipost. UCV.<br />

Jaimes Jazmín, Gonzáles Humberto y otros (1998) Estudio Cualicuantitativo de la exclusión escolar<br />

en 10 escuelas de Petare. Mimeografiado. Caracas.<br />

Levinas Enmanuel (1970) Totalidad e infinito. Salamanca, Sígueme.<br />

Mead, George (1938) The phylosophy of the act. UCLA, Mimeo.<br />

Mussen, P; Conger, J; Kagan, J. (1971) Desarrollo de la personalidad. México, Trillas.<br />

Moreno, Alejandro (1993) El aro y la trama. Caracas, Texto.<br />

Simmel, Georg (1977) Sociología Estudios sobre las formas de socialización. Madrid, Alianza.<br />

Venegas, Mónica (1996) El significado de la escuela en las familias pobres. Caracas, Tropykos.<br />

UCV.

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