venid a mi
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Instrucción sobre el Hogar y la Fa<strong>mi</strong>lia Lección 2<br />
constante. Muchísimos líderes del mundo actual son como el<br />
camaleón, pues cambian sus matices y sus puntos de vista según la<br />
ocasión, lo cual sólo sirve para confundir a los que trabajan con<br />
ellos y a los que deben seguir sus instrucciones, ya que éstos no<br />
pueden precisar a ciencia cierta qué ca<strong>mi</strong>no están siguiendo. Los<br />
que se apegan al poder a expensas de los principios muchas veces<br />
ter<strong>mi</strong>nan haciendo cualquier cosa con el fin de perpetuar su<br />
poder" (véase "Jesús, el líder perfecto", Liahona, agosto de 1983,<br />
pág. 5).<br />
Vivimos en un mundo que va cambiando aceleradamente. Aun<br />
dentro de la Iglesia se cambian las normas y los procedi<strong>mi</strong>entos<br />
para satisfacer las cambiantes necesidades de los <strong>mi</strong>embros de ella<br />
en todo el mundo. No debemos desmayar. Como en el caso de<br />
Cristo, nuestra fortaleza como líderes se basa en los principios<br />
eternos e inmutables del evangelio, una guía perfecta e infalible<br />
con la cual podemos medir todos los actos.<br />
Jesús delegó responsabilidades<br />
Por motivo de que Jesús apoyaba de todo corazón las leyes del<br />
libre albedrío y de la responsabilidad personal, guió las huestes<br />
celestiales en contra de Lucifer, quien defendía la fuerza y el<br />
ejercer do<strong>mi</strong>nio. Jesús comprendía que sólo podríamos progresar<br />
hacia la divinidad si se nos daba la libertad y la responsabilidad de<br />
gobernar nuestros propios actos. José S<strong>mi</strong>th reiteró ese gran<br />
principio del liderazgo al decir: "Les enseño principios correctos y<br />
ellos se gobiernan a sí <strong>mi</strong>smos" (citado por John Taylor en Mülenial<br />
Star, 15 de noviembre de 1851, pág. 339).<br />
El presidente Spencer W. Kimball señaló que el dar libertad y<br />
responsabilidad a las personas a las que dirigimos es "una de las<br />
más grandes lecciones del liderazgo [de Cristo]". El presidente<br />
Kimball añadió: "Jesús sabía hacer participar a sus discípulos en el<br />
proceso de la vida. Les daba tareas importantes y específicas que<br />
realizar para que progresaran. Otros líderes, al procurar ser<br />
omnicompetentes, han intentado hacerlo todo ellos <strong>mi</strong>smos, con lo<br />
cual poco o nada progresan los demás. Jesús confía en los que le<br />
siguen hasta el punto de compartir su obra con ellos, a fin de que<br />
así progresen... Si hacemos a un lado a las demás personas con el<br />
propósito de realizar una tarea más rápida y eficazmente, es<br />
probable que lo logremos; pero las personas a las cuales dirigimos<br />
no lograrán ese progreso que es tan importante. Puesto que Jesús<br />
es conocedor del gran propósito de esta vida y que se nos ha<br />
puesto en este planeta para trabajar y progresar, el progreso viene<br />
a constituir una de las grandes finalidades de la vida, así como un<br />
medio para lograr ese propósito. Podemos indicar a otras personas<br />
lo que estén haciendo mal y hacerlo de una manera amorosa y<br />
servicial.<br />
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