Boletín Salesiano - Salesianos Venezuela
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Julián Rodríguez, sdb. julian_rodriguez@cantv.net<br />
MARCAN LA PERSONALIDAD<br />
Juanito mio, Dios te va a dar un gran regalo…<br />
lo acontecido, lo refl exione e interprete y, sobre todo, saboree el<br />
testimonio de vida. La recuerda así: “Mi madre estuvo a mi lado.<br />
Durante la cuaresma, me había ayudado a confesarme. “Juanito<br />
mío – me repitió varias veces-, Dios te va a dar un regalo; procura<br />
prepárate bien. Confi ésalo todo, arrepentido de todo, y promete a<br />
nuestro Señor ser mejor en el porvenir”. Todo lo prometí; si después<br />
he sido fi el, Dios lo sabe.<br />
Aquella mañana me acompañó a la sagrada mesa, e hizo conmigo<br />
la preparación y acción de gracias. No quiso que durante aquel<br />
día me ocupase en ningún trabajo material, sino que lo empleara<br />
en leer y rezar. Me repitió muchas veces: “Este es un gran día para<br />
ti. Dios ha tomado posesión de tu corazón. Prométele que harás<br />
cuando puedas, para conservarte bueno hasta el fi n de la vida. En lo<br />
sucesivo, comulga con frecuencia; dilo todo en confesión; sé siempre<br />
obediente; ve, de buen grado, al catecismo y a los sermones;<br />
pero, por amor de Dios, huye como de la peste de los que tienen<br />
malas conversaciones”.<br />
Recordé los avisos de mi madre y procuré ponerlos en práctica,<br />
y me parece que, desde aquel día, hubo alguna mejora en mi vida,<br />
sobre todo en la obediencia y en la sumisión a los demás, que al<br />
principio me costaba mucho”.<br />
Es una narración sin protagonismo, pero sin dejar de decir las<br />
cosas. Y además deja esos espacios en blanco o entre líneas, para<br />
que el lector recuerde su propia experiencia. En el caso de don Bosco,<br />
hay una relación confi dencial y libre con mamá Margarita; se<br />
siente la profundidad del misterio, de lo sagrado; se palpa la fuerza<br />
del testimonio; se descubre el amor misericordioso de Dios; se evidencia<br />
el compromiso a seguir viviendo en el bien.<br />
Cuando está el testimonio, sobran las palabras. Margarita llevó<br />
a Juan a la iglesia para disponerlo a su primera comunión. Ella<br />
misma se confesó e invitó al hijo para que lo hiciera con el temor<br />
que infunde el encuentro con Dios y con el gozo que trae la gracia<br />
del perdón. El texto no dice cómo fue la catequesis que Juan recibió.<br />
Margarita fue su catequista, porque ella misma iba pulsando<br />
los momentos oportunos que cualifi caban la vida de su hijo. ¡Y la<br />
primera comunión era un momento por excelencia!<br />
Prepararse para una experiencia de este calibre, es un proceso<br />
de formación de la conciencia. Y ahí es donde el cincel del educador<br />
es gracia, tacto, respeto, misterio. Es ahí donde las normas<br />
dan espacio y tiempo para que la conciencia ella misma se haga<br />
luz, criterio para la acción, voluntad fi rme de adherir al bien, de ser<br />
transparente y de confi ar en los otros.<br />
Cuando una madre y un hijo experimentan en la relación el afecto<br />
robusto y tolerante, ahí se anuncia la buena noticia de un honesto<br />
ciudadano. Cuando, en el afecto experimentado, madre e hijo se<br />
abren al amor de Dios y de su gracia, ahí se anuncia la certeza de<br />
un buen cristiano. Cuando mamá Margarita acompañó a Juan a la<br />
iglesia para su primera comunión, Margarita reactualizó la suya, se<br />
hizo niña, y el hijo de sus entrañas creció en la gracia de Dios.<br />
Madre e hijo se abren al amor<br />
de Dios y de su gracia<br />
Noviembre - Diciembre<br />
BOLETÍN SALESIANO<br />
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