Boletín Salesiano - Salesianos Venezuela

Cardenal Castillo en el Vaticano
El tiempo se hizo eternidad,
la carrera cedió en la meta
y la luz del Señor lo iluminó para siempre.
El Card.Rosalio Castillo Lara,
salesiano, se fue como cielo al amanecer
del16 de octubre de 2007,
embelleciendo con su vida
la sendas de quienes lo siguen.
Y mientras la rueda de la vida gira,
un arco iris de bondad y paz todo lo
penetra. Los corazones elevan la plegaria,
para que, bajo la protección de
María Auxiliadora, el báculo de la misericordia
derrumbe los torreones de la violencia, del
odio y surjan los manantiales de la vida, de la
fraternidad, de la libertad.
Fiel custodio, fiel pastor
Cardenal
Castillo Lara
Corrían los años sesenta, un grupo de
jóvenes nos reunimos con el superior
provincial para recibir de él la primera
carta de obediencia y así emprender el
maravilloso tiempo de vida salesiana de
tirocinante. Después de hacer entrega de
la carta a cada uno de los seminaristas,
se dirigió a dos de nosotros y de viva voz
nos dijo: “ustedes van a la Agronómica”.
Luego añadió, con una sonrisa y una
palmadita, tan característica de él, sobre
nuestros hombros: “tengo confianza en
ustedes, la Obediencia es difícil, pero
confío en ustedes”.
Ese superior de los salesianos era el
P. Rosalio Castillo Lara. Meses antes,
le había escuchado la propuesta de
“clavar en el corazón de cada barrio, una
“puñalada” a la violencia, a la pobreza,
fundando en cada uno de ellos una
comunidad salesiana. Entendí, en esas
intervenciones, que su mirada iba más
allá del horizonte y que se perdía en realizaciones
posibles, al mismo tiempo que
apostaba por el riesgo, sin miedo, pero
con la extrema confianza en el otro.
Todos confiaron en él. En una mirada
rápida sobre su biografía, aparece
una constante: todos confiaron en él.
Confiar en el sentido de encomendar
cualquier responsabilidad y saber que la
va a realizar, confiar en quien se sabe que
es fiel, leal y que jamás va a traicionar, y
confianza en quien es capaz y hará todo
cuanto esté a su alcance para responder
a esta confianza; confianza que, por otra
parte, es la certeza de seguridad y de esperanza.
Y no quedaron defraudados.
Los salesianos. Siendo muy joven,
el padre Isaías Ojeda, su maestro
por excelencia, le hace la propuesta de
ser salesiano sacerdote; propuesta que
aceptó, asumió y vivió como velero a
velas desplegadas por siempre, como
proyecto de vida, rueda maestra que
orientará y dará sentido y significado a
todo, y dentro de la cual se enmarcan las
otras decisiones. Así viaja a Colombia a
estudiar filosofía, hace tirocinio y estudia
teología.
Es ordenado sacerdote por su tío
monseñor Lucas Guillermo, el 4 de
septiembre de 1949. La alegría de la ordenación
sabía a lágrimas, pues meses
antes había muerto su querido papá. De
esta manera asume la herencia de familia:
ser salesiano sacerdote en la entrega
total por los jóvenes de Venezuela. Y al
mismo tiempo entra en una dinastía de
sacerdotes, Rosalio Rodríguez Castillo,
primo de su papá y sacerdote canónico
de la Catedral de Caracas; su tío Monseñor
Lucas Guillermo Castillo Hernández,
arzobispo de Caracas y primado de
Venezuela, y ahora su sobrino, el padre
Raúl Biord Castillo, Vicario Provincial de
los Salesianos.
Si algo es importante en la vida de la
Iglesia y en la vida de la Congregación
Salesiana es la formación de quienes aspiran
y son aceptados para la vida sacerdotal
y la vida religiosa salesiana. Desde
muy joven, el P. Castillo fue llamado
para desempeñar esta delicada misión
como docente en el Pontifico Ateneo
Salesiano y en la Universidad Pontificia
Salesiana. Fue docente eximio, si bien
mejor le corresponde el calificativo de
“maestro-pastor”, quien orienta, guía,
abre caminos, al mismo tiempo que fortalece,
sostiene y cuida.
Animar, sostener y fortalecer el carisma
salesiano, constituyó una de esas
responsabilidades que ennoblece el “honor
del siervo bueno y fiel”, así sea como
Superior Provincial de los Salesianos en
Venezuela, como miembro del Consejo
General, y luego encargado de la pasto-
Noviembre - Diciembre
BOLETÍN SALESIANO
77