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El velo del destino

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esultado de un órgano enfermo, de una gran conmoción o bien por obsesión. En<br />

cualquier a de estos casos el espíritu fue expulsado <strong>del</strong> cuerpo, estando siempre<br />

flotando a su alrededor y deseoso de volver a tomar posesión, pero incapaz de<br />

hacerlo debido a su falta de mente por medio de la cual pudiera enfocar el<br />

pensamiento sobre el cerebro, o en el caso de obsesión por impedirlo la entidad<br />

extraña.<br />

<strong>El</strong> dolor y el desengaño son causas frecuentes <strong>del</strong> suicidio y también se ha<br />

comprobado que una tristeza grande puede arruinar la mente, pero el espíritu es<br />

entonces capaz de comprender y hacer frente a la situación, aun cuando no sea<br />

capaz de usar sus vehículos debido a la falta <strong>del</strong> foco de la mente. Pero en el caso<br />

en que se ha querido huir de la situación por el suicidio, aprende en la manera<br />

descrita a conocer el valor de un cuerpo y sus eslabones y de este modo en el futuro<br />

no habrá causa suficiente para decidirle a cortar el cordón plateado. En efecto,<br />

algunas veces el dolor viene para tentar a alguna persona que puede muy bien<br />

haber dado ese paso en vidas anteriores y cuando resiste la prueba muestra que ha<br />

quedado inmune de la tentación. Parece ser que obra según el mismo principio por<br />

el cual el borracho de una vida anterior es tentado para beber con objeto de probar<br />

su estabilidad de carácter por su consciente rehuída de la tentación y de ceder a<br />

ella.<br />

Es curioso el que la realización de un suicidio en una vida y el sufrimiento<br />

consiguiente post morten durante el tiempo en el que el arquetipo existe aún, genera<br />

a menudo en tales seres un mórbido miedo a la muerte en la vida próxima, así que<br />

cuando llega este momento en el curso ordinario de la vida posterior parecen<br />

frenéticos después de abandonar el cuerpo y tan ansiosos de retroceder otra vez al<br />

mundo físico que con frecuencia cometen este crimen de obsesión en la más tonta e<br />

increíble forma. Sin embargo, como quiera que no siempre hay sujetos humanos<br />

negativos fáciles a la obsesión (y aún si les hubiera, no es seguro que la persona<br />

que justamente acaba de morir y que está buscando la oportunidad de volver pueda<br />

encontrar uno en quien tomar refugio) una extraña, horrible ocurrencia se produce a<br />

menudo, es decir, que tal espíritu expulsa al real propietario <strong>del</strong> cuerpo de un animal<br />

y entonces anima a este vehículo. Entonces se halla en la horrorosa necesidad de<br />

vivir una existencia animal pura y simple. Si el animal está sujeto a crueldades por<br />

parte de su dueño, el espíritu humano obsesionante sufre como sufriría el espíritu<br />

animal; si el animal es sacrificado para proveer alimento, el hombre dentro de él ve<br />

comprende los preparativos para el sacrificio y se ve obligado a pasar por las<br />

horrorosas experiencias relacionadas con ello. Casos de esta naturaleza no son tan<br />

raros como se podría suponer; al contrario, ocurren muy frecuentemente, como lo ha<br />

comprobado el autor visitando algunos de los mataderos de América <strong>del</strong> Norte. La<br />

comprensión de esto, le ha traído el convencimiento en la forma más dolorosa de la<br />

necesidad que hay de educar al hombre respecto a la gran verdad de que la<br />

"muerte", al igual que el nacimiento, es únicamente un suceso natural, común y<br />

corriente en la vida eterna, sin fin, <strong>del</strong> espíritu inmortal".<br />

Una fe completa en esta doctrina dispersará muchas miserias de la humanidad y<br />

debemos hacer cuanto esté en nuestro poder para contribuir a esparcir este<br />

evangelio de la Vida.<br />

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