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PREPARACIÓN PARA LA ORACIÓN<br />
ORA Y TRABAJA<br />
Pero no nos engañemos; la oración por sí sola no puede hacer esto. A menos que<br />
nuestra vida entera, tanto despiertos como en sueño, sea una oración para la<br />
iluminación y la santificación, nuestras plegarias no alcanzarán nunca la Divina<br />
Presencia para traernos el bautismo de Su Poder. "Ora et labora" a Dios rogando y<br />
con el mazo dando, es un mandato oculto que y todos los aspirantes deben<br />
obedecer o, por el contrario, no realizarán grandes a<strong>del</strong>antos. En ese sentido una<br />
antigua leyenda de San Francisco de Asís corroborará lo que decimos, por la luz que<br />
arroja sobre la vida de un ser consagrado por entero al servicio de Dios.<br />
Un día San Francisco invitó a un joven monje diciéndole: "Ven hermano, vamos a la<br />
ciudad a predicar al pueblo". <strong>El</strong> joven monje aludido aceptó con alegría, gozoso con<br />
la perspectiva de un paseo con el padre bienaventurado, pues conocía el manantial<br />
espiritual que ello representaba. Así pues marcharon a la ciudad, deambulando por<br />
varias calles y callejuelas absortos todo el tiempo en una interesante conversación<br />
espiritual y finalmente encaminaron sus pasos de regreso al monasterio. Entonces,<br />
súbitamente, el lego cayó en la cuenta de que habían estado tan profundamente<br />
enfrascados en su conversación que habían olvidado completamente el objeto de su<br />
ida a la ciudad. Con deferencia hizo notar a San Francisco la omisión, a lo cual éste<br />
respondió: "Hijo mío, mientras estábamos paseando por las calles de la ciudad la<br />
gente se fijó en nosotros; oyendo algunos párrafos de nuestra conversación y<br />
constataron que estábamos hablando <strong>del</strong> amor a Dios y de Su Hijo querido, nuestro<br />
Salvador; notaron nuestras cariñosas expresiones y las palabras de amor y consuelo<br />
para los afligidos que encontrábamos y aun nuestro porte les hablaba el lenguaje de<br />
la religión; así pues, hermano, les hemos estado predicando durante todos los<br />
instantes de nuestra estancia entre ellos y de un modo más efectivo que si les<br />
hubiéramos estado predicando horas y horas en la plaza <strong>del</strong> pueblo". San Francisco<br />
no tenía otro pensamiento sino el de Dios y el hacer el bien en Su nombre, por lo<br />
tanto estaba en gran armonía con la vibración divina, y no debe asombrarnos, pues,<br />
el que cuando orase constituyera un poderoso magneto por la Vida y Luz divinas<br />
que compenetraban todo su ser.<br />
Nosotros, los que estamos ocupados en los trabajos <strong>del</strong> mundo, considerados como<br />
seglares y forzados a hacer cosas que nos parecen sórdidas, pensamos a menudo<br />
que estamos alejados e impedidos por tal razón, pero si "hacemos todas las cosas<br />
como si fueran para el Señor" y somos "cuidadosos para unas cuantas cosas",<br />
veremos que con el tiempo se presentarán tales oportunidades como nunca<br />
hubiéramos soñado. Así como la aguja magnética momentáneamente alejada <strong>del</strong><br />
Norte por una presión externa, vuelve instantánea y ansiosamente a su posición<br />
natural en el momento que se la libra de la presión, así nosotros debemos cultivar tal<br />
anhelo por nuestro Padre, cuyo anhelo hará que se vuelvan instantáneamente<br />
nuestros pensamientos hacia Él, cuando nuestro trabajo cotidiano en el mundo ha<br />
quedado hecho y quedamos en libertad de obrar según nuestro propio impulso.<br />
Debemos cultivar un sentimiento igual al que anima a los jóvenes enamorados<br />
cuando después de una ausencia vuelven a encontrarse y corren a abrazarse en un<br />
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