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SEGUNDA PARTE<br />
LAS ALAS Y LA FUERZA. - LA INVOCACIÓN. -<br />
EL CLÍMAX<br />
Hemos demostrado en la Primera Parte que hay determinadas razones ocultas que<br />
no aconsejan la oración colectiva excepto en especiales circunstancias.<br />
<strong>El</strong> conocimiento de estas dificultades fue lo que indujo a Cristo a prevenir a sus<br />
discípulos para que no dijeran sus plegarias <strong>del</strong>ante de los hombres y para<br />
aconsejarles que cuando necesitasen o quisieran orar se recogieran dentro de sí<br />
mismo. No podemos tener todos un hermoso edificio para nuestras devociones, ni<br />
tampoco lo necesitamos; con harta frecuencia son la pompa y la exhibición las que<br />
hacen que apartemos de Dios nuestros corazones. Pero a todos nosotros nos es<br />
posible dedicar una parte de nuestro cuarto, aunque sea pequeña, para hacer<br />
nuestras oraciones, separarlo con cortinas o con un biombo <strong>del</strong> resto de la<br />
habitación, o bien podemos hacer un departamento y convertirlo en un santuario. No<br />
importa la naturaleza de las paredes que lo circundan; es la separación y la invisible<br />
Casa de Dios lo que nosotros construimos con nuestras oraciones y la gracia divina<br />
que recibimos como respuesta de nuestro Padre lo verdaderamente importante. Se<br />
puede colocar en la pared una imagen de Cristo o el emblema Rosacruz si lo<br />
deseamos, pero no es esencial. <strong>El</strong> Ojo que todo lo Ve es el símbolo preferido por<br />
algunos ocultistas avanzados de nuestra amistad como símbolo <strong>del</strong> Padre. Pero<br />
recordemos las palabras de Cristo: "<strong>El</strong> Padre y Yo somos uno", y así aunque no<br />
tengamos una imagen auténtica de Cristo, podemos utilizar las que como tal<br />
tenemos, puesto que sabemos que nuestros pensamientos no se perderán por falta<br />
de autenticidad. Cristo es el señor de esta era; después, por supuesto, el Padre se<br />
hará cargo de esto; pero hoy por hoy, Cristo es el intercesor de las masas.<br />
Creemos innecesario decir que no importan las dimensiones de nuestro lugar de<br />
oración; todo el departamento o habitación <strong>del</strong> aspirante fiel se halla compenetrado<br />
por una atmósfera de santidad, pues todos los pensamientos que haya generado,<br />
después de haber cumplido religiosamente con sus obligaciones para con el mundo,<br />
provienen <strong>del</strong> Padre celestial, pero el rincón o separación dedicado a santuario<br />
pronto se llenará de vibraciones espirituales superlativas; por lo tanto, cualquier<br />
aspirante que pretende seguir este científico medio de oración debe buscar ante<br />
todo un lugar permanente de residencia, porque si se muda de un sitio a otro sufrirá<br />
una pérdida importante cada vez y tendrá que volver a formarla. <strong>El</strong> templo invisible<br />
que hubo formado y que abandona se desintegra gradualmente cuando la oración<br />
cesa.<br />
LAS ALAS Y LA FUERZA<br />
Es una máxima mística el que "todo desarrollo espiritual empieza con el cuerpo<br />
vital". Este es el inmediato en densidad al cuerpo denso, su nota clave es<br />
"repetición" y es el vehículo de las costumbres y como consecuencia algo difícil de<br />
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