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TERCERA PARTE<br />
EFECTOS DE LA GUERRA SOBRE EL CUERPO DE DESEOS. -<br />
EL CUERPO VITAL AFECTADO POR LAS DETONACIONES<br />
DE LOS GRANDES CAÑONES<br />
En los comienzos de la Gran Guerra las emociones de los habitantes de los países<br />
de Europa eran desesperadamente horribles, primero entre los que llamamos "vivos"<br />
posteriormente entre los muertos -cuando despertaban-. Este despertar requirió<br />
largo tiempo a causa de los enormes cañones usados. Toda la atmósfera de los<br />
países conflagrados hervía en corrientes de odios y rencores, igual que una nube de<br />
un rojo oscuro que pendiese sobre la totalidad de los seres humanos y sobre la<br />
Tierra en conjunto. Aparecieron después las rayas obscuras semejantes a paños<br />
mortuorios que parecen generarse siempre en crisis de súbitos desastres, cuando la<br />
razón no trabaja la desesperación apresa el corazón. Esto ocurría, sin duda, al darse<br />
cuenta los pueblos de que aquella catástrofe era de tal magnitud que no podían<br />
medirla en su intensidad ni en sus consecuencias. Los cuerpos de deseos de la<br />
mayoría giraban a su máxima <strong>velo</strong>cidad en largas ondas de pulsaciones rítmicas que<br />
decían más claramente que las palabras: "¡Matar! ¡Matar! ¡Matar solamente!"<br />
Al encontrarse dos o tres individuos o una multitud y comenzaban a discutir sobre la<br />
guerra, la pulsación rítmica indicaba llevar a cabo el propósito establecido y la<br />
prevención cesaba y los pensamientos y sensaciones de excitación generados por la<br />
discusión tomaban la forma de proyecciones cónicas que rápidamente subían a una<br />
altura de seis u ocho pulgadas hasta que estallaban, emitiendo una especie de<br />
lengua de fuego. Algunos individuos generaban un número de estas estructuras<br />
volcánicas a la vez y otros solamente generaban una o dos al mismo tiempo.<br />
Cuando una de estas burbujas estallaba en un lugar, aparecían otras en alguna otra<br />
parte <strong>del</strong> cuerpo de deseos mientras proseguía la discusión y no era más que la<br />
llama que de ellas emergía la que coloreaba la nube escarlata que se desparramaba<br />
por aquella tierra. Al disgregarse una multitud o separarse algunos amigos después<br />
de una discusión, el burbujeo y las erupciones disminuían y se hacían menos<br />
frecuentes, cesando finalmente para dar de nuevo lugar a las largas pulsaciones<br />
rítmicas más arriba mencionadas.<br />
Estas condiciones son hoy muy raras si es que se ven alguna vez, pues el odio<br />
explosivo hacia el enemigo como se ha indicado es una cosa <strong>del</strong> pasado en lo que<br />
hace referencia a la inmensa mayoría. <strong>El</strong> color anaranjado, básico en el aura de los<br />
pueblos occidentales, es otra vez visible y tanto los oficiales como los soldados<br />
parece que han tomado la guerra como un juego más o menos peligroso; cada uno<br />
ansía sobrepasar al otro y excederle en astucia. La guerra no es más que un canal<br />
para su ingenuidad, pero algunos de los hermanos legos de la Orden Rosacruz,<br />
creen que la condición de odio volverá a aparecer en una forma modificada cuando<br />
cesen las hostilidades activas y comiencen las negociaciones para la paz (1)<br />
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