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ELTIEMPO UN LEGADO DE DIOS<br />
El tiempo, junto con el poder de escoger lo que<br />
hacer con él, es una posesión que heredamos de<br />
Dios; es un legado tan importante, que deberíamos<br />
considerarlo el "capital" que tenemos a nuestra<br />
disposición para invertirlo de la misma forma que<br />
invertiríamos el dinero de una herencia.<br />
Sé que están de acuerdo conmigo con respecto<br />
al hecho de que hay muchas maneras de malgastarlo.<br />
Podemos desperdiciarlo durmiendo o haciendo<br />
cosas totalmente irrelevantes, pero el verdadero<br />
problema no surge en el momento en que<br />
se pierde el tiempo indolentemente en busca de cosas<br />
emocionantes, sino mucho después.<br />
Por ejemplo, cuando deciden ver o escuchar<br />
algo degradante, comenzarán pensando que sólo<br />
han perdido tiempo. Sin embargo, si persisten en<br />
ello, se darán cuenta de que, además de perder el<br />
tiempo, están permitiendo que Satanás los acerque<br />
al pecado y, consecuentemente, terminarán pecando.<br />
A esa altura de los acontecimientos, y volviendo<br />
a comparar el tiempo perdido con el dinero,<br />
las deudas que habrán acumulado irán<br />
mucho más allá del tiempo perdido; tendrán deudas<br />
que serán una carga y que quitarán el valor<br />
de cada minuto de la existencia que les quede. La<br />
única manera de liberarse de esa carga es buscar<br />
el bálsamo redentor del sacrificio expiatorio de Jesucristo<br />
por medio del arrepentimiento, el cual requiere<br />
esfuerzo y tiempo.<br />
Con los años he llegado a comprender algo que<br />
me sucedió cuando era adolescente. Un día en que<br />
me apresuraba para ir a un lugar determinado,<br />
sentí una voz; rio la oí, sino que la sentí, y supe<br />
que venía de Dios: "Algún día, cuando realmente<br />
sepas quién eres, lamentarás no haber utilizado el<br />
tiempo más sabiamente". En ese entonces no le di<br />
mucha importancia porque pensaba que utilizaba<br />
bien el tiempo y creía que sabía quién era yo. Pero<br />
ahora, después de muchos años, estoy llegando a<br />
comprender quién soy, y quiénes son ustedes, así<br />
como por qué lamentaremos sí no hemos utilizado<br />
el tiempo debidamente.<br />
El Señor nos ha dado el don, o el legado, del<br />
tiempo, y nos invita y nos insta a que lo aprovechemos.<br />
Al igual que con el dinero, hay que tener la<br />
sabiduría de utilizarlo e invertirlo debidamente, no<br />
sólo porque tenemos toda una vida por delante,<br />
sino porque la eternidad nos está aguardando.<br />
Oro para que todos tengamos el deseo de utilizar<br />
debidamente el legado de tiempo que tenemos. •<br />
Adaptado de un discurso pronunciado en una charla fogonera<br />
en Ja Universidad Brigham Young, Provo, Utah.<br />
por el obispo Henry B. Eyring Primer Consejero del Obispado Presidente