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LA RESPUESTA A MI<br />
por Kiko Candatten, tal como fue narrado a Teri Jenks<br />
Cuando las dos señoritas llamaron a la<br />
puerta, yo no supe qué pensar. Se llamaban<br />
entre sí "hermanas", y dijeron que eran misioneras<br />
de una iglesia que tenía un nombre tan<br />
largo que no lo pude recordar. Nunca había<br />
oído acerca de esa iglesia y, además,'ellas no<br />
tenían el aspecto de misioneras. Los misioneros<br />
que yo conocía, de otras iglesias, eran<br />
hombres y mujeres mayores que ellas. Además,<br />
parecía que mis hermanos y yo les pasábamos<br />
desapercibidos, por el hecho de ser niños,<br />
aun cuando yo tenía casi diez años y<br />
muchas personas decían que ya era todo un<br />
jovencito.<br />
Mamá las invitó a entrar y ellas nos conta-"<br />
ron la historia de un jovencito llamado José,<br />
quien había tenido una visión, como los profetas<br />
de la Biblia. Nos dijeron que cuando él tenía<br />
diecisiete años, una noche estaba orando<br />
y se le apareció un ángel llamado Moroni. El<br />
ángel le habló acerca de unas planchas de<br />
oro que estaban escondidas en un cerro, y le<br />
dijo dónde podía encontrarlas y qué debía hacer<br />
con ellas. ¿Se imaginan lo que sería que<br />
ORACIÓN<br />
un ángel se les apareciera y les<br />
dijera el lugar donde se encuentran<br />
escondidas una planchas de oro? Todo<br />
eso me pareció una gran aventura, y me<br />
despertó la curiosidad por saber más acerca 1<br />
de esas planchas.<br />
Entonces nos mostraron un libro, y nos dijeron<br />
que era la traducción de lo que estaba escrito<br />
en las planchas de oro, ya que éstas estaban<br />
escritas en escritura antigua. Dios le<br />
había dado a José el poder para traducirlo a<br />
un idioma que se pudiera entender. Todo esto<br />
había sucedido en los Estados Unidos, pero<br />
las hermanas dijeron que el libro era para todos<br />
los' seres humanos, incluso para todos los<br />
que vivían en mí país, el Brasil. Nos dejaron el<br />
libro y nos pidieron que lo leyéramos y oráramos<br />
preguntándole a Dios si era verdadero o<br />
no. Mamá lo aceptó y les'pidió que volvieran<br />
otro día.<br />
En varias oportunidades habíamos tenido la<br />
visita de misioneros de otras iglesias, de modo<br />
que no le di mucha importancia al libro ni a<br />
las misioneras. En general, después de inter-