Don Galaz de Buenos Aires - Martín Rodríguez
Don Galaz de Buenos Aires - Martín Rodríguez
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tendrás <strong>de</strong> recién casada...<br />
<strong>Galaz</strong> rió sonoramente, con los puños en los ijares. La <strong>de</strong>sgarbada pluma <strong>de</strong>l birrete<br />
le danzaba sobre la cabeza.<br />
—Yo os agra<strong>de</strong>zco el buen <strong>de</strong>seo, madre mía, pero no me negaréis que es empresa<br />
difícil llevallo a término seguro.<br />
Aquella risa penetró como antorcha en la niebla <strong>de</strong> sueños que envolvía a los<br />
limosneros. Más <strong>de</strong>spabilada, la vieja gritó, remedando la jerga <strong>de</strong> los egipcianos <strong>de</strong><br />
España:<br />
—¡Quisiá verte como el trigo en la tajona, <strong>Galaz</strong>, ñora en tal! ¡Así te muerdan<br />
garrapatas y chinches!<br />
El doncel se alongó unos pasos, muy resoluto, sin dignarse a enlazar conversación.<br />
Con el meneo <strong>de</strong> su cuerpo y la pesada lentitud que ponía para arrastrar los pies, imitaba<br />
el andar <strong>de</strong>l obispo, enfermo <strong>de</strong> gota.<br />
Los mendigos entendieron la mofa y agitaron harapos y parches. El silencio se<br />
<strong>de</strong>strozó en carcajadas y en insultos <strong>de</strong> germanía. Uno golpeó la escudilla <strong>de</strong> estaño<br />
contra el cayado, como un pan<strong>de</strong>ro. Varios canes, <strong>de</strong> aquellos que a toda hora y en todo<br />
lugar mero<strong>de</strong>aban por <strong>Buenos</strong> <strong>Aires</strong>, rompieron a ladrar quejosamente. El perrero <strong>de</strong> la<br />
Catedral entreabrió un postigo, receloso. Pero el calor tenaz, que parecía presto a<br />
<strong>de</strong>rribar el Fuerte, los conventos y la al<strong>de</strong>a, no toleró la prolongación <strong>de</strong> tales bullangas.<br />
Unos segundos <strong>de</strong>spués, la calma más absoluta, más sofocante, tornaba a adueñarse <strong>de</strong><br />
la Plaza Mayor. Los perros, flacos, hambrientos, <strong>de</strong>sesperados, haz <strong>de</strong> costillas, sin linaje<br />
ni domicilio posible, huían, cortando el suelo con la navaja afilada <strong>de</strong> su sombra.<br />
Voces <strong>de</strong> bienvenida hicieron que el doncel apretara el paso. Salían <strong>de</strong> una casa lin<strong>de</strong><br />
con la iglesia <strong>de</strong> la Compañía <strong>de</strong> Jesús, calle en medio, en uno <strong>de</strong> los solares que Juan <strong>de</strong><br />
Garay se reservara al fundar la ciudad. Casa que perteneció al misterioso Bernardo<br />
Sánchez, apodado “el Gran Pecador” o “el Hermano Pecador” y que a la sazón habitaba<br />
su hijo y here<strong>de</strong>ro.<br />
En el zaguán, dos mancebos que aún no habían entrado en veinte años, esperaban.<br />
El más alto se torcía en reverencias. A medida que se aproximaba, el paje oía su pregón<br />
gangoso:<br />
—¡Salud, don <strong>Galaz</strong>, báculo y mitra! ¡Salud, don <strong>Galaz</strong> <strong>de</strong> Bracamonte, Mosén Rubí<br />
<strong>de</strong> Bracamonte, almirante <strong>de</strong> Francia y confaloniero <strong>de</strong>l obispo <strong>de</strong>ste obispado! ¡Honráis<br />
nuestro tabuco, señor <strong>de</strong> Bracamonte!<br />
Y luego, ya casi encima: —¡De plata, con una cabria <strong>de</strong> sable, acompañada en el<br />
cantón siniestro <strong>de</strong>l jefe, <strong>de</strong> un mazo <strong>de</strong>l mismo color!<br />
El aludido saludó a su turno y terminó la <strong>de</strong>scripción heráldica: —Bordura <strong>de</strong> azur,<br />
con ocho áncoras <strong>de</strong> oro, que es Bracamonte. ¡Ocho áncoras <strong>de</strong> hierro quisiera yo para<br />
atar vuestra lengua <strong>de</strong>slenguada, señor Pedro <strong>Martín</strong>ez!<br />
El mestizo sonrió, mostrando los dientes. Sus compañeros le conocían bien. Placíanle<br />
sobremanera el aparato relumbrón, los títulos, la pompa genealógica. Aguardaba con<br />
nervioso afán el arribo, cada vez más espaciado, <strong>de</strong> los navíos peninsulares. A su<br />
llegada, se daba maña para anudar conversación con los viajeros y pescar noticias y<br />
pormenores <strong>de</strong> Madrid, <strong>de</strong> la Corte, <strong>de</strong>l trajín <strong>de</strong> Palacio y sus camarillas. Lo poco que<br />
acumulaba, hacía sus <strong>de</strong>licias hasta la cosecha veni<strong>de</strong>ra. Durante semanas, iba por la<br />
ciudad, insinuándose en los corros <strong>de</strong> gente grave, para sembrar enfermeda<strong>de</strong>s <strong>de</strong><br />
príncipes, fiestas <strong>de</strong> la Gran<strong>de</strong>za, secretos <strong>de</strong> embajadores y qué joyas lució el Con<strong>de</strong><br />
Duque en la última lidia <strong>de</strong> toros y cómo se atavió la reina Doña Isabel <strong>de</strong> Borbón, para<br />
asistir a tal comedia. Hacíase apellidar Pedro <strong>Martín</strong>ez y Portocarrero. Distraídamente,<br />
acoplábase el “<strong>Don</strong>” nobiliario. Nadie curaba <strong>de</strong> dón<strong>de</strong> había <strong>de</strong>scolgado abolengo tan<br />
magnífico. <strong>Galaz</strong> solía explicar que vivía hinchando palabras y remontando nombres y<br />
que el empeño que le movía hacia las naves lo tenía <strong>de</strong> antiguo y <strong>de</strong> sangre, pues uno <strong>de</strong><br />
sus mayores había acarreado en el puerto, lo que justificaba su altísono Portocarrero.<br />
Aliñaba con cierto melindre la estampa airosa, cogida <strong>de</strong> cintura. Maguer que<br />
caminaba con el busto erguido y la mano en la ca<strong>de</strong>ra, por afectar autoridad, su faz <strong>de</strong><br />
ceniza y sus ojos oblicuos <strong>de</strong>lataban la esquiveza y el temor. El <strong>de</strong>senfado <strong>de</strong><br />
Bracamonte le suspendía. Gustoso hubiera entregado la gracia pulcra <strong>de</strong> su talle a<br />
Manuel Mujica Láinez 3<br />
<strong>Don</strong> <strong>Galaz</strong> <strong>de</strong> <strong>Buenos</strong> <strong>Aires</strong>