11.05.2013 Views

Don Galaz de Buenos Aires - Martín Rodríguez

Don Galaz de Buenos Aires - Martín Rodríguez

Don Galaz de Buenos Aires - Martín Rodríguez

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

¡Ambos en su casa, en su estrado! Oprimente ahoguío le trabó la lengua. Quiso expresar<br />

que esperaba la visita <strong>de</strong>l funcionario para más tar<strong>de</strong>. Sólo atinó a articular:<br />

—Tenedle vos, Olalla. Pedidle que aguar<strong>de</strong>.<br />

—Ya vo, siñola, Jesú, facémolo como lo mandas.<br />

Doña Uzenda se postró casi a los pies <strong>de</strong> Fray Cristóbal. Este, que en su chochez no<br />

comprendía su frenesí, buscó <strong>de</strong> alzar a la gruesa dama que ante él <strong>de</strong>rramaba carnes y<br />

brocados. Se lo estorbó la hinchazón <strong>de</strong> las articulaciones. Cogióse entonces la pierna<br />

dolorida y la frotó tristemente. Pero allí estaban su sobrino y los Bracamonte y Juan<br />

Barragán y el general y el arcediano. Le arrebujaron en su manteo. Le tendieron el<br />

sombrero <strong>de</strong> canal. Cargaron con él, pese a sus protestas, aplacándole con explicaciones<br />

apremiadas y <strong>de</strong>srazonables. Por patios y corrales, sacáronle en andas <strong>de</strong> la finca. Las<br />

damas le echaban aire con los abanicos. El halcón tucumano encrespó el plumaje en su<br />

percha. Un loro <strong>de</strong>spertó para <strong>de</strong>sentonar: “¡Doña Mergelina está namorada!”. La viuda<br />

salía <strong>de</strong> un soponcio para caer en otro. Rezaba entre dientes. Gimoteaba: “¡Ilustrísimo<br />

Señor! ¡Ilustrísimo Señor!”.<br />

Volvió la comitiva alterada. En un segundo compusiéronse los semblantes,<br />

sosegáronse las golillas y a<strong>de</strong>rezáronse las ropas. La resina <strong>de</strong>l copal tejía doradas<br />

volutas.<br />

—Rogad a don Mendo que pase —dijo doña Uzenda, y un hipo le <strong>de</strong>sencajó la faz.<br />

Recogióse un repostero apelillado y el gobernador apareció en el marco <strong>de</strong> la puerta.<br />

Con el pañuelo <strong>de</strong> holanda, espantaba las moscas. Calábase espejuelos <strong>de</strong> cuerno, no<br />

porque los necesitara, sino por la autoridad que le prestaban. Su empaque publicaba<br />

hidalguía. La roja cruz <strong>de</strong> los caballeros santiaguistas resaltaba sobre el traje fúnebre.<br />

—En mil norabuenas vengáis, señor <strong>de</strong> la Cueva y Benavi<strong>de</strong>s.<br />

<strong>Galaz</strong> no había acompañado al obispo. Le sentó en su vieja silla <strong>de</strong> manos, que<br />

arrimaron al postigo <strong>de</strong> la huerta y le vio partir, mascullando y mesándose la barba,<br />

entre el licenciado Juan Vizcaíno <strong>de</strong> Agüero, cura rector <strong>de</strong> la Catedral, y el arcediano <strong>de</strong><br />

la misma, don Pedro Montero <strong>de</strong> Espinosa. Los clérigos gesticulaban bajo sus amplios<br />

sombreros <strong>de</strong> teja y se levantaban las ropas talares, por no enfangarlas.<br />

El paje tornó <strong>de</strong>spués al escaño, a la sorda. La ocasión <strong>de</strong> quedar junto a Violante se<br />

le hacía almíbares. Cuatro veces anduvo el patio, antes <strong>de</strong> entrar en la cámara. Reparó<br />

allí que su sitio había sido ocupado. ¡ Ay, no sólo él la recuestaba! ¡No sólo él bebía los<br />

vientos por sus ojos, por su talle <strong>de</strong> espiga, por su boca y por aquel cabello negro,<br />

aliñado con copete y rizos!<br />

<strong>Don</strong> Juan Bernardo <strong>de</strong> la Cueva, hijo <strong>de</strong>l gobernador, le había substituido. Galleaba,<br />

como bravucón. Se golpeaba los calcañares y los espolones con la vaina. Juraba por<br />

espa<strong>de</strong>ros y por maestros <strong>de</strong> esgrima famosos: Hierónimo <strong>de</strong> Carranza o Pacheco <strong>de</strong><br />

Narváez. Habíase puesto <strong>de</strong> ostentación, a las mil lin<strong>de</strong>zas, con calzas <strong>de</strong> obra y ligas<br />

azules. Sus mostachos erizados, tremebundos, pegados a los mofletes, proclamaban los<br />

beneficios <strong>de</strong> la bigotera <strong>de</strong> badanilla.<br />

Violante sonreía a sus requiebros aparatosos. El teniente general a guerra los<br />

sazonaba con episodios <strong>de</strong> las campañas <strong>de</strong> Flan<strong>de</strong>s, que le servían para acreditar su<br />

<strong>de</strong>streza y su <strong>de</strong>cisión. Estropeaba los nombres <strong>de</strong> villas, ciuda<strong>de</strong>las y ríos. Llamaba al<br />

Escalada, Escuenque y a Maestricht, Maestriave. Refería que, por un año, había dormido<br />

con la gola puesta y que la tenía señalada en los hombros. Se atusaba las guías<br />

jactanciosas <strong>de</strong>l bigote. Exhibía una cicatriz en el codo <strong>de</strong>recho y un chirlo en la frente.<br />

Declamaba cual farsante <strong>de</strong> corral <strong>de</strong> comedias. Sus ojos rodaban entre las señoras.<br />

Sorbía las calabazas en un santiamén, para llevar a<strong>de</strong>lante el galanteo, con la prisa y<br />

táctica que le valieron en las plazas flamencas.<br />

Alanís se había recostado en el torneado espaldar. Más que nunca, con el juego <strong>de</strong><br />

los velones, su cabello parecía dorada espuma. La pantomima y las bravatas no llegaban<br />

a conmoverle. Pero <strong>Galaz</strong> se mordía los puños. Medía su estampa casi <strong>de</strong>sandrajada, <strong>de</strong><br />

segundón, <strong>de</strong> pobreto, <strong>de</strong> pajecillo sin más hacienda que su picardía y el garbo lucido <strong>de</strong>l<br />

teniente general. Él era un mozuelo, pura osamenta; el otro hombre cabal. Le veía bien<br />

abastecido, bajo el coleto <strong>de</strong> pellejo <strong>de</strong> ante y se miraba agotado, lastimoso, en su jubón<br />

servil. ¡Ah, si él hubiera sido el mayorazgo, si él hubiera sido don Juan <strong>de</strong> Bracamonte,<br />

Manuel Mujica Láinez 19<br />

<strong>Don</strong> <strong>Galaz</strong> <strong>de</strong> <strong>Buenos</strong> <strong>Aires</strong>

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!