La carta - Esquila Misional
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Realidades<br />
sentido el Hermano es como un «médico social» que<br />
cura las enfermedades sociales de la marginación y<br />
exclusión, la insensibilidad religiosa y política, la incapacidad<br />
de servir, la dependencia, la inconciencia, el<br />
miedo, el desánimo y la desesperanza; y lo hace no<br />
sólo para que los pobres o quienes son víctimas de<br />
esto, se sientan bien o superen estos males, sino sobre<br />
todo para cambiar la mentalidad, las convicciones<br />
y la práctica de todos esos ámbitos. El Hermano busca<br />
sanar la mentalidad y el corazón de las personas,<br />
estructuras y sistemas, porque del corazón nace todo.<br />
El religioso Hermano no es un «médico de almas»,<br />
sino de «corazones humanos» que son principio y, al<br />
mismo tiempo, los sacrificados de los sistemas en los<br />
que se encuentran.<br />
Un contemplativo de la realidad humana<br />
El religioso Hermano comboniano se inserta<br />
en una realidad donde muchos seres humanos no<br />
son considerados como tales: anónimos, confinados<br />
al «silencio», al olvido, a permanecer mudos,<br />
pasivos y sin poder participar en plenitud de las<br />
«pérdidas» del sistema global, pero también sin las<br />
«ganancias». Este contexto pide acciones pedagógicas<br />
humanizantes que ayuden a otros hermanos a<br />
salir del miedo a la libertad, que los hagan capaces<br />
de inserirse como sujetos en este proceso histórico<br />
actual, de ahí la importancia de la capacitación<br />
profesional del Hermano. <strong>La</strong> cercanía al corazón<br />
humano, el profesionalismo y la contemplación del<br />
Señor en la realidad de los pobres hacen que el religioso<br />
Hermano sea capaz de captar y desenmascarar<br />
el miedo a la libertad camuflada en diversos<br />
comportamientos y actitudes. El Hermano percibe<br />
con mayor facilidad las diversas maneras que utilizan<br />
los pobres para colocarse ante sí mismos como<br />
si fueran «problemas», porque descubren que saben<br />
o conocen poco de sí mismos y se reconocen<br />
en una situación de ignorancia en todo sentido.<br />
El horizonte misionero que el religioso Hermano<br />
tiene en todo contexto es la «humanización» que<br />
implica descubrir los procesos y mecanismos des-<br />
28 <strong>Esquila</strong> <strong>Misional</strong><br />
humanizantes. <strong>La</strong> vida del Hermano está encaminada<br />
a desatar procesos de humanización para que<br />
las manos de las personas y pueblos que acompaña,<br />
se extiendan cada vez menos como si fueran<br />
mendicantes y comiencen a extenderse como colaboradores,<br />
es decir, que sean humanos como todos,<br />
con la misma dignidad de hijos de Dios. Manos<br />
que trabajen para transformar no sólo su pequeño<br />
contexto sino el mundo.<br />
Un profesional consagrado<br />
De todo lo que hemos dicho hasta ahora, podemos<br />
deducir que el religioso Hermano ha sido llamado<br />
por Dios para hacerlo presente en medio del mundo,<br />
y como comboniano, entre los más pobres y abandonados<br />
de la Tierra, especialmente entre aquellos que<br />
no conocen a Cristo. Por eso, debe ser un hombre<br />
preparado para poder implementar la justicia y la paz<br />
a través de diversos proyectos en los diferentes ámbitos<br />
de la vida humana. Esto requiere, por fuerza, una<br />
formación profesional para adquirir las herramientas<br />
necesarias que le faciliten crear las condiciones para<br />
que la voz de los pobres sea escuchada, atendida y se<br />
logren abrir caminos de desarrollo humano integral.<br />
El Hermano Fernando Bartolucci trabajó<br />
en México por más de 44 años<br />
Simone della Monica