La carta - Esquila Misional
La carta - Esquila Misional
La carta - Esquila Misional
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
Realidades<br />
social, es el lugar de su apostolado.<br />
San Daniel Comboni<br />
no quería sólo un profesional<br />
o técnico en la misión. Él pide,<br />
ante todo, un hombre con el<br />
Espíritu de Dios. Como Hermanos<br />
no siempre estamos<br />
circundados por aquel «aire<br />
de favor y de aplauso» del que<br />
gozan otros tipos de vocaciones<br />
en la Iglesia. Esto, en un<br />
hombre concreto, puede pesar<br />
y convertirse en una carga<br />
para él, condicionando su ser<br />
y actuar, e incluso puede llegar<br />
a ser fuente de frustraciones,<br />
malestares y desánimos.<br />
<strong>La</strong> realidad concreta que<br />
nos toca vivir dentro y fuera de nuestras comunidades<br />
religiosas, no nos permite el lujo de ser una simple<br />
persona con una buena profesión o capacitación. Es<br />
decir, para nosotros no bastan las profesiones, las<br />
técnicas, los proyectos, los estudios teológicos... se<br />
necesita «Espíritu de Dios» para dominar y orientar<br />
nuestra vida y nuestra historia, que frecuentemente es<br />
una piedra escondida bajo tierra. Se necesita «Espíritu»<br />
para creer y aceptar que nuestra vocación es de lo<br />
«discreto» y no de lo «notorio».<br />
Una santidad política<br />
<strong>La</strong> naturaleza secular-laical de nuestra vocación<br />
nos permite –más que otros– vivir una «santidad<br />
política» liberadora. Como Hermanos combonianos<br />
estamos obligados a pensamientos de orden superior,<br />
porque si nos quedamos en el plano meramente<br />
humano, nuestra vocación no se sostiene, es<br />
necesario fundarla en el Espíritu de Jesús. Porque<br />
muchas veces nos vemos tentados a fijarnos en la<br />
profesionalidad, en los problemas sociales o en la<br />
emergencia misionera y no en Jesucristo que nos<br />
llama desde la Cruz a estar con él. <strong>La</strong> filantropía<br />
cristiana que encarna el Hermano, no se mueve por<br />
30 <strong>Esquila</strong> <strong>Misional</strong><br />
El Hermano Rodolfo Sánchez trabajando<br />
en República Centroafricana<br />
lástima al pobre y abandonado, sino en el plano de la<br />
promoción humana, es decir, con su modo de tratar y<br />
de creer en las personas que acompaña en la misión,<br />
el Hermano ayuda a todos a aceptar y creer que el<br />
más pobre y abandonado no es un incapaz, mucho<br />
menos un esclavo, o peor aún, una mercancía puesta<br />
en el mercado. El desafío que el Hermano lanza<br />
al mundo de hoy en la perspectiva comboniana, es<br />
la de atreverse a mirar al ser humano más pobre y<br />
abandonado como miembro de su propia familia.<br />
Comboni nos dice que el misionero gasta su vida<br />
a favor de los más olvidados del mundo, no porque<br />
ve en ellos a unos pobres y necesitados, sino porque<br />
ve en ellos a sus hermanos amados por quienes la<br />
Sangre de Cristo también fue derramada. El religioso<br />
Hermano no es un filántropo cualquiera, es un hombre<br />
que ama al ser humano desde el Corazón de Cristo.<br />
Es aquí donde se puede entender el «Corazón traspasado<br />
del Buen Pastor», porque amar a las personas<br />
implica también sufrimiento, dolor, sangre...<br />
Podríamos decir que la vocación del Hermano<br />
es como la praxis del amor en forma de justicia, por<br />
eso, nuestra vocación está profundamente ligada a<br />
la búsqueda de la justicia y la paz para todos. <strong>La</strong> fi-<br />
Rodolfo Sánchez