Antologia Somos Leyenda – Athnecdotario - Ángel Villán
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Y como si alguien hubiera escuchado sus ruegos, consiguieron sacar la rueda en<br />
una embestida final agónica. Los ejes crujieron de nuevo mientras éstas cogían<br />
velocidad por el camino embarrado. Noah subió el primero y ayudó a María y Marta<br />
aupándolas a la carreta. Al acabar escuchó a Diego gritar de dolor: los mutantes lo<br />
habían atrapado. María chilló y pidió al viejo que parase, pero éste ignoró su petición.<br />
Faltaban pocos metros para llegar al final del desfiladero y lograr la salvación. Noah lo<br />
comprendía y no pudo más que hacer un último favor a su compañero. Con calma,<br />
encaró al grupo que estaba agarrando a Diego y le apuntó a la cabeza. Sería una muerte<br />
rápida.<br />
El disparo falló porque el viejo movió el cañón justo antes de que apretase el<br />
gatillo. Noah le contempló un momento estupefacto, preguntándole silenciosamente el<br />
por qué de aquel acto.<br />
―Créeme ―le respondió el viejo―. Nos sirve así mejor que muerto.<br />
Noah no comprendió nada hasta unas horas más tarde, cuando consiguió<br />
desterrar momentáneamente los alaridos de Diego de su memoria. Algo difícil, puesto<br />
que siguió gritando hasta que no pudieron oírlo más, cuando ya se habían alejado del<br />
desfiladero.<br />
Epílogo<br />
La leña crepitaba mientras ardía en la hoguera. Había pasado un día desde la<br />
muerte de Diego y no habían hablado desde entonces. Marta y María le habían retirado<br />
la palabra al viejo. Este permanecía al margen y se limitaba a conducir la carreta sin<br />
hablar con nadie. A la mañana siguiente alcanzarían Nheirat, el asentamiento humano<br />
más cercano y todo habría acabado.<br />
―¿Por qué lo hiciste? ―Preguntó Noah en una ocasión en la que estaban<br />
apartados de las chicas―. ¿Por qué evitaste que pusiera fin a su sufrimiento? Sabes que<br />
lo que le esperaba era algo inhumano, lo iban a comer vivo.<br />
El viejo le miró por primera vez a los ojos desde el incidente del pasado día. Su<br />
mirada ya no era la misma que antes, ahora era una mezcla de cansancio y decepción<br />
vital.<br />
―Era un mal necesario. Los mutantes pierden el interés en cuanto la presa<br />
muere. Si lo hubiésemos matado habrían continuado por nosotros. Habríamos estado<br />
demasiado expuestos.<br />
―No mientas, viejo, te conozco ya demasiado bien. Algo me ocultas, sé que no<br />
me dices la verdad. O me la dices o te diré lo que pienso realmente. ¿No? Pues bien, ahí<br />
va: creo que lo hiciste para guardarte el culo la próxima vez. He estado pensando<br />
¿sabes? y ahora entiendo por qué no te pasaba nada al pasar por su territorio. Tenías un<br />
acuerdo con ellos, bueno, al menos alguna promesa no escrita. Les ofrecías un sacrificio<br />
en cada viaje a cambio de que ellos te dejaran en paz ¿verdad? ¡Responde y dime que<br />
miento!<br />
―No, es verdad ―dijo el viejo tras unos segundos―. Siempre había sido así y<br />
nunca había pasado nada. Al vernos expuestos a todos, debieron creer que podían<br />
romper el acuerdo y llevarnos a todos al Infierno.<br />
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