11.05.2013 Views

Antologia Somos Leyenda – Athnecdotario - Ángel Villán

Antologia Somos Leyenda – Athnecdotario - Ángel Villán

Antologia Somos Leyenda – Athnecdotario - Ángel Villán

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

—No puedo. No tenía a donde ir.<br />

—Andrés…<br />

—Las calles, ¿no lo oyes?<br />

Se quedaron en silencio, la quietud del piso los aplastó, la chica ladeó la cabeza<br />

y dirigió su vista al techo, el hombre admiró sus curvas a través del sobrio camisón que<br />

llevaba puesto. Sin rubor, pronto notó que el sudor que le caía de la frente se tornaba<br />

helado. Elsa fue a hablar, pero él se lo impidió llevándose el dedo índice a los labios.<br />

Estaba caliente, incluso quemaba, una gota de sudor le resbaló por la mejilla y se<br />

evaporó al contacto con la mano. Después el gruñido, a lo lejos, pero claro, nítido en su<br />

esencia maldita, da la entrada al final de la hora.<br />

Fue sólo una ráfaga repentina pero contundente. Los cristales de las ventanas de<br />

su piso vibraron con energía, pero la puerta de entrada al bloque se abrió golpeando la<br />

pared. Andrés finalmente optó por dejar a la pareja a su suerte en el ascensor, a la espera<br />

de que volviese la electricidad.<br />

—¿Qué ha pasado?<br />

El señor Ugarte, su octogenario vecino contiguo, había salido de casa alarmado<br />

por el fuerte golpe de viento. Y bien asustado debía estar, pues el hombre era esquivo y<br />

huraño, consecuencia más que evidente de soportar el yugo de cuidar durante veinte<br />

años de una esposa ciega y paralítica.<br />

—No ocurre nada —le tranquilizó Andrés—. Con el apagón dos personas se han<br />

quedado encerradas en el ascensor.<br />

—No hijo, eso no. El fuerte viento que se ha levantado ha abierto las ventanas de<br />

par en par de la habitación donde está mi mujer... y después nada.<br />

—Señor Ugarte... entre en casa. Tranquilícese, de verdad.<br />

—¿Y la luz? ¿Llegará cuando anochezca? Mi esposa no ve, pero le gusta<br />

escuchar la televisión y si no lo hace se pone nerviosa. Y mi Teresa no puede ponerse<br />

nerviosa.<br />

Andrés entornó los ojos, la escena empezaba a superarlo, un poco al menos.<br />

—Entre, no se preocupe. Todo se arreglará.<br />

El anciano, mascullando algo entre dientes, obedeció y volvió a su hogar.<br />

Andrés fue a hacer lo mismo cuando las luces parpadearon, el motor del ascensor dio un<br />

quejido pero pronto volvió a apagarse. Andrés quiso decir algo a los encerrados pero el<br />

silencio imperante calló sus palabras. No era normal que el aire fuese tan denso.<br />

—Andrés, sal de mi casa, no sé por qué has venido.<br />

—¡Escucha! ¡La gente grita en las calles! ¡El mundo se desmorona! —avanzó<br />

dos pasos hacia ella, los mismos que la mujer retrocedió.<br />

28

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!