Capítulo XXVII - Bicentenario
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HISTORI.4 DEL EJERCITO CONSTITUCIONALISTA 477<br />
rales, y otros, a perseguirlos, podremos solo consenrar una uniOn<br />
aparente. El prestigio del General Gonzalez, como revolucionario,<br />
se quebrantaria mucho si Ilevase él esa labor de complacencia, comrn<br />
piacencia para con estos perversos que ban sido y serin siempre<br />
maldecidos por los revolucionarios de verdad, y creo que ninguno<br />
de nosotres tenemos derecho a buscar un triunfo politico ni el aplauso<br />
de nuestros enernigos con menoscabo de los principios revoluclonarios.<br />
SuplIcole considerar estos razonamientos no como una pre<br />
disposiciOn para el General Gonzalez a quien puede usted, si gusta,<br />
mostrar este mensaje. Si tuviera predisposiciOn alguna hacia dicho<br />
compañero, no me preocupara como me preocupo, porque Sc repara.<br />
ran errores que en ml concepto constan, sino que permanecerla en<br />
silencio aparentando el disgusto que esos misrnos errores causan<br />
entre los demis Jefes y Oficiales de nuestro ejército.—Respetuosamente.<br />
General en Jefe, Alvaro Obregon."<br />
A pesar de los largos años transcurridos, y, por consiguiente, se•<br />
renadas las pasiones, no puede menos que producir hilaridad o indignaciOn<br />
la falta de sinceridad y el poco decoro vertidos en ci<br />
documento anterior. Las ampulosas y constantes muestras de radi.<br />
calismo del General Obregon, no se compaginan con la conducta<br />
que siguiO, cuando, mediante un cuartelazo, escaló al Supremo Po.<br />
der de la Nacion. Entonces no tuvo el menor csci-üpulo en aliarse,<br />
no sOlo con los ex federales, quc siquiera hablan sabido caer defendiendo<br />
su partido, sino con los reaccionarios que habian servido a<br />
Porfirio Diaz, a Victoriano Huerta y a Felix Diaz y con los revolu.<br />
cionarios que eran sus irnplacables encmigos: villistas y zapatistas,<br />
a iienes con frecuencia vituperaba y le merecian el mis olimpico<br />
desprecio.<br />
La medida dictada por ci General Gonzalez mereció la aprobacion<br />
del Primer Jefe, porque comprendiO que serla antipatriOtico rehusar<br />
los espontineos ofrecimientos de los ex federales para combatir<br />
al invasor y tambien por ayudar a la mayoria de ellos, que materialmente<br />
se estaban muriendo de hambre. Y a mayor abundamiento,<br />
conforme a los tratados de Teoloyucan, firmados, precisamente<br />
por el mismo General Obrcgon, los ex federales quedaron a las órdenes<br />
de la Primera Jefatura, lo que impiicaba, naturaimente, que