Frank LLoyd Wright_Gregorio Cabrera_USBCTG_2012.pdf
Frank LLoyd Wright_Gregorio Cabrera_USBCTG_2012.pdf
Frank LLoyd Wright_Gregorio Cabrera_USBCTG_2012.pdf
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
[10]<br />
Al fin había entendido que esta ba inmerso, en algo posibl e sol o para<br />
personas con amplia capacidad económica, y el hecho que me hubiera<br />
sostenido, en esas circunstancias, fue una gran sorpresa para mí.<br />
“Yo no sé si eres un santo, o eres un tonto” me dijo mi abogado, a lo<br />
que respondí que posi blem ente era las dos cosas.<br />
Pero yo había hecho una promesa valiosa que debía mantener, al<br />
recordar a mis tías abuelas, “Nell y Jane”, y especialmente a mi<br />
madre. Y a menudo desee que ellas pudieran mirar hacia nosotros<br />
ahora, a lo que hemos edi ficado.<br />
En Taliesin también hubo bodas. En esas ocasi ones, la vieja capilla,<br />
con sus altos maderos que yo había a yu dado a col ocar, cuando era un<br />
muchacho, era un festivo arco, derramándose en ramas verdes,<br />
doradas por el sol.<br />
Una reliquia de familia, nuestro viejo piano “Steinwa y”, me recordó a<br />
mi padre, golpeando mis dedos, en las clases fa miliares, por estar en<br />
posi ci ón incorrecta. Olgivanna col oca ba altas velas blancas, debido<br />
tal vez a su educa ción ortodoxa. Iovanna, con su carpa, tocando<br />
música de Debussy, mientras se efectuaba la ceremonia.<br />
Las som bras de la noche, dibuja ban el obelisco de mármol, en el patio<br />
de la capilla, con simples leyendas inscritas en él, y referentes a los<br />
viejos Ll oyd Jones, mis antepasados. Alrededor del obelisco, habría<br />
piedras, marcando las tumbas de l os 5 hijos y las 5 hijas pioneras.<br />
Más allá las lápidas de los nietos, todas reunidos en el clan familiar.<br />
Yo, a veces me acom odo ahí, y pienso, recordando mi propia tragedia<br />
en Taliesin, que la naturaleza ha enviado su parte correspondiente<br />
hacia mí, para compartir lápidas entre esta familia de pioneros.<br />
El sol se ha puest o, el resplandor está disminuyendo en el ciel o, y yo<br />
recuerdo a mi madre sobre sus rodillas, presionando sus labios sobre<br />
el frío monumento de mármol, y yo detrás, esperando por ella.<br />
Entre otras cosas conseguimos, un espa cio pequeño para recreación, y<br />
lo llamamos “la ca sa del teatro”, a falta de otro t ítulo, para conciertos<br />
y cine.<br />
El salón era agradable, considerando que estábam os en plena<br />
Recesi ón.