Alianza Editorial - Barcanova

El libro de bolsillo
Alianza Editorial
MUJERES DIABÓLICAS
Los seis relatos que componen Las diabólicas (1874), protagonizados por mujeres,
revelan la maldad inherente al ser humano, la presencia del mal en el mundo y la corrupción
y los esplendores de las clases privilegiadas. Desde un punto de vista pesimista y desengañado,
su autor, Jules Barbey D´Aurevilly (1808-1889), presenta en ellos, mediante un feliz
ensamblaje de amor, voluptuosidad y muerte, historias tenebrosas y truculentas, inspiradas
en hechos reales y conocidos, y a personajes satánicos e inquietantes, movidos por la impiedad
o que, tras una aparente inocencia, esconden un espíritu depravado.
Frente a la objetividad implacable de los escritores naturalistas, Barbey, siempre ávido
de deslumbrar con su conversación a los asistentes a las tertulias y reuniones en los salones
de la época, introduce, con la excepción de la última historia, a un narrador, situado en un
ambiente en el que todo está previsto para intrigarnos, que devana, con meditado efectismo,
el hilo de una historia asombrosa que nos tiene en ascuas hasta el final.
En el primer relato, "La cortina carmesí", un dandi noble rememora, en el marco de
una charla nocturna, una aventura amorosa juvenil con una mujer misteriosa e inquietante.
En "El más bello amor de don Juan", el mítico Burlador, siempre arrogante y sensual, aunque
envejecido, se ve obligado, ante la flor y nata de sus conquistas femeninas, a confesar
cuál ha sido el gran amor de su vida. En "La dicha en el crimen" y en "El secreto de una partida
de whist", se reconstruyen amores inconfesables y crímenes horripilantes en la estancada
sociedad noble de provincias en la época de la Restauración. En el titulado "En un banquete
de ateos", Barbey nos embarca, con alardes de impiedad sacrílega y con los contradictorios
y sombríos personajes de costumbre, en un complejo relato gótico, en el que se intercala
un episodio ambientado en la guerra de la Independencia Española. El odio y el rencor
llegan a su culminación en "La venganza de una mujer", cuya protagonista, para conseguir
la deshonra de su marido, pierde su propio honor y hasta su vida.
Aunque Barbey afirmó en diversas ocasiones que se había limitado a reflejar las
lacras morales de su siglo, Las diabólicas fue -como ya había ocurrido con Madame Bovary,
de Flaubert, y Las flores del mal, de Baudelaire- denunciada y prohibida por supuestos ultrajes
a la moral y a las buenas costumbres. Entre los muchos pasajes que escandalizaron figuraba
la escena, en "La cortina carmesí", en la que el vizconde de Brassard lleva a hombros
el cadáver de Albertine como si recorriera las estaciones de un vía crucis y, sobre todo, los
pasajes de "En un banquete de ateos" en los que el mayor Ydow y La Rosalba luchan por el
corazón de un niño muerto. La moralidad de estos relatos tenía que resultar dudosa y equívoca.
En "La dicha en el crimen", los protagonistas escapan a la justicia humana, aunque no
a la divina. Sin embargo, en "La cortina carmesí" se pone de relieve que la felicidad puede
establecerse sobre las bases del Mal.