1. Fernando el Católico, titán y bienaventurado, por Ángel Ferrari
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FERNANDO EL CATÓLICO TITÁN Y BIENAVENTURADO<br />
b<strong>el</strong>lo. Desnudar y cubrir es ahora la antinomia poética y<br />
la da a <strong>el</strong>la toda un tono de falso recato, refiriendo que<br />
Océano se ve turbado al atardecer, cuando <strong>el</strong> sol al trans<br />
ponerse dora de luz a las olas rizadas y blancas como ca<br />
b<strong>el</strong>lo cano y, al amanecer, cuando aparece la aurora, que<br />
igualmente dora al césped undoso y lo moja y baña con<br />
<strong>el</strong> primer rocío. Anciano, generalmente, se imaginó la mi<br />
tología al padre de los mares, y con sienes blancas se lo<br />
representó la pintura, la plástica y la literatura barrocas 1 .<br />
Ahora, se lo representa turbado, tan sólo, al consignar<br />
Tejada que, en tales momentos d<strong>el</strong> día, "horae luxuriae",<br />
en que <strong>el</strong> recato debe ser más sincero, <strong>por</strong> obra de Fernan<br />
do <strong>el</strong> <strong>Católico</strong>, su falda honda y azul se sintió rasgada <strong>por</strong><br />
las fecundantes proas de las naves d<strong>el</strong> mismo, adornadas<br />
con coronas <strong>por</strong> ser de rey; las cuales proas, como arados,<br />
hicieron surcos prometedores de cosecha sobre su super<br />
ficie o espalda, tan escamosa ésta o cubierta de rec<strong>el</strong>os,<br />
como había sido exenta o desnuda, hasta entonces, de lien<br />
zos o v<strong>el</strong>as de naves que la cubrieran. Todas estas imáge<br />
nes las superpone Tejada. Sin nuevas paradojas ni anti<br />
nomias termina <strong>el</strong> poeta su estancia y completa, <strong>por</strong> otro<br />
lado, las imágenes ya sentadas. Como de árboles, habla de<br />
<strong>1.</strong> W. Waetzoldt, Okeanos. Bemerkung zur Geschichte der Meeresmalerei,<br />
publicado en Neue Beitrage Deutscher Forschung, Homenaje a W. Worringer,<br />
págs. 224-235, Königsberg, 1943; y Fr. Juan B. Aguilar, Tercera<br />
Parte d<strong>el</strong> Theatro de los Dioses de la gentilidad, págs. 1 y ss., Madrid, 1738;<br />
la temática marítima de nuestro barroco en J. M. Blecua, El Mar en la<br />
Poesía Española, pág. 25 y ss., Madrid, 1945; la infamación cortando las<br />
faldas es conocida en nuestro romancero, como sobrevivencia germánica<br />
de la pena de adulterio, según R. Menéndez Pidal, Epopeya Cast<strong>el</strong>lana, p. 29.<br />
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