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revista completa - Editorial Guaymuras

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un territorio nacional como un acto de desobediencia<br />

civil? Porque aún está muy difundida la idea de que<br />

la soberanía nacional tiene precedencia sobre otros<br />

principios y porque la mayoría de los políticos “abiertos”<br />

a la migración consideran sagradas las divisiones<br />

fronterizas.<br />

Pero los migrantes votan con sus pies contra estas<br />

arraigadísimas convicciones sociales. Es decir, saltan<br />

a un tiempo el muro y la construcción social que lo<br />

soporta. Mientras los soberanófilos veneran las fronteras<br />

como tamices especiales e incuestionables que<br />

limpian de derechos, los migrantes se siguen filtrando<br />

por ellas, a cuentagotas y en grandes grupos, activando<br />

la cuenta regresiva de la negación de sus derechos y<br />

del punto culminante en que cada tamiz —aunque no<br />

desaparezca— cambiará su carácter.<br />

El lamentable hecho de que en Estados Unidos los<br />

políticos más “liberales” aboguen por una amnistía,<br />

pero insistan en el reforzamiento del control fronterizo,<br />

es un timbrazo que alerta sobre la necesidad de una<br />

mirada distinta y un planteamiento que, nutriéndose<br />

de la tradición liberal —para mejor aterrizar en los<br />

constitucionales suelos estadounidenses—, argumente<br />

el perfil legítimo que puede adquirir una violación deliberada<br />

y sistemática de un precepto legal: no ingresar<br />

a un territorio sin ser legalmente admitido por las<br />

autoridades competentes.<br />

ES CUESTIÓN DE JUSTICIA:<br />

“VAMOS BUSCANDO VIDA”<br />

El filósofo liberal estadounidense John Rawls ha<br />

reflexionado agudamente sobre la desobediencia civil<br />

en su libro Justicia como equidad. Su idea “es que en<br />

un régimen democrático razonablemente justo (aunque<br />

por supuesto no perfectamente justo) la desobediencia<br />

civil, cuando está justificada, ha de entenderse normalmente<br />

como una acción política dirigida al sentido de<br />

justicia de la mayoría a fin de instarla a reconsiderar<br />

las medidas objeto de protesta y advertir que en la<br />

firme opinión de los disidentes no se están respetando<br />

las condiciones de la cooperación social”.<br />

¿Qué es desobediencia civil? Rawls dice que “es un<br />

acto público, no violento y hecho en conciencia, contrario<br />

a la ley y habitualmente realizado con la intención<br />

de producir un cambio en las políticas o en las leyes del<br />

gobierno”. La desobediencia civil “se dirige a los principios<br />

de justicia comunes cuya observancia pueden los<br />

hombres exigirse mutuamente, y no a las aspiraciones<br />

del amor, que no pueden exigirse los unos a los otros”.<br />

Los migrantes ingresan con sobrado conocimiento<br />

de que su entrada no cuenta con la bendición legal de las<br />

autoridades ni con el beneplácito de una gran porción<br />

de la opinión pública. Pero saben que su acto tiene un<br />

carácter ambiguo. Por un lado es transgresor. Por otro<br />

tiene el respaldo de un principio elemental, fundacional:<br />

“Vamos buscando vida”.<br />

Su ingreso e inserción indocumentada tiene oportunidad<br />

de éxito, no debido a la caridad, sino porque<br />

apela a un principio común de justicia —el derecho a<br />

trabajar y a mantener a la familia— y a una demanda<br />

del mercado: su mano de obra es necesaria en la sociedad<br />

de destino. Su intento busca producir un cambio<br />

en la política general —cuando están organizados o<br />

bien acechan una amnistía o una prolongación del TPS,<br />

regímenes de excepción a la ordinaria severidad de las<br />

políticas— o en la aplicación de la política a su caso<br />

particular, cuando logran colarse por los intersticios<br />

que deja abiertos la heterogeneidad estatal asentándose<br />

en ciudades santuario, invocando el nivel nacional<br />

contra el nivel local, procreando hijos estadounidenses,<br />

incorporándose a una comunidad étnica o religiosa<br />

con bien aceitados vínculos políticos, todas situaciones,<br />

condiciones y dispositivos capaces de revertir su<br />

condición de infractores de la ley. Porque, como señala<br />

Rawls, “aunque hay que reconocer la desobediencia<br />

civil como una forma de acción política dentro de los<br />

límites de la fidelidad al imperio de la ley, es al mismo<br />

tiempo un acto más bien desesperado precisamente<br />

dentro de esos límites”.<br />

Según Rawls, no importa si se violan leyes democráticamente<br />

aprobadas porque en una democracia liberal<br />

“no se nos exige que aceptemos el quebrantamiento de<br />

libertades fundamentales por mayorías democráticas<br />

que se han mostrado ciegas a los principios de justicia<br />

en los que descansa la justificación de la Constitución”.<br />

Rawls sostiene que el desobediente civil apela a<br />

principios más fundamentales atropellados por las leyes<br />

y políticas que, con su acto de desobediencia, procura<br />

abolir. En el caso de los migrantes, procuran que la<br />

aplicación de ciertas leyes quede en suspenso. Los migrantes<br />

apuestan a que el sistema recapacite o tome<br />

medidas excepcionales que den un giro a su estatus<br />

legal. Apuestan a que el sistema se transforme porque,<br />

de diferentes formas, intuyen que “la desobediencia<br />

civil legítima, ejercida en la debida forma, es un dispositivo<br />

estabilizador en un régimen constitucional, un<br />

dispositivo que tiende a hacerlo más firmemente justo”.<br />

15<br />

octubre 2010<br />

ACTUALIDAD

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