La Gestión de Residuos de la Construcción y Demolición: un sector ...

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Recupera |
Ginés Muñoz
Mitjans
En los años 50 hasta el 1970, aproximadamente,
nuestra profesión se denominaba
“traperos”. La mayoría éramos personas
sin recursos que ejerciendo esta actividad,
que estaba muy desprestigiada, podíamos
sobrevivir.
Yo, personalmente, pude adquirir un
carro y un burro, pagando 50 pts. al mes.
Siempre recuerdo con cariño al gitano
que me lo vendió, pues el mes que no le
podía pagar me decía que ya le pagaría
cuando pudiera (se llamaba Tonet y era
de Rubí).
Los traperos circulábamos por los
pueblos con los carros, pregonando la
condición de compradores de deshechos
mediante una trompeta o un utensilio que
hacía las veces de campana. Las personas
interesadas nos llamaban y poníamos el
material en sacos. Después los pesábamos
Vivencias del
pasado
y pagábamos lo acordado por kgs.
Dentro de los sacos había papel, trapos,
alpargatas, botes, etc. El hierro se pesaba
aparte y tenía otro precio.
Cuando el carro estaba lleno regresábamos
a casa; normalmente todos teníamos
un lugar, que casi siempre estaba bastante
deteriorado, donde clasifi cábamos el
material adquirido por las calles.
Papel, trapos, latas, alpargatas, botellas,
“Los que hemos sobrevivido
hemos visto nuestras empresas
cambiar al ritmo de los
tiempos pero no nos olvidamos
de nuestros orígenes.”
Recuperando la memoria
Octubre 2008
chatarra de hierro, chatarra de cobre,
chatarra de latón, chatarra de zinc, plomo,
sacos vacíos, huesos, etc. Cada material
tenía su clasifi cación y su destino. Éstos
fueron los inicios de las empresas de recuperación
que conocemos hoy en día,
aunque al visitarlas nos cueste pensar
que hace unos cuantos años (no tantos,
no tantos) los carros y burros sustituían
a los camiones y un desordenado patio
trasero era la planta de clasifi cación. Pero a
pesar de los medios, nosotros, los traperos
o recuperadores (como se nos llama hoy
en día) realizábamos la importante labor
de recuperar lo que podía todavía ser útil.
Eran tiempos difíciles y no se tiraba nada,
ya que a casi todo se le encontraba una
segunda, tercera y más vidas.
Y con ello nos ganábamos la vida, a
veces mejor y otras peor. Los que hemos
sobrevivido hemos visto nuestras empresas
cambiar al ritmo de los tiempos pero no
nos olvidamos de nuestros orígenes, de las
antiguas traperías que con tanto esfuerzo
sacamos adelante.