La Gestión de Residuos de la Construcción y Demolición: un sector ...

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Recupera |
Como en la mayoría de los casos en la
recuperación, los negocios se traspasan
de padres a hijos y así, sucesivamente.
Emilio, natural de Palencia pero bilbaíno
de adopción, heredó el negocio que
empezó junto a su padre, Andrés, con
17 años en Bilbao y actualmente tres de
sus hijos trabajan con él en este negocio.
Como explica él mismo: “Empecé con mi
padre muy joven en el bar que teníamos
en Bilbao. Utilizábamos un comedor
como almacén para guardar las cosas
que nos traía la gente”. Como en la mayoría
de estos casos, en aquella época la
gente traía de todo, y se llevaban a cabo
los trueques. “Recuerdo que en aquellos
tiempos la gente dejaba todo tipo de materiales:
goma, metales, yeso...”. A su vez,
Emilio y su padre compraban chatarra y
la almacenaban también en el comedor
que destinaban como almacén. Iban con
una carretilla por el pueblo recogiendo la
chatarra y los objetos que la gente tiraba.
Con el tiempo, el comedor del bar se les
quedó pequeño y fue entonces cuando
decidieron dedicarse plenamente a la
recuperación. Compraron una lonja que
La gente de la recuperación
Octubre 2008
“Si volviera atrás, me dedicaría a esto otra vez, es toda mi vida”
Emilio Pelaz cuenta con una de las empresas de recuperación con más historia
del País Vasco. Con más de 60 años de dedicación a este ofi cio, Emilio puede
presumir de conocer todos los entresijos de esta profesión.
destinaron a acumular la chatarra que
recogían con unas camionetas. “Veíamos
que el negocio crecía y compramos unas
camionetas con las que recorríamos toda
la provincia”, explica Emilio. En el año
1965, se trasladaron a las que ahora son
las actuales instalaciones de “Metales
Pelaz”. “Empezamos con un comedor
como almacén y acabamos construyendo
un pabellón que ha ido evolucionando
hasta convertirse en la actual empresa”,
nos relata.
Pero no todo ha sido un camino de rosas
para Emilio y su familia. En el año 1983
las instalaciones de la empresa sufrieron
las consecuencias de las lluvias torrenciales
que asolaron Bilbao y que inundaron toda
la empresa. Los bilbaínos celebraban en
ese momento la Aste Nagusia (La Semana
Grande), que ese año la protagonizó la
persistente lluvia. La tarde-noche del 26
de agosto, la tromba de agua que cayó
sobre todo el País Vasco ahogó las fi estas
bilbaínas, arrasó 101 municipios vascos,
causó pérdidas por más de 200.000
millones de las antiguas pesetas y acabó
con la vida de más de 30 personas. Evi-
dentemente, se suspendieron las fi estas.
La Semana Grande o Aste Nagusia es la
principal fi esta de Bilbao, que se celebra
anualmente durante 9 días, comenzando
siempre el sábado de la semana del 15 de
agosto. Se celebra desde 1978 y recibe,
entre otros, la visita del circo, las barracas
de feria, las corridas de toros, tatro y
espectáculos musicales.
El 26 de agosto de 1983, las instalaciones
de Metales Pelaz también sufrieron los
daños causados por el desbordamiento
del río, y tuvieron que ser rehabilitadas
por completo. Aunque la empresa estaba
cerrada por vacaciones, el agua alcanzó el
día 26 una altura de 1 metro. A la mañana
siguiente, cuando Emilio se encontraba en
las instalaciones de la empresa intentando
recuperar documentación, empezó a
subir el nivel del agua hasta alcanzar los
4 metros. Él tuvo que subir a la ofi cina
del segundo piso y ponerse encima de la
mesa y sillas para no quedar bajo el agua.
“Hemos pasado momentos muy difíciles
como los impagados o los robos, pero las
inundaciones nos afectaron muchísimo”,
afi rma Emilio.
Actualmente, la empresa de Emilio
Pelaz cuenta con 28 personas trabajando
en ella, Aquí, se recuperan metales como
cobre, aluminio, bronce, acero inoxidable,
plomo, níquel, zinc o hierro entre otros.
Una vez llegan a la empresa, los materiales
se clasifi can y se trasladan a las fundiciones
o refi nerías donde posteriormente
se reciclarán. La empresa Metales Pelaz,
cuenta con una fl ota de camiones para
llevar a cabo el transporte de las chatarras
a las fundiciones o refi nerías de la zona
y también con dos camiones pulpo para
la recogida de las mismas. Echando la
vista atrás, Emilio confi esa que, a pesar
de los duros momentos vividos, no
trabajaría en otra cosa. La empresa es su
vida, todavía hoy, a sus 78 años acude a
trabajar a las siete de la mañana y pasa
allí toda la jornada.