mensajes para los jóvenes - Iglesia Adventista del Séptimo Día ...
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LA VIDA <strong>del</strong> cristiano no es una modificación o mejora de la antigua, sino una transformación de la<br />
naturaleza. Se produce una muerte al yo y al pecado, y una vida enteramente nueva. Este cambio puede ser<br />
efectuado únicamente por la obra eficaz <strong>del</strong> Espíritu Santo.<br />
Nicodemo estaba todavía perplejo, y Jesús empleó el viento <strong>para</strong> ilustrar lo que quería decir: "El viento sopla<br />
de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido<br />
<strong>del</strong> Espíritu".*<br />
Se oye el viento entre las ramas de <strong>los</strong> árboles, por el susurro que produce en las hojas y las flores; sin<br />
embargo es invisible, y nadie sabe de dónde viene ni a dónde va. Así sucede con la obra <strong>del</strong> Espíritu Santo en<br />
el corazón. Es tan inexplicable como <strong>los</strong> movimientos <strong>del</strong> viento. Puede ser que una persona no pueda decir<br />
exactamente la ocasión ni el lugar en que se convirtió, ni seguir todas las circunstancias de su conversión; pero<br />
esto no significa que no se haya convertido. Mediante un agente tan invisible como el viento, Cristo obra<br />
constantemente en el corazón. Poco a poco, tal vez inconscientemente <strong>para</strong> quien las recibe, se hacen<br />
impresiones que tienden a atraer el alma a Cristo. Dichas impresiones pueden ser recibidas meditando en él,<br />
leyendo las Escrituras u oyendo la, palabra <strong>del</strong> predicador viviente. Repentinamente, al presentar el Espíritu un<br />
llamamiento 156 más directo, el alma se entrega gozosamente a Jesús. Muchos llaman a esto conversión<br />
repentina; pero el resultado de una larga intercesión <strong>del</strong> Espíritu Dios; es una obra paciente y larga.<br />
Aunque el viento mismo es invisible, produce efectos que se ven y sienten. Así también la obra <strong>del</strong> Espíritu en<br />
el alma se revelará en toda acción de que haya sentido su poder salvador. Cuando el Espíritu de Dios se<br />
posesiona <strong>del</strong> corazón, transforma la vida. Los pensamientos pecaminosos son puestos a un lado las malas<br />
acciones son abandonadas; el amor, la humildad y la paz reemplazan a la ira, la envidia y las contenciones. La<br />
alegría reemplaza a la tristeza, y rostro refleja la luz <strong>del</strong> cielo. Nadie ve la mano que alza la carga, ni contempla<br />
la luz que desciende de <strong>los</strong> atrios celestiales. La bendición viene cuando por fe el alma se entrega a Dios.<br />
Es imposible <strong>para</strong> las mentes finitas comprender obra de la redención. Su misterio supera al conocimiento<br />
humano; sin embargo, el que pasa de muerte a vida comprende que es una realidad divina. Podemos conocer<br />
aquí por experiencia personal el comienzo de la redención. Sus resultados alcanzan hasta las edades eternas<br />
(El Deseado de todas las gentes, págs. 143,144) .<br />
EVIDENCIA DE LA AYUDA DIVINA<br />
Si tenéis una sensación de necesidad en el alma sentís hambre y sed de justicia, es evidencia de Cristo ha<br />
obrado en vuestro corazón <strong>para</strong> que lo busquéis a fin de hacer por vosotros, mediante el don <strong>del</strong> Espíritu<br />
Santo, las cosas que os es imposible hacer por vosotros mismos (El discurso maestro de Jesucristo, pág. 23).<br />
157<br />
43. EL CRISTO QUE MORA EN NOSOTROS<br />
SI ESTAMOS "arraigados y fundados en amor. " Podremos "comprender con todos <strong>los</strong> santos cuál sea la<br />
anchura y la longura y la profundidad y la altura, y conocer el amor de Cristo, que excede a todo<br />
conocimiento".* ¡Oh, qué preciosas posibilidades y ánimo! En el corazón humano purificado de toda impureza<br />
moral reside el precioso Salvador, ennobleciendo y santificando la naturaleza entera, y convirtiendo al hombre<br />
en un templo <strong>del</strong> Espíritu Santo...<br />
SU RESPUESTA A NUESTRA FE<br />
Permanecemos en Cristo por medio de una fe viva. El mora en nuestros corazones cuando nos apropiamos<br />
individualmente de la fe. Tenemos la compañía de la presencia divina, y al darnos cuenta de su presencia,<br />
nuestros pensamientos son traídos en cautiverio a Cristo Jesús. Nuestros ejercicios espirituales están de<br />
acuerdo con la vividez de nuestro sentido de esta compañía. Enoc anduvo con Dios en este camino; y Cristo<br />
vive en nuestros corazones por la fe cuando consideramos lo que él es <strong>para</strong> nosotros, y la obra que ha realizado<br />
por nosotros en el plan de redención. Nos sentiremos muy felices al cultivar un sentido de este gran don que<br />
Dios dio a nuestro mundo y nos dio a nosotros personalmente.<br />
Estos pensamientos tienen un poder dominante sobre todo el carácter. Quiero impresionar vuestra mente con el<br />
hecho de que podéis tener siempre, si 158 lo queréis, la compañía divina con vosotros. "¿Y qué acuerdo hay<br />
entre el templo de Dios y <strong>los</strong> ído<strong>los</strong>? Porque vosotros sois el templo <strong>del</strong> Dios viviente, como Dios dijo:<br />
Habitaré y andaré entre el<strong>los</strong>, y seré su Dios, y el<strong>los</strong> serán mi pueblo".*<br />
AMOLDADOS POR SU AMOR<br />
A medida que la mente se espacia en Cristo, el carácter es mo<strong>del</strong>ado a la semejanza divina. Los pensamientos<br />
son saturados de un sentido de su bondad de su amor. Contemplamos su carácter y así él está en todos<br />
nuestros pensamientos. Su amor nos abarca. Aun al observar un momento el sol en su gloria meridiana, cuando