mensajes para los jóvenes - Iglesia Adventista del Séptimo Día ...
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<strong>para</strong> el mal. El buen carácter sólo se forma mediante esfuerzo perseverante, incansable, aprovechando <strong>para</strong> la<br />
gloria de Dios todo talento y aptitud que nos hayan sido confiados. En vez de hacer esto, muchos se dejan<br />
llevar adonde el impulso o las circunstancias <strong>los</strong> empujan, no porque les falte buen 162 material, sino porque<br />
no se dan cuenta de que Dios quiere que en su juventud hagan todo lo que puedan y de la mejor manera.<br />
Si <strong>los</strong> <strong>jóvenes</strong> de hoy quieren mantenerse firmes como Daniel deben poner en tensión todo nervio y músculo<br />
espirituales. El Señor no desea que siempre sean novicios. Desea que alcancen la cima de la excelencia. Desea<br />
que alcancen el más alto peldaño de la escalera, <strong>para</strong> que desde él puedan trasladarse de un paso al reino de<br />
Dios.<br />
LA INFLUENCIA DE LOS COMPAÑEROS<br />
Los <strong>jóvenes</strong> que salen de su casa y dejan de estar bajo el cuidado vigilante de <strong>los</strong> padres, hacen hasta cierto<br />
punto so<strong>los</strong> la elección de sus compañeros. Deberían recordar que está sobre el<strong>los</strong> la mirada <strong>del</strong> Padre<br />
celestial, y que él ve cada una de sus necesidades, de sus tentaciones. Siempre se encuentran en las escuelas<br />
<strong>jóvenes</strong> que por su conducta revelan que sus mentes han sido formadas en un molde inferior. La pre<strong>para</strong>ción<br />
desacertada que han recibido en la niñez no ha desarrollado equilibradamente sus caracteres; y al avanzar el<strong>los</strong><br />
en años, sus defectos han permanecido y echado a perder su experiencia. Estas almas hacen desviar por<br />
precepto y ejemplo a <strong>los</strong> que son débiles en fuerza moral.<br />
El tiempo es oro, queridos <strong>jóvenes</strong>. No pongáis en peligro vuestras almas cometiendo <strong>los</strong> excesos de la<br />
juventud. No podéis permitiros el ser descuidados en cuanto a <strong>los</strong> compañeros que escogéis. Espaciaos en lo<br />
que es noble en el carácter de otros, y estos rasgos llegarán a ser <strong>para</strong> vosotros un poder moral <strong>para</strong> resistir el<br />
mal y escoger el bien. Fijaos un blanco alto. Vuestros padres y maestros, que aman y temen a Dios, podrán<br />
seguiros día y noche, con sus oraciones, podrán 163 rogaros y amonestaros, pero todo esto será en vano si<br />
escogéis compañeros indiferentes. Si no veis peligro real y pensáis que lo mismo podéis hacer el bien que el<br />
mal, según os parezca, no discerniréis que la levadura de impiedad está inficionando y corrompiendo de un<br />
modo insidioso vuestra mente.<br />
CRISTO, NUESTRA ÚNICA ESPERANZA<br />
Cristo fue afligido, insultado y escarnecido; la tentación lo asaltaba por todos lados, y sin embargo no pecó,<br />
antes prestó a Dios una obediencia perfecta enteramente satisfactoria. Así quitó <strong>para</strong> siempre toda apariencia<br />
de excusa <strong>para</strong> desobedecer. Vino a mostrar al hombre cómo obedecer, cómo guardar todos <strong>los</strong> mandamientos.<br />
Se asió <strong>del</strong> poder divino, y ésta es la única esperanza <strong>del</strong> pecador. Dio su vida <strong>para</strong> que el hombre pudiese<br />
participar de la naturaleza divina, habiendo escapado de la corrupción que hay en el mundo por la<br />
concupiscencia . . .<br />
Dios ha dado a <strong>los</strong> <strong>jóvenes</strong> talentos <strong>para</strong> que sean aprovechados <strong>para</strong> su gloria, pero muchos dedican estos<br />
dones a propósitos no santificados. Muchos tienen habilidades que, si fuesen cultivadas, darían una rica<br />
cosecha de adquisiciones mentales, morales y físicas. Pero no se detienen a considerar. No calculan el precio<br />
de su conducta. Estimulan una temeridad e insensatez que no quieren escuchar el consejo o la reprensión. Este<br />
error es terrible. Los <strong>jóvenes</strong> serían sobrios, si se percatasen de que la mirada de Dios está sobre el<strong>los</strong>, que <strong>los</strong><br />
ángeles de Dios observan el desarrollo <strong>del</strong> carácter y pesan el valor moral (Youth's Instructor, julio 27, 1899).<br />
164<br />
46. LA PRESENCIA PERMANENTE DE CRISTO<br />
LA RELIGIÓN de Cristo significa más que el perdón <strong>del</strong> pecado; significa la extirpación de nuestros pecados<br />
y el henchimiento <strong>del</strong> vacío con las gracias <strong>del</strong> Espíritu Santo. Significa iluminación divina, regocijo en Dios.<br />
Significa un corazón despojado <strong>del</strong> yo y bendecido con la presencia permanente de Cristo. Cuando Cristo<br />
reina en el alma, hay pureza, libertad <strong>del</strong> pecado. Se cumple en la vida la gloria, la plenitud, la totalidad <strong>del</strong><br />
plan evangélico. La aceptación <strong>del</strong> Salvador produce un resplandor de perfecta paz, de amor perfecto, de<br />
perfecta seguridad. La belleza y fragancia <strong>del</strong> carácter de Cristo, reveladas en la vida, testifican de que Dios ha<br />
enviado ciertamente a su Hijo al mundo, <strong>para</strong> ser su Salvador . . .<br />
Cristo ha sido un compañero diario y un amigo familiar de sus fieles seguidores. Estos han vivido en contacto<br />
íntimo, en constante comunión con Dios. Sobre el<strong>los</strong> ha nacido la gloria <strong>del</strong> Señor. En el<strong>los</strong> se ha reflejado la<br />
luz <strong>del</strong> conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo. Ahora se regocijan en <strong>los</strong> rayos no<br />
empañados de la refulgencia y gloria <strong>del</strong> Rey, en su majestad. Están pre<strong>para</strong>dos <strong>para</strong> la comunión <strong>del</strong> cielo;<br />
pues tienen el cielo en sus corazones (Palabras de vida <strong>del</strong> gran Maestro, págs. 398, 399). 166<br />
SECCION V La Pre<strong>para</strong>ción <strong>para</strong> la Obra de la Vida