Cartas a Jóvenes Enamorados (1987) - Iglesia Adventista Agape
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Compromisos quebrantados 59<br />
Esta carta contiene algunas de las advertencias y<br />
consejos más severos de la sierva del Señor que se encuentran<br />
en este libro. Parece que Isabel tiene tantos<br />
problemas y debilidades personales que su caso es desesperado.<br />
Al principio esta carta pareciera ser un juicio<br />
final de Dios, pero justamente en la mitad de toda la<br />
reprensión se encuentran las siguientes palabras de ánimo:<br />
“No considero tu caso desesperado; si así fuera,<br />
mi pluma no estaría escribiendo estas líneas”. Elena<br />
G. de White concluye con una fuerte apelación para la<br />
conversión de Isabel.<br />
Querida Isabel,<br />
Se me ha mostrado que estás en peligro de caer completamente<br />
bajo el control del gran adversario de las almas. Te opones a la<br />
restricción, eres obstinada, voluntariosa y terca, y les has dado<br />
muchos problemas a tus padres. Ellos cometieron equivocaciones.<br />
Tu padre te consintió imprudentemente. Tú te aprovechaste de esto<br />
y te volviste engañosa. Recibiste aprobación que no mereces.<br />
En la escuela tenías un maestro bueno y noble, sin embargo te indignabas<br />
porque te controlaba. Pensaste que por ser hija del pastor<br />
Cole, tu maestro debía mostrar preferencia por ti, y que no debiera<br />
haberse tomado la libertad de corregirte y reprenderte Mientras<br />
estabas en la escuela hubo ocasiones en que fuiste problemática,<br />
atrevida y desafiante, y en gran medida te faltó modestia y decoro.<br />
Eras descarada, egoísta y orgullosa y necesitabas disciplina firme<br />
tanto en el hogar como en la escuela.<br />
Tienes ideas incorrectas en cuanto a la sociabilidad entre las<br />
niñas y los jóvenes, y te resulta muy atrayente estar en compañía<br />
de los muchachos. Te hiciste daño leyendo novelas de amor y de<br />
romances y tu mente quedó fascinada con pensamientos impuros. Tu<br />
imaginación se corrompió al punto de no tener poder para dominar<br />
tus pensamientos. Satanás te lleva cautiva a su voluntad.<br />
Tu conducta no ha sido casta, ni modesta ni de buen nombre. No<br />
tienes el temor de Dios delante de tus ojos. Mi querida niña, a menos<br />
que te detengas justamente donde estás, con seguridad la ruina está<br />
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