...@ la carta - Esquila Misional

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centrodeserviciosempresariales.com Una de las características de mi trabajo como hermano misionero, es la de mantener una relación muy cercana con el modo de ser y de pensar de las personas, ya que me tienen confianza y por eso pueden ser sinceros conmigo sin ningún prejuicio. Esto me ha permitido conocer más el corazón de las personas. 42 Esquila Misional Tienes vocación Dicen que los adolescentes se caracterizan por ser inestables y porque se niegan a asumir sus responsabilidades. Algunos opinan que la infancia y la adolescencia son etapas despreocupadas en las que se busca la felicidad individual aunque esto signifique complicarles la vida a los demás. No importa que el mundo se esté haciendo pedazos a su alrededor, no se dan cuenta o simplemente no les importa, porque ante sus ojos solamente existen ellos y sus intereses. Te comento esto porque en la cotidianidad de la misión me encuentro constantemente con varios jóvenes y adultos que se comportan de este modo. Por: Joel CRUZ Un mundo que no quiere crecer El egocentrismo Durante la conversación que mantengo con cada persona, me parece estar dialogando con un corazón repleto de egoísmo, pues casi siempre la veo angustiada por cubrir sus necesidades, satisfacer sus deseos y conseguir sus intereses. Si buscan ayuda es para su bienestar personal. Esto lo he percibido en jóvenes, adultos, ricos, pobres, profesionales, analfabetos… Creo que el egocentrismo es un mal que está infectando a toda la gente igual que si fuera una epidemia y no respeta sexo, condición social o cultural. Jóvenes ejecutivos preocupados por sus negocios sin pensar en las necesidades de los demás
La insensibilidad Frecuentemente me encuentro con profesionales exitosos, que tienen buen nivel económico e intelectual, jóvenes llenos de vitalidad en todos sentidos, pero que se comportan como adolescentes egocéntricos, narcisistas; personas que tienen una visión despreocupada de la vida, viven el presente sin preocuparse por su futuro, menos les interesa la vida de los demás. Es como si sus sueños se hubieran empequeñecido tanto, que no van más allá del «hoy» y de lo que ofrece el mercado; como si sus ojos estuvieran empañados para ver lo que les rodea, como cosas para usar y tirar, incluso ven a las personas como «objetos que caminan». A veces me parece estar conversando con corazones que se van petrificando, es decir, cada vez menos sensibles, menos tiernos, menos solidarios; van perdiendo capacidad de amar y por eso la gratuidad va desapareciendo de su experiencia, ya no saben qué es. La insatisfacción y la contradicción Otras veces encuentro personas que a simple vista parecen tener seguridad y confianza, pero durante la conversación, poco a poco se va desvelando un horizonte lleno de inseguridad que clama por un acompañamiento porque la soledad los está matando; pero su incapacidad de relacionarse con los demás o su orgullo no los deja reconocer que necesitan de los otros. Personas que internamente están insatisfechas con lo que poseen, con lo que hacen y no saben cómo remediarlo. No ven otra alternativa para llenar el vacío de su corazón que el consumismo salvaje que los aprisiona y va matando su humanidad. Gente que se limita a buscar o tener relaciones per- « A veces me parece estar conversando con corazones que se van petrificando, es decir, cada vez menos sensibles, menos tiernos, menos solidarios» scip.cornell.edu Durante un concierto musical sonales intermitentes, instantáneas y fugaces, viven una contradicción profunda, tiemblan ante la idea de un compromiso que limite su libertad y, al mismo tiempo, están conscientes de su inestabilidad. ¿Es una vida alegre y despreocupada? Más bien, triste y confundida, con falta de claridad y sueños, sin esperanza ni horizonte que oriente su existencia. Miedo a crecer Las personas a las que me refiero superan los 25 ó 30 años, pero no quieren ser adultos, es decir, no quieren entrar en contacto con la realidad que los desafía, que los obliga a crecer humanamente, a plantearse objetivos a largo plazo y asumir riesgos para conseguirlos. Son personas que se niegan a crecer, no quieren dejar el nicho familiar, les da miedo «salir del cascarón» y volar solos; no quieren asumir responsabilidades de adultos, prefieren disfrutar una vida sin responsabilidades ni preocupaciones; les aterra perder su comodidad. Ellos y ellas necesitan todo el tiempo para ellos mismos, no pueden pensar y ocuparse por los demás, el tiempo apenas les alcanza para cuidar su imagen y adecuarla con productos que ofrece el mercado y que les permita mantener el «cascarón juvenil». Les aterra envejecer. mayo 2011 43
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