11 - Ateneo de Madrid

y Manuel
E N el número 10 de LA ESTAFETA LITERARIA apareció
un trabajo mío en el que se recogían datos 'sobre
• la concesión del Premio Nobel de Literatura al dramaturgo
español don José Echegaray. En aquel artículo se
daba, íntegro, el manifiesto que la "Juventud Literaria"
del 1904 hizo público, en el cual; se mostraba, correctamente,
la disconformidad con el galardón que acababa de obtener
don José y se hacía patente que "los gustos literarios"
de aquellos .firmantes eran "distintos" y "contrarias"
sus "admiraciones".
De aquel numerosísimo muestrario, de firmas, el tiempo
fue cribando las que habían de "quedar", y ese mismo Oro-
AZORÍN
A
ZORÍN" es pseudónimo arehipopular.
requeteconccldo. José Martínez Ruiz,
ya no lo és tanto. Yú creo que ai 'escritor
le gusta que le.llamen por su nombre
propio, porque esto le da mas 'impresión de
popularidad .familiar.
Así, cuando mareo 1 despacio el 1-0-6-4-5,
he temado mi propósito:
—¿El señor Martínez Rulz...?
Y, poco deípués, está él mismo al 'teléfono.
• . •••••
—liRecuerda usted, el Premio Nobel del señor
Echegaray?
—Claro.
—¿Y el manifiesto de la "Juventud literaria"
de entonces?
—Lo he conservade- hasta, hace poco
tiempo. '
—Yo fui e! .promotor de "aquello". Recogí
las filmas y he tenido en mi casa, .hasta
que me'lo saquearon *c!s rojos, el original, con
las ftahas autógrafas de sodols los que lo suscrifoieironi...
• —Bso es interesantísimo...
—Sí, sí. Es interesante...
—.¿[Podría usted, para LA ESTAFETA LI-
TERARIA, contestarme a un par de pregun-
—Con gusto. Mándemelas paro que no se
me olvidan...
La afable voz del escritor se eoftja con la
despedida. Le envié las preguntas! y aquí está
su contestación:.
- "Reduzco todas las preguntas a una; perdone
el pescudador. Confundo los manifiestos;
existe un manifiesto contra, el homenaje
a Edhegáráy; otros de los- pintores y escultdres,
que defienden el dmpresionfeimo, atacado
en la Academia • ' . " • •
6- í
Aquel manifiesto, más que una protesta
centra Elchegaray. fue la consagración de un
nombré: el de Jacinto. Ese íué el significado
de mi firma.
—¿......? ¿...'...? ¿......?
Como, impactos secos van, una a -una, surgiendo
las interrogaciones.
—Sus preguntas, amigo García, Suárez,
equivalen a enfrentar al Almagra San Martín
machucho y pachucho de hoy, con el
Almagro San Martín, joven y retozón de
hace casi medio, siglo. Vale tanto como conjugar
(conjugar en- el recto sentido de la
palabra que es comparar, no mezclar, como
creen algunos) la reflexión con la impresión,
la. meditación co'ri la. intuición.
—¿Pero...;? i ,
—Yo firmé el manifiesto contra Echegaray,
porque don José y sus, aledaños representaban,
para ios jóvenes, de entonces, un
romanticismo trasnochado, hueco, falso y declamatorio
al gusto 1 del público, "que era lo
peor", cuyo auge cerraba el paso a los ncveles,
coM Jacinto Benavente a la cabeza, de
quien unos pocos, muchachos habíamos hecho
nuestro ídolo, mientras los viejos 1,3 atacaban
co-n desdén. Recuerdo .los bochornosos
pateos de "La gata de Angora". El manifiesto
íué un aldabonaao en la puerta cerrada
de la incomprensión, para Ms nuevas
tendencias artísticas a las que se llamaba,
con vaguedad ca-ñddpctsa, modernismo.
—¿No firmó...?
—No recuerdo que niraciuno de los raque-1
ridos se negase a firmar el manifiesto célebre.
Por el contrario, se solicitaba ,r>or la
muchachada el honor d>3 figurar €n tal B'-ÍEco
de rebeldes, que era como utaa Plana M£yor
de la nueva literatura en amsn;ci-da.
¿ ?
• nos que les daba vida, dándolas muerte fue. He recorrido
las listas de nombres, y sólo siete—que vivan en España—
encontré en condiciones de aclarar quién fue el promotor
de aquel "toqué de atención" y cómo, dónde, por qué se
produjo. Estos nombres son: los de "Ázorín", Pío Baroja,
Uanuel Machado, Francisco Camba, Pedro Mata, Bernardo
G. de Candamo y Melchor de Almagro San Martín.
Don Pío veranea. Camba, Pedro Mata y Candamo se
Jián diluido de tal manera, que no me ha sido posible hallarlos.
Pero aquí van, -a continuación, las contestaciones,
parcas y medidas, que "Azorín", Almagro y Machado han
dado a mis preguntas, Pedro GARCÍA SUAREZ.
—Croo que fue Valle Inclán, a q¡ak,u por
entonces -a-satafaa yo" mucho, el que solicitó
mi firma, si la memoria no me es infiel.
Don Ramón dirigía, a la sazón, con la vidlencia
ardorosa qué le caracterizaba, una
campaña de tipo 1 personal y atrabiliario conr
fcra don José Echegaray, al que colmaba de
sarcasmos y sátiras punzantes, si graciosas
todas, no. de muy buen gusto y cortesía algunas.
La gente de tono arcaizante —como la
tertulia mundana, semipolítica y semiritera.ria,
que se reunía en el Atabe! de los condes
de Casa-Valencia, la de don Juan Valera y
la de Emilia Pardo Bazán—, tomaron muy
a pecho 1 el dichoso manifiesto-, defendiendo
a 'Echegaray, .a- quien consideraban poco m-snes
que como el airón de la literatura por
ellos amada y enaltecida. Yo, que .brujuleaba
por ambos campos —el que literariamente
pedíamos llamar conservador, y el que en la
misma' forma, denominaríamos revolucionario—
me-, llevé, én «1 primero, más de .un
aira-do- -coscorrón. •
—¿Qué fue Echegaray?
—Hoy pienso que don José Echegaray,
como' dramaturgo, era un- producto neto de
su época. Encarnó la» boqueadas del -romanticismo.
Su teatro era, ante todo, lo que vulgarmente
se entiende por ital: ficción, efectismo,
latiguillos, escenas falsas de relumtorón.
A los públicos placía eso-y les. sigue entreteniendo.
Díganlo si no lo's aplausos que
Nirií Mentían, la Ladrón de Guevara y otras
actrices, han, conseguido -en este año reponiendo
las obras más afamadas de Echegaray,
é¡ quien, sin duda, no faltaba talento
de compositor dramático, aunque su estilo
fuese, de acuerdo 1 con su tiempo, recargado,*
hojarasca-do y pesadamente melodramático.
Los .personajes de Echegaray eon- Críete monigotes,
¡desprovistas de toda encarnadura humana,
que entraban. y salían, hablaban y actuaban
a capricho de su autor. • Hoy pienso,
en el fondo 1 , sobre Eehegaray de los tiempc's -nuevos,
la, piedra filosofal del arte d-s escuchar,
que reside en no escuchar, en hacerse les suscos.
Y don Jacinto' se llevó el galardón gentilmente.
Acostumbraba "A B C", por aquellj épo-