11 - Ateneo de Madrid

'Antes de que rompan diez mil auroras' nuevas
un- gran olvido caejá sobre nosotros"
dice MOURLANE M1CHELENA A MOURLANE MICHELENA
SOBRE el despacho una gran
ventana a la calle de Felipe
IV. cuyas piedras, ahora- al
'• mediodía,, Ibeben como liagartos lia
luz de la acrópolis matritense. Vemos,
cerca sobre el cielo olimos nobles
del Retiro y enfrente el Museo .
de Reproducciones. Está el periodista
inclinado satoe un mapa
cuando resolvemos interrogarle:
—iXJrgeme hablar de ti, cantiga,
aquí o donde sea.
—De mí y conmigo —me ataja el
'/ pericdista—. Tres ¡bienes hay que
• pago en ornas de oro: él silencio,
Ja distancia y la ausencia. No me
lo© quites. y
vMe lias quito yo al interrogarte
^-respondemos— porque lo tuyo ..B.
mío y tina y lia misma, es lia sombra
que nos sigue como un lebrel.
—ÍEs verdad, asiente, y no la
sombra sino el ser, lo (tenemos "pro
indiviso". Cuando decreto en ÜÍda
amanecer mi inexistencia, decreto
también la tuya. No intentes,
pues, enmaciparte ni romper tus
cadenas como yo rompo las mías,
qaie es besándolas. Hicimos tú y ya .
con la misma pluma de lia que caen
algunas gotas de luz un proverbio
qu© ; ieza'ba. así:
"Iba San Buenaventura a orillas
del mar. La vida —sussuiriaiba el
santo— es una Uamlta (breve entra
dos sombras. El hombre no es mucho
más que una gota de agua, o que
rm grano de polvo, irrisión del'
viento".
.'Trajo lia ¡radia una gota marina
al oído de San Buenaventura. "'Soy
le dijo 3a. gota al santo, aoy el
mar." Trajo luego lia racha un grano
de polvo al oído de San Buenaventura:
i" Soy, lie< dijo el corpúsculo
al santo, soy el desierto,".
Y fue entonces cuando San Buenaventura
meditó: "El nombre es
infinitamente menos que la gótíi de
agua y que el grano de polvo, que
el viento arrebata en sus giros ..
Modestia, pues.- —
—Pero itú, —interrumpimos— tú
me dictaste otro proverbio' que nos
define mejor que el que recuerdas.
Es la oracioncüla del ea¡ttequizad-ar,
o sea lia. tuya.
—i¿He eido —inquiere el periodista,
cuyas sienes el tiempo, que
és gentili-hornibre, ha plateado con
gracia—, he sido, por ventora, catequiaadór?
—Es lo que eres y lo que serás,
aunque tu estampa no lo declare. La
óráciancilla» ite desduibre, ¡pues la
compusiste un .día; óyemela ahora:
"Señor: Dame el pan de cada
día y dame luego ser al que .transfundir
mi vocación de íuego. Partiré
mi pin a. un tiempo que mi fe,
que ni vacila ni mengua. Pan sin
el legos que compartir, es pan negro
y sin levadura. Envía sobre
mí, pues mi ibarro.es miseraible flageló
o pliagai expiatoria. Hasta lia
soledad que tanto temo, aceptaré
con lia frente derribada sobre la estela
d© tu manto. Si lia soledad es
un (témpano, flotante entre un os>
polar y un pingüino, yo .tras de invocaste,
subyugaré a esta? criaturas
a. mi magisterio, fíondré la risa
en lia boca torpe del oso y el. dienuedo
en el corazón del pingüino...
Y si, Señor, no ñas abandonas, hatea
para los Crea decálogo y "corpus
juri" en lia isla."
¿Eso dictaste y eres hombre que
se desvive, pam ganar prosélitos.
Quien te vede el diálogo te mutila.
No has nacido ni para la Cartuja
ni para I3, Trapa, ni siquiera, para
soledades en pompiñía como las de
Pont Royali. Quien te clausure con
esiete sellos la (boca, te iha matado.
, Y, pues, si es así, contesta a mis
preguntas diáfanamente: .¿Cuántos
años llevas escribiendo? ¿
—Más de ¡treinta, precisa nuestro
fiable. Perdóname como toe per-
dono y expiemos, juntos nuestros
errores. lAnites de que rompan diez
mil auroras nuevas, un gran olvido
caerá sotare nosaÉros. Nos espera, al.
menos ésa dulzura, amigo indesligaible.
Dentro de mí como en un
espejo, se toa- empolvado lia tarde
de junio en qué te leí un. pasaje de
lio§ '"Triunfos", que hizo el petrarca
"in vita e in morte de madonna
Launa". (Era aquel del círculo teológico
de las victorias en que la,
castidad, vence al amor, la muerte
a la castidad, el renombre a lia
muerte, el tiempo al renombre y la
divinidad ai .tiempo que en el cómputo
de lias esferas es el ¡"muever
de ciglia", el breve parpadeo de un
segundo. AI Petrarca, hurnanista de
los Triunfos, anteponíamos el poeta
de las Rimas. Había también para
nosotros criatura estelar por* medio
y tú a mí y yo a tX nos cantamos
más que nos. dijimos aquel soneto
de la nave "coima d'oblio" entre
Caribdis y Scllia;
"Morta ira 1'ande é la ragáon e il'arte
Tal ch'incomincio a disparar dsl porto."
No.' cabías aún qué la hipérbole es
el paraíso del (vándalo y tu corazón
era eona toervida. Así, pues, del pasaje
del círculo de las victorias retenías
tan sólo que el renombre vence
a la muerte. Ahora con el sol a
la espalda! el tansia-de renombre se
me ha apagado.
—Tú, recordamos, repite que la
fama ee el remedo espurio de la
gloria como el renombre, el ¡remedo
espurio de la fama, y eso que
llaman éxito es lia deformación del
renombre y envilece a quien lo
busca.
Aprueba muestro camarada y
añade:
—La gloria del escritor es menos
•pura que lia del militar o lia del
hombre de Estado. El fundador, el
misionero, el científico que osa la
exploración en tiernas distantes, vale
más que nosotros. A ser Manecmi
o Baudeliaire en el siglo XIX,
hubiese yo preferido descubrir como
Speíke en el Nyanssa lias fuentes
del Nilo o haber ¿legado como Naneen
.en el; tFram a los ochenta y seis
grados dte latitud Norte, ya cerca
del Polo, trece años antes de que
Feary lo alcanzase.
-^No puedes —amonestamos a
nuestro otro yo— descoraizonarme
•aisí. iTiú has predicado la fidelidad a
•nuestro .oficio y hoy la predicas laún.
—(Fidelidad: esa es la eleganeja,
que nos dejan —corta en seco el periodista^—
y tras una pausa se
reanuda el diálogo como sigue:
—Dime transparentemente como
si te confesaras: ¿Aspiras a que .tu
nombre quede cuando te hayas ido
al otro lado de lia vida?
—Oar el nombre a una calle es
po:o; dárselo como Guynemer a
uní estrella, demasiado. Aspiro a
que quede el mío en el casco de un
pateche vagabundo al qoi3 lia ría
de Bilbao arrope con sus shirimiris.
Si el. lAlealde de eota villa me
sobrevive —lio que Dios haga— mi
d-3seo puede cumplirse.
—Étesi'Io dices testamenfcalimente
y olvidando que no te faltará albacea.
- ¿Dónde escribiste tú primier artículo?
—En un seoianario de Jrún, y el
segundo en "El Pueblo Vasco", de
San Sebastián. , .
—.¿Quién fue el primar escritor
de veras que tú viste?
—JPierre Loti, comandante d© un.
cañonero fondeado en la bahía de
Chingudi, en la que el Bidasoa. ss
vierte. Cuando ¡recuerdo aquel paleaje
de mi infancia, oigo todavía,
el estampido de lia ametralladora
de aquel cañonero entrañable que
era el '"Javelot", al quie los franceses
asonaban él "sfcationinaire".
Había yo Ijeído secretamente en mi
fcaea de Inún algunas abras del mar
no como "El matrimonio de Lo "
•ti", "Mi hermano Ivés" o '"M pescador
de Islaodia". Eli escritor era
entones, ante todo y isoibre todo, un
viajero y nos transmitía el hechizo
de Táhiti, iSenegal, el Japón, la
Arabia o los mares polares. En sus
novelas con personajes como sombras,
Loti hablaba 'de Loti con una
tristeza singular que nuestra avidez
aifceortoía. Muchos años después, leímos
sobre el viajero una frase, corrosiva
que nos impresionó " mientras
todas las voluptuosidades y totíioa
líos dolores damzan en torno de
Loti como taayaderas en tomo de un
raja, sü alima permanece vacia "Ii
ne sent rien a fond"... Cuando lie
vi por vea primie.a, el escritor volvía
de San Sebastián, de los toros,'
cen una banderilla en lia mano. No
había salido aún Ramuncho, en el
que hay páginas penetrantes. Del
paisaje del Bidasoa, io que el via-
Jsro sentía más hondamente, es el
viento Sur que es allí el viento, mágico.
Si algún pintor me hace un retrato
en la vejez, ponga, al fondo
mentes de tierra, vasca, tocados cristalinamente
por el vásnto Sur.
Pues • hablas de pintares. ¿ Quién
es .el primero que te hfeo un retrato?
. .
Ángel Cabanas Oteiza, padre de
Juan, aunque díag anfes me hteo un
apunte en San Sebastián Darío de
Ragoyos, que es para mi .uno de los
mejores p&'sajistaídeli mundo. iDorda,
que ha muerto esitos días en
Nueva Yoiik, pintó mi segundo retrato.
De otros que siguieron, los
que me satisfacen más son uno do
Aurelio Arteta, otro de Genaro
Utrnuitia y ©tro, en fin, de Vázquez
Díaz y dos bustos de los escultores
Quintín de fierre y 'Enrique Pérez
CSmeñdadcr. Eli primero de 1926 y
el segundo de 1942,. Como noticia
curiosa agregaré que don Miguel
de Uinamuno nos hizo das retratos
al carbón, a Rafael Bánchez Masas
y a mí. iEli vialín de los violines
de Ingres en don Miguel, fue el di-
• tajo 1 .
—Vayamos por orden, Pedro.
¿Quién fue el primer gran periodista
«que viste?
—Vi en Irún también a don Joia-n
de la Cruz, maestro mío años después
y maestro de moichas. Juan de
lia Oruiz es un nombre querido en
la que se ha llamado sin medida
Escuela (Romana del Pirineo. No
Jlamem'Oa con. énfasis provenzal
Oonsistcrio lo que es un grupo de
gentas que han ganado después
asentimientos nacionales. Ju n d>3
lia Cruz militó en ese igirupo iiicansablemente
por la unidad de España..
Dirigía "'SS. Pueblo Vaeco", en
el que "ípé redactor con Ángel íSánchez
Riwro, con Agustín- Heredia,
que venía de Londres y fue el 14 a
la gran igoierra a morir par el puro
amor de la aventura, con José María
AreUario y con otros más.
•—'De los escritores con autoridad
en el momento presante, ¿quién fue
íl. primero con quien dialogaste?
—¡El' primero fue ¡Francisco de
Cpssío. Estudiantes de universidad
él y yo en Valladolid, éramos amigos
y hablamos mucho de todo y
conaigtuientementie de literatura y
de a¡rte. Ha querido lia fortuna que
sea el autor de "Manolo" uno de
Jos escritores de España a quien con
más alto deleite leo.
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