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IDENTIDAD: EL SER DEL YO

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para quien está involucrado con cuerpo y alma, que para el que sólo lo está con esta<br />

última.<br />

Doppelgänger<br />

Es a partir del discurso psicoanalítico con Freud, pero sobre todo con Lacan y<br />

su Estadio del Espejo que descubrimos que Yo no soy únicamente mi cuerpo. Sino<br />

que, curiosamente, puedo envolver algo que va más allá de la dermis, una piel<br />

psíquica susceptible de envolver de momento otros seres. Así el Yo existe en<br />

nosotros, pero también fuera de nosotros, en el espejo y en nuestro semejante.<br />

Volvamos al ejemplo anterior de aquel niño que al pegar dice haber sido<br />

golpeado. No lo hace con la intención de especular ante el reto del adulto, sino por<br />

especular en el sentido de quedar capturado por la imagen que en espejo constituye<br />

ese semejante. Resumámoslo con esta paradójica formula de Arthur Rimbaud “Yo<br />

es otro”.<br />

El Doppelgänger es ese otro yo, un doble. Aunque esté presente desde el<br />

comienzo de la cultura bajo otras formas, su voz alemana se desarrolla, hace su<br />

aparición, en la literatura romántica. Más concretamente es Jean Paul en su novela<br />

Siebenkas (1796) donde menciona el vocablo por primera vez, dice “se llama<br />

Doppelgänger a aquellos que se ven a sí mismos”.<br />

Nosotros lo definiremos por una particular combinación de aquellas<br />

coordenadas Kantianas espacio-tiempo. Digámoslo de una vez, encontrarse en dos<br />

lugares al mismo tiempo, es la formula del Doppelgänger. Aquí y ahora, pero<br />

además, allí y ahora. Daremos un ejemplo con este extracto de la novela<br />

Desesperación de Vladimir Navokov:<br />

Sepultado mi rostro en los pliegues del cuello de Lydia, y mientras sus piernas<br />

comenzaban a entrelazarme, el cenicero, golpeado, caía al suelo desde la mesilla de<br />

noche, el universo entero caía tras él… y al mismo tiempo, incomprensible y<br />

deliciosamente, me encontraba en pie, plantado en el centro mismo de la habitación,<br />

apoyada una mano en el respaldo de la silla en donde ella había dejado las medias y<br />

las bragas. La sensación de encontrarme en dos sitios a la vez me proporcionaba<br />

una excitación extraordinaria. 5<br />

5 Navokov, Vladimir (2004). Desesperación. Ed. Anagrama.<br />

6

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