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GUÍA ❯❯ Indiana Jones y la Tumba del Emperador
3. La garra del dragón
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Cuando regresé a la sala central
otra de las puertas que rodeaban
el enigma se abrió y di a parar a
un puente un poco extraño. A la ida
pude pasar sin problemas y llegar
hasta otros dos calderos pero a la
vuelta fue diferente, ya que tenía
que saltar únicamente a los círculos
azules, porque si pisaba las
baldosas rojas caería al vacío
(1). El orden que hice para llegar
hasta el final del puente fue:
1, 3, 5, 7, 5, 3, 2, 3, 5, 6, 4, 7, 9, 8.
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Regresé a la sala principal y pase por
la puerta de mi derecha que se acaba
de abrir para encender los últimos
candelabros. Al final de pasillo
vi un gran foso que parecía no tener
camino, pero con la luz mágica de
la antorcha apareció un camino
de color rojo que me permitió cruzar
sin problemas para iluminar los
dos últimos calderos (2).
A la vuelta, ese sencillo camino mágico
se había convertido en plataformas
que no paraban de moverse,
así que tuve cuidado para saltar en
el momento oportuno y no caerme
al vacío. De vuelta en la sala central
pude accionar las tres ruedas con
jeroglíficos para imitar las marcas
que rodeaban la mesa (3).
Tras colocar correctamente las tres
rocas, apareció el arma definitiva
con el me enfrenté a los zombis:
el Pa Cheng. Con él en mi poder
llegué a la sala donde encontré el
gong para estrenar mi arma legendaria
sobre unos cuantos zombis con
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Aunque conseguí rescatar a mi
amiga del sacrificio, llegué un
poco tarde y tuve que enfrentarme
a una diablesa con alas.
Para eliminar los espíritus lancé mi arma
mágica. Para protegerme de los
rayos, me coloqué detrás de las columnas
y para no ser herido por las
la que pude rematar sus almas (4).
(Ver Pieza de Museo).
En la sala siguiente me enfrenté a
otros cuantos zombis y me colé por
un túnel secreto que encontré a
través de un nicho.
Pieza de Museo
Junto a las escaleras de piedra me introduje
en un nicho abierto donde encontré la
estatuilla Henan Bei.
4. La sombra de Kong Tien
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bolas de energía teledirigidas me
protegí con el escudo especial
del Pa Chen (1).
Cuando lanzaba los rayos el demonio
se quedaba desprotegido unos segundos,
así que lancé mi arma para destrozar
los tres dragones que la rodeaban
y que le daban su fuerza (2).
09. LA TUMBA DEL EMPERADOR
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1. La tumba del primer Emperador
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Todo parecía muy extraño y debía
permanecer muy atento a las
posibles trampas, pues ningún soldado
nos dio la bienvenida.
Al final del enorme pasillo, encontré
una columna giratoria que accioné
para abrir una puerta dorada y caer
en la primera trama. Para salir de ella,
me aparté de las columnas de pin-
chos que se aplastaban con la pared
de enfrente y trepé por ellas para llegar
arriba (1).
Tras cruzar la puerta que había abierto,
llegué a un enorme foso que pude
cruzar enganchando mi látigo en las
columnas rojas del techo. Pero la
cosa no era tan fácil, ya que una serie
de llamas salían de las paredes, así
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