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La salud: derecho innegociable - suntnafin

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20 | Sinergia | Vol. VIII | 13<br />

De buena fuente<br />

El primer sistema de <strong>salud</strong> social a gran escala<br />

se creó en México durante el mandato presidencial<br />

del general Lázaro Cárdenas (1934-1940).<br />

En la comarca lagunera (Coahuila y Durango),<br />

tras el reparto agrario de octubre de<br />

1936, se creó un modelo donde los ejidatarios,<br />

usuarios del servicio, intervenían en todos los<br />

aspectos de la organización y operación, en<br />

tanto que los médicos tenían la obligación de<br />

rendir cuentas sobre el manejo de los recursos<br />

y la atención prestada a los ejidatarios y sus<br />

familias. Para ello, llevaban a cabo asambleas<br />

de información y debate, a las que convocaban<br />

puntualmente a las cuatro de la tarde del último<br />

sábado del mes. §<br />

equilibrios razonables entre equidad y eficiencia,<br />

entre poder económico y poder político.<br />

Ese reconocimiento, por tardío que sea, abre<br />

la oportunidad de fijar un nuevo paradigma de la<br />

globalización, de humanizar y echar por la borda<br />

los viejos dogmas. Y esto es lo que nos ha traído de<br />

positivo la crisis económica.<br />

Hay desacuerdo frente<br />

a las posibles soluciones<br />

<strong>La</strong> crisis económica ha colocado el centro de las<br />

prelaciones universales en reconstruir los pactos sociales,<br />

en humanizar la economía y su paradigma de<br />

la globalización. Sin embargo, el debate ha estado<br />

centrado tanto en evitar la repetición del desastre financiero<br />

en el futuro como en encontrar las fórmulas<br />

de distribuir sus costos entre la población, el fisco y<br />

las propias instituciones financieras. Aún, diría, con<br />

esas miras pequeñas o por lo menos incompletas, la<br />

polarización ideológica ha sido inevitable.<br />

El meollo de las acciones de emergencia se orientó<br />

al apuntalamiento de las instituciones, bancos, intermediarios<br />

financieros, empresas, instituciones dañadas,<br />

más que a sanear la economía de las familias,<br />

donde se concentraron las pérdidas inmobiliarias, el<br />

deterioro de las pensiones, el desempleo, la caída del<br />

poder adquisitivo. Nos fuimos hacia las instituciones<br />

elitistas, abandonamos al grueso de la población.<br />

Pero lejos de la necesaria unificación de soluciones,<br />

prevalecen desacuerdos entre las potencias<br />

líderes. Mientras unas procuran la implantación de<br />

políticas monetarias y fiscales todavía expansivas,<br />

otras abogan por la consolidación fiscal. <strong>La</strong> diversidad<br />

e, incluso, el antagonismo de las propuestas<br />

anti crisis, dejan ver clarísimamente que subsisten<br />

pugnas de interés y no menos profundas diferencias<br />

conceptuales e ideológicas. Y esto ocurre<br />

porque no acaba de rescatarse la tentación, que<br />

califico de utópica, de regresar al orden económico<br />

anterior, aunque con esto se arriesgue una recaída<br />

económica global.<br />

En los hechos, las acciones de unos y otros<br />

han erosionado las bases mismas del envejecido<br />

paradigma económico internacional. El criterio de<br />

acotar al máximo la acción intervencionista de los<br />

estados fue vulnerado por el rescate de las instituciones<br />

y empresas en riesgo de quebrar; la premisa<br />

del equilibrio del presupuesto público resultó anulada<br />

por esos mismos programas y por las políticas<br />

contra cíclicas que instrumentaron un buen número<br />

de países; el criterio monetarista que obligaba a los<br />

grandes empresarios a prohibir o restringir el crédito<br />

a los gobiernos, la compra directa de títulos<br />

privados sobre admisión monetaria inorgánica es<br />

historia pasada.<br />

Los desacuerdos de los países líderes dificultan<br />

la solución de una recuperación mundial manifiestamente<br />

débil, en riesgo de revertirse por la prevalencia<br />

del desempleo e informalidad altos, casi crónicos;<br />

deficiente demanda agregada a escala mundial, no<br />

sólo de los países; desórdenes fiscales y desajustes<br />

financieros múltiples, así como por el resurgimiento<br />

del proteccionismo marcado por manipulaciones<br />

cambiarias en los hechos competitivas, aunque no<br />

sea la intención primordial de los gobiernos.<br />

El dólar inevitablemente seguirá devaluándose y<br />

la misma existencia del euro puede estar en riesgo.<br />

<strong>La</strong> crisis va para largo, lo que se recupera y lo que

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