2ª Tocada... - Universidad La Salle Morelia

“LA VUELTA AL MUNDO EN OCHENTA TOCADAS”
los nacientes e incontrolables deseos de la primera juventud, era una suerte
de peculiar mezcla entre ocio y labor, de disciplina y relajo. En los advientos
de hospitales cantábamos a los primeros niños que padecían SIDA y año con
año acudíamos a la misa en acción de gracias por los bebés del temblor que, ya
mayorcitos, nos recordaban que nada se había terminado, que todo seguía a
pesar del traumático 1985. Cantábamos, éramos felices en medio de múltiples
carencias, materiales y espirituales, las propias de la adolescencia. Y éramos
dichosos porque sabíamos ser comunidad. Algo que Chucho nos había enseñado
magníficamente y que al paso de los chanchos años se nos olvidó.
Recuerdo haber estado, desvelado y lagañoso, en algún leprosario, pensando
en el navideño Niño del tambor, mientras trataba de rasgar sus notas
en mi guitarra (que aquí me mira y me reprocha, desde su esquina, como si
de un viejo amor que se olvidó y se dejó se tratara) con dedos congelados y
miradas desoladas. En esa sede, la del dolor inmenso, me convencía de que
yo sólo tenía “un viejo tambor y una humilde canción” para ofrecerle el niño
Jesús. Hoy, que tengo mucho más, me hacen falta, mucha falta, mi Tuna y mi
maestro…
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Rafael Estrada Michel