2ª Tocada... - Universidad La Salle Morelia

PRÓLOGO
Al pensar en el título “La Vuelta al Mundo en 80 Tocadas”, mi mente me
lleva a recordar el libro de Julio Verne y la emoción infantil que sentí al leerlo
por primera vez en mi barrio madrileño de Aluche. América, China, Brasil,
Egipto, Japón… cada lugar sonaba a descubrimiento y aventura genuina.
Durante estas “80 tocadas”, muchos tunos tuvimos la fortuna de conocer
varios de estos lugares lejanos. Arropados por la audacia y sueños del Dr.
Vázquez (“Chucho” para todos nosotros), por la temeridad y la ingenuidad de
la mocedad y sobre todo, por la única e incomparable idiosincrasia mexicana,
la tuna tuvo el honor de cantar en lugares insólitos, en escenarios milenarios
o en la sencillez de una esquina o plaza que rezumaba historia y vida.
Cada vez que un grupo de tunos perteneciente a generaciones pasadas se
reúne, es casi obligado rememorar algunas anécdotas del grupo. Y por descontado,
entre estas “80 tocadas” se despiertan toda una serie de recuerdos, risas
y nuevos guiños que afianzan el cariño fraterno por el grupo y lo que éste
representó en nuestras vidas.
Hace unos días, vi con mis hijos por veinteava vez la película el “Mago
de Oz”. En ésta, Dorothy busca desesperadamente regresar a casa, regresar
a la seguridad y cariño de los suyos. En el camino, se encuentra con curiosos
compañeros que deciden acompañarla, buscando valor, inteligencia y amor.
Haciendo camino, se enfrentan a diversos peligros y sobretodo, descubren
nuevos mundos que les ayudan a encontrarse a sí mismos.
Nosotros, como Dorothy, hicimos de estas “80 tocadas” nuestro “camino
de ladrillos amarillos” y recorrimos, centímetro a centímetro, cada metro que
nos acercó a descubrir los maravillosos valores de la “Fe, la Fraternidad y el
Servicio”.
Tras cada metro caminado, cada uno de nosotros descubrió que el valor no
se medía por actos violentos, sino por cada acorde compartido ante un enfermo
terminal aguantando la mirada directa y manteniendo la sonrisa, aún
cuando las rodillas flaqueaban y el corazón se encogía.
Cada uno de nosotros descubrió que la inteligencia no sólo se cultivaba en
las aulas de la Prepa, sino también en la necesidad de buscar el recurso en un
país lejano, cuando ni la labia ni el verbo te servían para lograr fácilmente el
objetivo deseado.
Cada uno de nosotros descubrió que el amor no era únicamente el beso
furtivo tras la serenata o encontrar el “amor de nuestra vida” con cada nueva