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Los relatos de La Milagrosa

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oídos <strong>de</strong>l barrio: “Se volaron juntos”. Agotado ese<br />

rumor, surgió otro: “Murieron en un acci<strong>de</strong>nte y<br />

nadie los pudo rescatar”. También vino la leyenda:<br />

“Se fugaron y se suicidaron”.<br />

Dieciocho años <strong>de</strong>spués, el 23 <strong>de</strong> abril <strong>de</strong> 1986,<br />

el azar me llevó al Siete, vereda <strong>de</strong>l municipio chocoano<br />

<strong>de</strong> El Carmen <strong>de</strong> Atrato, en los límites con<br />

Antioquia, sobre la cordillera occi<strong>de</strong>ntal. Allí, un<br />

caserío bor<strong>de</strong>a la aguas <strong>de</strong>l río joven, a lo largo <strong>de</strong><br />

un cañón don<strong>de</strong> las montañas, tupidas ya, se elevan<br />

en altos picos sucesivos, produciendo abajo una<br />

atmósfera <strong>de</strong> calor húmedo, semejante a la entraña<br />

misma <strong>de</strong> la tierra. El Atrato, a pesar <strong>de</strong> su juventud,<br />

se precipita en rápidos y da tumbos contra los<br />

peñones a lado y lado, llevándose consigo, a veces,<br />

gran<strong>de</strong>s trozos <strong>de</strong> montaña y árboles. En una <strong>de</strong><br />

sus curvas, se mete tanto en ella que, cree uno,<br />

quisiera atravesarla.<br />

—Es la curva <strong>de</strong> los aburridos —nos dijo don<br />

Vicente Montoya.<br />

—¿Cómo así?<br />

—Así: ¡la curva <strong>de</strong> los aburridos! A la gente <strong>de</strong>l<br />

pueblo le da miedo pasar por aquí en las noches,<br />

porque los aburridos espantan.<br />

—Y ¿quiénes son los aburridos?<br />

—Quiénes eran.<br />

—Sí, ¿quiénes eran?<br />

—Eran una parejita <strong>de</strong> pichones. Yo creo que<br />

Ella no tenía más <strong>de</strong> veinte años. Él era limpiecito,<br />

como ciertos muchachos <strong>de</strong> la ciudad. Trajeron morrales<br />

y carpa. Andaban tratando <strong>de</strong> meterse en la<br />

selva. Siempre estaban juntos, <strong>de</strong> la mano. Ella no<br />

le <strong>de</strong>sprendía la mano. Yo he visto pájaros que vuelan<br />

pegados en el aire, amándose en el vuelo, pero<br />

siempre se sueltan, en algún punto los cuerpos toman<br />

distintas direcciones. Ellos no se <strong>de</strong>spegaban.<br />

Daba gusto verlos... Pero un día, cuando ya nos ha-<br />

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