Colonias felinas controladas dosorejas.org La ... - El Refugio

champú, acondicionador, etcétera, un
exclusivo perfume al aroma de palo de
rosa, naranjo, fresa y vainilla. Para aquellos
que no sean capaces de distinguir la
locura que subyace en el tema de perfumar
a sus canes, habrá que recordarles
que la práctica inutilidad del hombre
para utilizar su nariz llevó por el
año 1200 a que unos prodigiosos que sí
sabían utilizarla, jugaran con los aromas,
los alcoholizaran, envasaran y crearan
un próspero comercio que todavía
hoy consigue embaucarnos.
Mientras que el ser humano presenta
un área sensitiva que oscila de los 3 a
los 5 cm 2 , la del perro es de unos 150 cm 2 ,
llegando a emplear unos 220 millones
de células olfativas, que en razas especializadas
alcanza los 300 millones.
Comparando estas cifras podemos
catalogar al hombre como animal incapacitado
para la actividad de oler, por
eso de tantos componentes que los
profesionales de la perfumería integran
en sus cócteles, apenas distinguimos
uno. El perro es capaz de distinguir
una molécula olfativa de entre un
millón. ¿Qué hacer con un cerebro gol-
LA FIEBRE DEL
CUIDADO ESTÉTICO
QUE NOS LLEVA A
MALTRAER A LAS
PERSONAS Y QUE NOS
HA CONVERTIDO
EN RIDÍCULAS
MARIONETAS DE
LA VANIDAD, LLEGA
HASTA NUESTROS
PERROS EN FORMA
DE EXITOSAS IDEAS
COMERCIALES
COMO MODA TEXTIL
CANINA, SPAS,
E INCLUSO “ALTA
COSMÉTICA”.
peado con la vainilla, la fresa, el palo
de rosa y el sándalo de un pobre dandidog?
¿No es de suponer que se encontrará
en constante sobre-excitación?
Actúa el perfume además como disfraz
de olores corporales. El hombre hace
mucho que dejó de practicar la comunicación
animal basada en la segregación
de feromonas y ahora, ya sabemos, liga
por Internet. Pero los estímulos olfativos
siguen marcando las reglas de la vida
animal y en la segregación de feromonas
encuentran el porqué de las relaciones
sexuales, el establecimiento de
las jerarquías y lo que es crucial, la
identificación de cada individuo.
Los aromas hormonales no se repiten,
son únicos, nosotros lo ignoramos
pero nuestros perros no.
No es de esperar que un perro perfumado
acabe con la ventaja olfativa de la
especie pero sí es de temer que a base de
adquirir la loca costumbre de que huelan
a lo que no son, terminen por olvidar esa
maravillosa cualidad que los hizo
idóneos para que fueran nuestros
compañeros primitivos.
Cuando los griegos empezaron
a perfumarse y en
cada parte de su cuerpo, vertían
diferentes mejunjes olorosos,
tan sólo los filósofos se negaron a
seguir la moda, querían conservar su
cualidad animal de hombre…
SÍ QUIERO
El ingrediente más escandaloso de esta
receta esquizofrénica es el último grito
–nunca mejor dicho– entre estos autodenominados
“pet-lovers”, las bodas
caninas. Parece ser que son ya unos
cuantos enlaces los celebrados en España
y no es insignificante su coste y
mucho menos los beneficios de los que
primero se hicieron con la idea inicial.
Unos 800 euros cuesta disfrazar a nuestros
perros de novio/novia, contratar un
catering para el resto de asistentes,
que también son perrunos y oficiar la
–permítase– salvaje ceremonia. La empresa
que de momento parte el bacalao
en nuestro país, además ha creado
una especie de agencia matrimonial en
Internet que permite anuncios tipo:
“Apuesto caballero busca encantadora
dama…” Los integrantes de esta red
social, plagan la web de fotos y vídeos
de sus perros, acompañados de este
tipo de textos ridículos con la excusa de
encontrar la pareja ideal a su despreocupado
acompañante cuadrúpedo pero
detrás está de nuevo la soledad del
llamado “hombre tecnológico” que ha
sido víctima de la pérdida de la esencia
natural de los seres vivos.
Salir a la calle, pasear, olfatear, segregar
hormonas y ser capaz de distinguirlas.
Jugar según las normas de la
naturaleza y salir de vez en cuando de
las cavernas para ver lo que hay afuera.
Ya se sabe que el hombre escapó
de su condición animal hace ya bastante,
se relaciona poco y en consecuencia,
ha decidido transformar su
necesidad de sociedad gregaria en virtual.
La sociología está a reventar de
estudios al respecto. Detrás de este
exceso de mimo para con sus animales
de compañía, se encuentra la incapacidad
de comprender que lo único
que hace feliz a un perro es la compañía
equilibrada de su amo, los paseos
agradables y la lealtad a un vínculo
entre especies de edad milenaria.
No me quieras tanto, quiéreme mejor…
17