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simbólica que roza el folklore” y por
supuesto, “una tenencia irresponsable
que va desde el abandono al merodeo
de gatos con dueño que no se han preocupado
de esterilizar al animal y que
en consecuencia, participa de las épocas
de celo y reproducción en la calle”.
Al carecer de datos, el objetivo de establecer
el control se convierte en una
misión casi quimérica y si a esto añadimos
la velocidad de reproducción de la
que hace alarde la especie implicada,
muchos de los proyectos –bien o malintencionados–
parecen palos de ciego.
CAPTURAR-
CASTRAR-SOLTAR
No obstante, el Ayuntamiento parece
haber abandonado, al menos “oficialmente”,
el exterminio indiscriminado
de animales callejeros como solución
eficaz, pues la inversión en el proceso
era mal empleada –en términos tristemente
económicos– ya que los enclaves
volvían a llenarse de gatos (el mencionado
en anteriores artículos “efecto
vacío”). Parece ahora reconocer en el
método CAPTURAR-CASTRAR-SOLTAR,
promovido por los defensores de los
animales, la solución al problema.
Apunta que el número de miembros de
las colonias necesita ser reducido. Tras
un primer examen, aquellos individuos
enfermos o heridos que no sean adoptados,
deberán ser eutanasiados. Añaden,
en palabras de Mª José Montes
“rigor a la hora de no permitir nuevos
miembros en las colonias controladas”
pues a su modo de ver, “no reducir el
aporte de alimento y no controlar la
inmigración de individuos son la causa
de fracasos en proyectos como el de la
ciudad de Roma o la Universidad de Florida”.
La propuesta del Ayuntamiento
pasa, además de las reducciones mencionadas,
por los siguientes puntos:
Elección de la colonia de origen.
Debe existir la armonía entre los vecinos
de la zona, ya que si una parte no
acepta su existencia “malamente se
podrá sacar adelante”.
Esterilización de miembros.
Mantenimiento de la colonia por
parte de los gestores y apoyados por el
Ayuntamiento: alimentación, control
de individuos, limpieza de la zona.
Eliminar los frentes. La comunicación
entre las partes implicadas debe
existir y sobre todo “quitarse de la
cabeza que aquel que protesta por la
existencia de un asentamiento de animales
es el enemigo”.
Como es de esperar, para los amantes de
los animales implicados en la gestión
de las colonias el sacrificio no es una
opción y asesorados por profesionales
de la Veterinaria como Alberto Barreto,
miembro del Comité Científico de Investigación
Felina Europeo, ponen sobre la
mesa la conclusión de que “tan sólo el
10% de los gatos que dan positivo en el
diagnóstico de las enfermedades comunes
de la calles (entre ellas Faucitis, Peritonitis
infecciosa y los retrovirus de la
Leucemia y la Inmunodeficiencia) pueden
considerarse como auténticos enfermos,
ya que el resto responde bien a
los tratamientos”. Por lo tanto, sus puntos
alternativos son los siguientes:
Toda gestión de colonia deberá
hacerse con el asesoramiento de
algún albergue y/o clínica veterinaria.
Captura de individuos, identificación
con microchip y esterilización. La esterilización
no sólo impide el comportamiento
sexual sino que evita el contagio
de enfermedades, ya sea éste
vertical (de madre a hijos) u horizontal
(contactos sexuales).
Examen veterinario, desparasitación
interna y externa, cuarentena de
miembros.
Vacunación de miembros.
Tratamiento de los enfermos y retorno
a colonia una vez controlado.
Limpieza periódica de áreas de eliminación
y comederos.
Control de nuevos individuos.
GESTIÓN DE
LAS COLONIAS
Por muy mal público que tenga un
asentamiento de gatos en cualquier
lugar, nunca faltará alguien que
espontáneamente y movido por su
compasión y amor hacia los seres vivos,
acabe alimentándoles. Por eso se
asientan y gracias a ellos, sobreviven.
¿Pero alguien se para a pensar cómo
cambia la vida de una de estas conmovidas
personas cuando decide alimentar
a un grupo de animales con la
única finalidad de no verles morir en
la calle? El estudio que Madrid Salud
llevó a cabo en 2008 para entrar en
contacto con la realidad de los alimentadores
reveló que dedican una
media de tres horas diarias a ocuparse
de la colonia y un presupuesto por día
que va desde los 40 euros, sólo en alimentación,
a 2000 euros, en el caso
de las esterilizaciones o promoción de
acogida y adopción de camadas. A
esto añaden los alimentadores la presión
psicológica de saberse persegui-
Instalaciones de la colonia felina controlada gestionada en el madrileño Parque del Buen Retiro.
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