16.05.2013 Views

Profesores, orgullo del Colegio - CCH - UNAM

Profesores, orgullo del Colegio - CCH - UNAM

Profesores, orgullo del Colegio - CCH - UNAM

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

Historias Historias Historias Historias Historias cotidianas cotidianas cotidianas cotidianas cotidianas<br />

ALEJANDRO GARCÍA<br />

En el costado oriente de la<br />

Plaza Mayor de la ciudad<br />

de México se encuentra el<br />

Palacio Nacional. Fachada de<br />

mampostería que tiene<br />

representada el águila, emblema<br />

de nuestro escudo nacional,<br />

flanqueada por los relieves de un<br />

guerrero indígena y un soldado<br />

español. Al traspasar sus pesadas<br />

puertas de madera y hierro forjado,<br />

recorrer cada uno de sus tres patios<br />

—diez arcos por cada lado que<br />

descansan en sólidos pilares—<br />

nos lleva a recordar cuando<br />

hace casi cinco siglos los<br />

españoles —asombrados y<br />

maravillados— entraron en 1519<br />

en la prodigiosa ciudad imperial de<br />

México-Tenochtitlán. Una inmensa<br />

construcción, al sur <strong>del</strong> Templo<br />

Mayor, les despertó gran<br />

curiosidad: era de dos cuerpos, con<br />

tres patios, más de cien habitaciones<br />

adornadas con gran lujo. Se les<br />

llamaba “Casas Nuevas”. Allí vivía<br />

el tlatoani, principales y nobles. Era<br />

un lugar reservado para actos<br />

administrativos y de gobierno.<br />

Dichas “Casas Nuevas de<br />

Moctezuma” pasaron a ser parte<br />

<strong>del</strong> marquesado de Cortés. Al paso<br />

<strong>del</strong> tiempo, ya cuando gobernaba<br />

Vivir Vivir en en un un palacio palacio por el virrey conde de<br />

el segundo virrey de la Nueva España, don Luis de Velasco, el rey Felipe<br />

II, a petición de los Oidores de la Audiencia, compró este lugar a Martín<br />

Cortés, hijo <strong>del</strong> conquistador. La razón de tal mudanza es que la casa<br />

donde estaban hospedados los Oidores tenían filtraciones, lo que les provocó<br />

no pocas gripes y grandes malestares. Los nuevos linderos son los que<br />

actualmente ocupa el Palacio Nacional. A partir de ese momento, los virreyes<br />

residirían en esta propiedad a la que se le conoció como Real Palacio o<br />

Casas Reales.<br />

Durante el siglo XVIII era un espacio público. Los pisos inferiores de los<br />

patios se utilizaban como bodegas, se vendía pulque y chinguirito, por lo<br />

cual siempre se mostraban llenos de suciedad, de gente que iba y venía,<br />

maldecía sin respeto alguno al compás de música y juegos de azar. La<br />

puerta principal no se cerraba por la noches, lo que provocaba que los<br />

vagos y borrachos terminaran comprando alcohol en la vinatería de adentro<br />

<strong>del</strong> Palacio. Toda esta situación de suciedad y abandono fue remediada<br />

5 de noviembre de 2007 21 Gaceta <strong>CCH</strong> 1,150<br />

Revillagigedo. Curiosa anécdota fue<br />

que este virrey quiso rescatar <strong>del</strong><br />

olvido una campana que yacía<br />

cubierta de polvo en un rincón, sin<br />

badajo y olvidada. La campana<br />

cumplía una condena, ya que una<br />

leyenda española decía que tañía<br />

por sí misma, sin ayuda humana. Los<br />

habitantes de ese pueblo hispano,<br />

creyendo ver al demonio en este<br />

hecho sobrenatural, juzgaron y<br />

sentenciaron a la campana<br />

desterrándola a Nueva España.<br />

Revillagigedo, hombre supersticioso,<br />

respetó las reales órdenes: mando a<br />

construirle un nicho a la campana<br />

pero sin badajo. Lamentablemente<br />

sus esfuerzos para embellecer y<br />

sanear el Palacio fueron nulos al<br />

paso <strong>del</strong> tiempo. Para 1790 estaba<br />

lleno de cocheras para bodegas de<br />

comerciantes y la suciedad inundaba<br />

corredores y escaleras.<br />

En la siguiente centuria los<br />

emperadores Maximiliano y Carlota<br />

fueron los causantes de un suceso<br />

que dio mucha cuerda para que los<br />

liberales se burlaran de la falta de<br />

conocimiento que los conservadores<br />

tenían de las más<br />

elementales reglas de etiqueta de las<br />

grandes cortes.<br />

La gente rica y noble de la<br />

ciudad de México fue invitada a un<br />

baile que se celebraría en Palacio<br />

Nacional. Los invitados, con sus<br />

mejores trajes, en carruajes<br />

elegantes y deslumbrantes joyas, no<br />

acudieron a la hora citada que eran<br />

las diez de la noche, sino que con la<br />

clásica impuntualidad mexicana<br />

fueron llegando a las once, once y<br />

media o al filo de la medianoche. Los<br />

porteros les impidieron el paso. Sus<br />

alegatos y protestas no pudieron<br />

ante la orden que nadie podía entrar<br />

después de que los emperadores<br />

hubieran entrado a un recinto.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!