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Leer - Snte

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CUANDO EL SOL SE FUE 167<br />

con Antonio y Alba, su esposa. Yo me devolví a Trincheras<br />

y los primeros días de junio volví a Hermosillo<br />

para ver qué noticias había sobre el trabajo.<br />

Hablé de nuevo con doña Esperanza de Tapia<br />

quien me dijo que en tanto se definiera lo de la escuela<br />

don Enguerrando me podría conseguir trabajo<br />

como masajista en el Racquet Club. Fui y me presenté<br />

con el encargado del gimnasio, pero no me tuvieron<br />

confianza, y tal vez eso fue lo mejor porque el tiempo<br />

estaba muy caluroso y no conocía las rutas del transporte<br />

público.<br />

Me sentía muy mal, como si me estuviera deshidratando,<br />

quizá porque casi no comía. Opté por regresar<br />

a Benjamín Hill con mi prima Raquel. Cuando llegué<br />

me dijo que iba a tener una reunión y no podía atenderme.<br />

–No te molestes, yo nada más llegué a saludarlos.<br />

Me dio una cerveza que me pareció muy buena y<br />

me ofreció de comer, pero no quise porque no me<br />

sentía en condiciones de hacerlo; después me acompañó<br />

a que tomara un camión para ir a Nogales. Ya<br />

en Ímuris estaba lloviendo y el clima se sentía muy<br />

agradable. Cuando llegué a Nogales con mi hermana<br />

Tere ya me sentía bien, pensé que iba a necesitar alguna<br />

medicina, pero no fue necesario. Ahí estuve unos<br />

días mientras mi sobrino Jesús Antonio arreglaba un<br />

carro que le había regalado su suegro.<br />

Después mi sobrino, Cristina –su esposa– y yo hicimos<br />

viaje a Trincheras y de ahí al campo agrícola<br />

Llano Blanco, donde estaba mi mamá. Ellos estuvie-

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