Leer - Snte

50 FLAVIO CANASTILLO MURRIETA
diar, lo que quizá podría cambiar mi vida. Tenía fe en
Dios y esperaba la realización de un milagro que me
permitiera salir del rancho. Aunque me encontraba
muy bien al lado de mi madre y hermanos, tenía que
ver por mi persona e independizarme, y confiaba en
que lo lograría. Aumenté mis oraciones para que Albita
Ramos no perdiera la intención de conseguir los
medios para que pudiera estudiar.
Esperaba que Albita viniera al rancho para ver qué
noticias me traía, pero había ocasiones en que no hacía
ningún comentario. Siempre me hacía presente
para que se acordara y no me desanimaba aunque
sentía como que no le daba mucha importancia. Me
levantaba temprano y pedía con toda mi fe y mis deseos
que se realizara un milagro. Le decía: “Dios, pon
en Albita la intención de ayudarme. Ella tiene muchos
contactos”.
Así llegó el invierno y yo no perdía la fe. Le rezaba a
la Virgen del Carmen con mucha devoción y al fin, en
la primavera de 1965, un día vino Albita y me dijo:
–Ya estoy conectándome con amigos y casi está lista
tu ida a México. ¿No te arrepientes?
–¡No, claro que no!, quiero irme a estudiar. Ya me
estoy haciendo viejo.
–Pues prepárate, porque de un momento a otro te
mando hablar.
Y dirigiendose a mi mamá:
–No se moleste en buscarle ropa porque ya ando
“moviendo teclas”.
Y nos llevaba una lista de los oficios que podía estudiar.
Eran muchos. Entre otros estaban masaje cu-