Semana Santa - mengibar

para vestir, con cuerpo de madera que añade brazos articulados, y bello
rostro de escayola policromado, con pelo recogido, y sin evidencias
de haber llevado pestañas, practica muy propia de la imaginería española,
y más concretamente andaluza, especialmente en el siglo XVIII.
b
La gran demanda del taller
granadino supuso que la
mano de Navas-Parejo no diese
forma a toda la demanda
de la que gozaba, sobretodo
en el periodo de posguerra; no
obstante, la formación de su
taller, ya iniciado a principios
de siglo, constituyó una buena
forma de dar salida a tantos
y tanto pedidos en aquella
etapa de renovación artística.
Pero esta cofradía no fue la
única que pensó en el brillante
escultor malagueño afincado
en Granada para la realización
de la talla que daba nombre
a su institución. El Señor
Amarrado a la columna, de la Cofradía de la Santa Vera Cruz fundada
en 1550, también encargó la imagen del Cristo a Navas-Parejo,
dando forma a una de las imágenes más bellas de nuestra Semana
Santa. A pesar de su modesta altura, el Señor Amarrado a la
Columna muestra una espléndida figura de pie, con cierto movimiento
adelantando el paso hasta la base que lo apresa, y sin apenas
mostrar signos de fatiga en su policromía, más allá del propio
rostro de resignación, por saber que el dolor que está recibiendo
tiene un fin salvador. Su belleza radica especialmente en esta concepción
limpia y clásica, que ya culminara el escultor de origen jiennense
Martínez Montañés, el cual acostumbraba a resaltar cuerpos
poco castigados como base de la belleza de su lenguaje artístico.
La Real Cofradía de Nuestro Padre Jesús de Mengíbar optó por
un escultor sevillano para la creación de su Nazareno: Piquer Catoulit,
también en el año 1940. A pesar de que los enseres que viste
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