Veracruz prospera: Veracruz prospera: - Cobaev

de la muerte. Me abrazó fuerte contra su pecho oloroso a sudor del trabajo
y dulcemente me preguntó: “¿te asustaste?” Yo, más atontado que nada y sin
saber la magnitud de la situación, balbucié: “sí, digo no ¿por qué?” Recuerdo
esto y siento claramente como se acelera mi corazón y late tan fuerte porque
supe en ese momento -a través de su rostro angustiado y agradecido por
verme enterito y sin rasguño alguno- lo que significaba para usted.
Conforme convivíamos en la siembra así como en la cosecha de maíz y
mangos, me fue dando tantos consejos; recuerdo en especial su tesón cuando
me hablaba de la escuela. Siempre me decía lo mismo. ¡Estudia Francisco, no te
quedes como yo de campesino! Es un trabajo hermoso, pero la vida se te va y
no logras hacer mucho. Échale ganas a tu estudio, hijo. ¡Supérame! Quiero algo
mejor para ti, no sólo que dependas de estas tierras duras y amarillentas.
Señor, hoy debo decirle que sus consejos y sacrificios no han sido en vano.
Continúo estudiando, estoy por terminar mi bachillerato y a decir verdad me
siento muy orgulloso del trabajo que ha hecho conmigo. Junto a los recuerdos
que le comenté y he querido decirle, quiero que sepa que su esfuerzo ha
rendido frutos, cada vez me siento más convencido que su rudeza no ha sido
falta de amor, sino una forma de expresar su preocupación hacia mí.
Papá siéntase rodeado con un enorme abrazo de estas líneas que sus ojos
van recorriendo. Quiero que sepa que lo amo, lo quiero y le doy infinitamente
las gracias por conducirme por la senda del esfuerzo y el estudio. Las grietas
en esas manos por el campo y la hierba, espero que se conviertan en mí a
lapiceros, sonrisas, medicamentos y esperanzas, pues sus consejos me llevan a
pensar que puedo ser un buen médico y un hombre de bien.
Mi querido padre quiero que se sienta orgulloso de mí, como lo estoy de
usted. No quisiera despedirme, pero sé que pronto, más pronto de lo que se
imagina, me verá crecer y seguir madurando, como lo hacen los árboles rectos
y fuertes de cedro.
Sin más por el momento, se despide quien quisiera más verlo que
escribirle.
Su hijo, Francisco.
P.D. No olvide lo que le he dicho y, mucho menos, cuánto quiero y admiro.
Besos.