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federico_moccia-tres_metros_sobre_el_cielo

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FEDERICO MOCCIA Tres <strong>metros</strong> <strong>sobre</strong> <strong>el</strong> ci<strong>el</strong>o<br />

—¡Menuda palabrota! Pero bueno, ¿una chica tan buena como tú dice esas<br />

cosas? Recuérdame que la próxima vez que nos duchemos juntos te lave la boca con<br />

jabón. ¿Está claro? Recuérdam<strong>el</strong>o, ¿eh?<br />

Retuerce la camiseta y, atándos<strong>el</strong>a a la cintura, sale d<strong>el</strong> baño. Babi lo mira<br />

alejarse. Sobre la espalda todavía empapada algunas gotitas de agua se deslizan entre<br />

nervios y haces de músculos ágiles y bien d<strong>el</strong>ineados. Babi coge un champú que<br />

encuentra allí mismo, en <strong>el</strong> su<strong>el</strong>o, y se lo arroja. Al oír <strong>el</strong> ruido, Step se agacha<br />

instintivamente.<br />

—Eh, ahora entiendo por qué estás enfadada, me olvidé de lavarte <strong>el</strong> p<strong>el</strong>o. Está<br />

bien, ahora vu<strong>el</strong>vo, ¿vale?<br />

—¡Vete! Ni lo intentes…<br />

Babi cierra rápidamente la puerta transparente de la ducha. Step mira sus<br />

pequeñas manos que empujan <strong>el</strong> cristal.<br />

—¡Ten! —Le lanza <strong>el</strong> champú por arriba, a través d<strong>el</strong> espacio abierto en lo alto<br />

de la ducha—. Me parece que prefieres hacerlo sola… ¡Como tantas otras cosas… por<br />

cierto! —Luego sale d<strong>el</strong> baño con una carcajada grosera.<br />

La palabra policía causa en <strong>el</strong> salón una desbandada generalizada. Las risas se<br />

acaban de golpe. Lucone, <strong>el</strong> Siciliano y Hook, con un pasado más borrascoso, son los<br />

primeros en llegar a la puerta. Algunos invitados se quedan sangrando en <strong>el</strong> su<strong>el</strong>o.<br />

Roberta llora en un rincón. Otros invitados ven a aqu<strong>el</strong>los energúmenos salir con sus<br />

anoraks de plumas puestos, las Henry Lloyd, alguna Fay y chaquetas costosas.<br />

Bunny, con un extraño tintineo de plata, se aleja algo más cargado de lo habitual.<br />

Bajan corriendo las escaleras, rápidos, haciendo temblar la barandilla de la que se<br />

aferran para ayudarse en las curvas. Arrojan al su<strong>el</strong>o los jarrones de valor que hay en<br />

los r<strong>el</strong>lanos <strong>el</strong>egantes. Revientan los buzones con patadas precisas, directas, gritando<br />

y, tras haber robado algún que otro sillín de motocicleta, se esfuman en la noche.

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