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AC I LA I I DAD<br />
BARCELONA<br />
UN REGALO HAENDELIANO<br />
Barcelona. Palau de la Música Catalana. 10-V-1999. Temporada Palau 100.<br />
Janice Waison y Lisa Milne, sopranos; Christine Iven, mezzo soprano; Anthony<br />
Rolfe Johnson, tenor; Christopher Robson, contratenor; Neal Davies, barítono<br />
Orquesta y Coro de la Academy of St. Martin in-the-Fields. Director: Neville<br />
Marriner. Haendel,/tpi&í,btj.<br />
U na<br />
batuta sabia y rigurosa al servicio<br />
de la música interpretada. Nada<br />
más y nada menos. Todo gracias<br />
a la clarividencia interpretativa<br />
de la música de Hándel por parte de<br />
Neville Marriner, quien a sus vigorosos<br />
setenta y cinco años, ofreció una auténtica<br />
lección de profundo conocimiento<br />
de la obra y de eficaz capacidad para<br />
comunicar un exacto y expresivo concepto<br />
del último oratorio hándeliano,<br />
ese bellísimo y sereno Jepbtha, acabado<br />
por su autor con especiales dificultades<br />
y algún que otro aplazamiento, debido<br />
a la intensificación de sus dolencias visuales.<br />
Dolencias que no pudieron menguar,<br />
ni mucho menos, la inspiración y<br />
la nobleza en la expresión.<br />
Marriner hizo de su versión dejepbtba<br />
un auténtico regalo, no sólo por su<br />
exacta comprensión de la obra, sino porque<br />
sus dotes de director claro, eficaz y<br />
que sabe mandar con guante de seda,<br />
consiguieron aunar voluntades y que los<br />
notables elementos puestos a sus órdenes,<br />
rindiesen a un gran nivel. Hubo tensión<br />
y fluidez constantes, así como dosificación<br />
exacta de las dinámicas,<br />
La orquesta de la Academy of St.<br />
Martin ¡n-the-Fields, cuarenta<br />
años después de su fundación<br />
por el propio Marriner,<br />
demostró que sigue siendo<br />
un instrumento de gran calidad,<br />
compacto y flexible,<br />
con homogeneidad y belleza<br />
en e! sonido y con una especial<br />
capacidad para secundar<br />
directrices en cuanto al<br />
matiz y la expresión. En<br />
cuanto al coro de la propia<br />
institución, fundado dieciséis<br />
años después, se mostró como<br />
otro instrumento de especial<br />
calidad, can voces<br />
frescas, perfectamente controladas<br />
en la emisión, sin<br />
problemas en las tesituras y<br />
también notables en la precisión<br />
y la musicalidad.<br />
Al alto nivel de la interpretación<br />
contribuyó tam-<br />
bién, por conjunción, voces Sir Nevill « Marriner<br />
y estilo, el grupo de solistas vocales, en<br />
el que no sería justo hacer muchos distingos,<br />
aunque no puede dejar de apuntarse<br />
la agradable sorpresa de una voz<br />
joven y más que prometedora, la de la<br />
DEBE LA BELLEZA EMOCIONAR?<br />
Barcelona Palau de la Música, 26, 27 y 28-IV-99. Ibercámera. Pinchas Zukerman, vio-<br />
lín; Marc Neikrug, piano. Integral de las sonatas para violín y piano de Beethoven.<br />
E<br />
stupenda<br />
iniciativa la de Ibercamera<br />
al programar una integral de las<br />
sonatas que Beethoven escribió<br />
para piano y violín -ése es el orden<br />
en que originalmente vienen citados<br />
los instrumentos-. Hace tres años<br />
Ibercamera confió la -homologa- integral<br />
brahmsiana a Zukerman y Neikrug,<br />
con un resultado francamente<br />
positivo. Beethoven es más -agradecido-<br />
y en esta ocasión los resultados<br />
musicales y el éxito de acogida -cualitativa<br />
y cuantitativa- por parte del público<br />
todavía han sido mayores. Más<br />
de veinte años interpretando juntos el<br />
repertorio para violín y piano sobreañaden<br />
a las cualidades individuales de<br />
por sí excelentes de estos dos músicos<br />
una de vital importancia en la<br />
práctica de la música de cámara: ia<br />
perfecta coordinación. Desde la concepción<br />
misma de la partitura hasta el<br />
último y más sutil matiz en la interpretación,<br />
Zukerman y Neikrug pare-<br />
cen haberlo calculado todo armónicamente<br />
desde el principio y -lo que es<br />
más notable- parecen sentirlo todo<br />
también unísonamente en el momento<br />
dé la interpretación. Y en esto último<br />
sí creemos haber apreciado una evolución<br />
desde la mencionada integral<br />
brahmsiana. Neikrug parece haber subordinado<br />
lo que recordábamos como<br />
espontaneidad en la ejecución a la<br />
sensación de férreo control intelectual,<br />
de dominio sin implicación emocional,<br />
que es característico de Zukerman.<br />
Lo único permitido a una vacilación<br />
por parte de los intérpretes durante<br />
tres veladas de intensa música<br />
fue la necesidad sentida por el violinista<br />
de asegurar la afinación de su<br />
instrumento, a veces incluso entre dos<br />
movimientos de una sonata: le importaba<br />
a Zukerman emitir siempre el sonido<br />
redondo y firme que le caracteriza,<br />
la gradación segura en todos los<br />
matices y en todas las dinámicas, la<br />
mezzo alemana Christiane Iven. Todos<br />
pendientes de Marriner y éste de Hándel.<br />
No se podía pedir más.<br />
Pau Nadal<br />
resolución imperativa y cerebral de<br />
todos los pasajes, como si el virtuosismo<br />
fuera algo que se da por supuesto.<br />
Esta impresión de control casi absoluto<br />
dificulta extrañamente la comunicación<br />
con el que escucha: sigue<br />
siendo característica del dúo Zukerman-Neikrug,<br />
que crea indudable belleza<br />
desde una por lo menos aparente<br />
impasibilidad. Esto sería incluso de<br />
alabar -líbrenos Dios de la gestualidad<br />
gratuita y efectista- si no fuera<br />
por la incómoda situación en que nos<br />
dejan: apreciamos la bondad de la interpretación,<br />
sin emocionarnos con su<br />
belleza. Esa atmósfera casi se quebró,<br />
por suerte, en la versión de la Sonata<br />
a Kreutzer. los intérpretes, por decirlo<br />
de alguna manera, se agitaron; el público<br />
se sintió no sólo convencido, sino<br />
ganado por una interpretación que<br />
añadía a la fabricación de la belleza<br />
formal la muy humana y contagiosa<br />
virtud de la emoción.<br />
José Luis Vidal