Pedro F. Merino (2007) - Dolores de San Juan
Pedro F. Merino (2007) - Dolores de San Juan
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Basílica y que el Cristo <strong>de</strong> la Veracruz entró en <strong>San</strong> <strong>Juan</strong>. En las calles<br />
reina una calma tibia que huele a romero, chocolate con churros y<br />
aguardiente. Una calma propia <strong>de</strong> la fiesta finalizada y sólo turbada por<br />
las visitas <strong>de</strong> los fieles a los Monumentos Eucarísticos. Pero para las tres<br />
<strong>de</strong> la tar<strong>de</strong>, también las galas <strong>de</strong> la Málaga histórica tien<strong>de</strong>n a recogerse.<br />
Viernes <strong>San</strong>to, ayuno <strong>de</strong> alguna comida y abstinencia absoluta <strong>de</strong> carne.<br />
Viernes <strong>San</strong>to. Oficios litúrgicos <strong>de</strong> Pasión y Muerte. Viernes <strong>San</strong>to, tres<br />
<strong>de</strong> la tar<strong>de</strong> en el Gólgota, Cristo muerto, los sagrarios abiertos y vacíos,<br />
Cristo ausente.<br />
Mas a las cinco, el crucificado <strong>de</strong> la Re<strong>de</strong>nción quiebra la ausencia y<br />
rearma la esperanza <strong>de</strong> las gentes. Nazarenos negros, mudos más que<br />
silenciosos; cruces al hombro, pies <strong>de</strong>snudos en el acerado, espartos<br />
prietos, rigor sereno en emoción contenida cuando la Virgen <strong>de</strong> los<br />
<strong>Dolores</strong> se hace a la marea baja <strong>de</strong>l Viernes <strong>San</strong>to y la saeta la compa<strong>de</strong>ce<br />
en su trance. Cristo muerto en la cruz en mitad <strong>de</strong> la calle <strong>San</strong> <strong>Juan</strong> o en<br />
el Compás <strong>de</strong> <strong>San</strong> Ignacio, en el corazón <strong>de</strong> la ciudad y en el pozo sin<br />
fondo <strong>de</strong> nuestro espíritu pecador y arrepentido.<br />
En las llagas <strong>de</strong> tus manos y tus pies traspasados, Señor <strong>de</strong> la<br />
Re<strong>de</strong>nción, todo el hambre, toda la peste, toda la guerra y toda la muerte,<br />
los cuatro jinetes apocalípticos <strong>de</strong> una humanidad embriagada <strong>de</strong><br />
autosuficiencia, precipitada al vacío <strong>de</strong>l materialismo e indiferente ante<br />
el horror <strong>de</strong> los cadáveres <strong>de</strong> niños inocentes <strong>de</strong>vorados por los buitres<br />
<strong>de</strong>l dinero y la opulencia.<br />
Tus penitentes, Señor, marchamos humil<strong>de</strong>s y callados; anónimos e<br />
igualados todos por los hábitos <strong>de</strong> negro ruán tosco y pobre, y en absoluto<br />
silencio. Silencio, Señor, ante el drama <strong>de</strong> esta sociedad arrojada al abismo<br />
<strong>de</strong> tu ausencia. ¿Quién aplau<strong>de</strong> en un duelo? ¿Quién vitorea en un<br />
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