generado - Revista Latina de Terapia Gestalt - Zimentarri
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RLTG, 2004, 1, vol. 1 (54-67)<br />
Quiero subrayar algunas características <strong>de</strong> estas experiencias negativas; todas<br />
ellas han merecido todo tipo <strong>de</strong> estudios y reflexiones. Me limito aquí a señalar algunos<br />
aspectos relevantes para el propósito que orienta este escrito –mostrar que la<br />
autenticidad <strong>de</strong> una persona se manifiesta por la manera <strong>de</strong> enfrentar y convivir con<br />
estas constantes existenciales.<br />
Estas experiencias negativas están presentes en todos nosotros y constituyen<br />
las mayores fuentes <strong>de</strong> sufrimiento y <strong>de</strong> preocupación humanas. No son algo<br />
externo, ambiental, simples efectos <strong>de</strong> un sistema social injusto, ni tampoco<br />
son consecuencias <strong>de</strong> algún factor meramente circunstancial; no son algo que<br />
se pudiera evitar con una razonable previsión y <strong>de</strong> acuerdo con programas<br />
altamente racionales. Ciertamente las previsiones pue<strong>de</strong>n reducir y<br />
eventualmente neutralizar el efecto <strong>de</strong> estas experiencias negativas, pero no<br />
son enteramente erradicables en razón <strong>de</strong> ser características inherentes a la<br />
condición humana.<br />
Son experiencias negativas radicales; radicales en el sentido <strong>de</strong> que están en<br />
la raíz misma <strong>de</strong> nuestra vida. Nadie escapa <strong>de</strong> ellas, aunque nos afecten en<br />
un grado variable según sea la estructura <strong>de</strong> la persona -según sea su<br />
capacidad para asimilar los elementos tóxicos. Mucha gente hasta se niega a<br />
pensar en estos fantasmas: prefieren creer que son simples espejismos <strong>de</strong> la<br />
mente, simples momentos pasajeros, tal vez subproductos <strong>de</strong> la mala suerte.<br />
Otros saben, que no hay como escapar <strong>de</strong> ellas, que lo mejor es saber<br />
convivir con ellas. Sustento que estas son las personas auténticas. No es que<br />
se acomo<strong>de</strong>n y se resignen pasivamente ante este tipo <strong>de</strong> experiencias:<br />
precisan ser aceptadas <strong>de</strong> la mejor manera, sin <strong>de</strong>masiados alar<strong>de</strong>s, sin<br />
engaños ni mistificaciones. La aceptan hasta con buen humor, o simplemente<br />
con serenidad.<br />
Examinemos brevemente cada uno <strong>de</strong> estos <strong>de</strong>safíos.<br />
Desafió 1<br />
En el transcurrir <strong>de</strong> una vida las pérdidas son inevitables; no me refiero a las<br />
pérdidas materiales. Estamos perdiendo algo siempre. Es costumbre lamentar la pérdida<br />
<strong>de</strong> seres queridos, <strong>de</strong> un hijo, <strong>de</strong> los padres, <strong>de</strong> algún amigo. Nos duele per<strong>de</strong>r el empleo<br />
o la enamorada que termina optando por un partido mejor. Es el tipo <strong>de</strong> hechos que nos<br />
provoca ese estado <strong>de</strong> <strong>de</strong>smotivación, tristeza y <strong>de</strong>saliento –eso que llamamos<br />
<strong>de</strong>presión, en cualesquiera <strong>de</strong> sus formas y grados. Sin embargo, hay otro tipo <strong>de</strong><br />
pérdidas que igualmente nos afectan tanto como las mencionadas, y, a veces, mucho<br />
más. Per<strong>de</strong>mos creencias, valores, a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> amigos y seres queridos. Las creencias<br />
son los presupuesto existenciales que sustentan a la persona; no me refiero únicamente a<br />
las creencias religiosas; esas son apenas un tipo <strong>de</strong> creencias; hay otras igualmente<br />
importantes que nos sustentan y dan sentido a nuestra vida. Un amigo mío me <strong>de</strong>cía:<br />
“El fin <strong>de</strong>l socialismo en los países <strong>de</strong>l Oeste europeo fue uno <strong>de</strong> los más duros<br />
golpes <strong>de</strong> mi vida; me quedé <strong>de</strong>solado durante más <strong>de</strong> un año. No podía creer que todo<br />
el trabajo <strong>de</strong> muchas generaciones por una sociedad más justa se hubiese<br />
<strong>de</strong>smoronado. Ni siquiera cuando perdí mi creencia en un Dios personal, allá, en los<br />
tiempos <strong>de</strong> mi adolescencia, me afectó tanto. Aun hoy, 5 años <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>l fin <strong>de</strong> esa<br />
bella utopía, sigo pensando que aún pue<strong>de</strong> reconstruirse sobre nuevas bases. Es mi<br />
consuelo”.<br />
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