Isla Negra 7/311 - Le chasseur abstrait
Isla Negra 7/311 - Le chasseur abstrait
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<strong>Isla</strong> <strong>Negra</strong> 7/<strong>311</strong><br />
Casa de poesía y literaturas<br />
marzo – 2012-<br />
suscripción gratuita. Lanusei,Italia. Dirección: Gabriel Impaglione.<br />
Publicación inscripta en el Directorio Mundial de Revistas Literarias UNESCO<br />
Miembro fundador del Movimiento Poético Mundial<br />
revistaislanegra@yahoo.es - http://revistaislanegra.fullblog.com.ar - http://revistaislanegra.wordpress.com/<br />
Juana García Abás<br />
La Habana, Cuba - 1950<br />
Palma en hoja traslúcido<br />
DIAGONAL SIMPLE / Una escalera para subir a recoger un racimo de imágenes.<br />
-Carlos López – Signos de puntuación.<br />
a Baruj Salinas<br />
De la barbarie a la bruma,<br />
con cuero y carne: correas<br />
- leña cortada al árbol vivo<br />
donde traslumbra el alba<br />
y aún el limo refulge en los esteros<br />
propicios a la gracia del Sol-<br />
ante el cadalso caparrosa:<br />
alcacer en siega (para ceniza<br />
mate o vitriolo oscuro<br />
- lejos del verdinegro,<br />
zapado- , o landres sin pestes levantinas)<br />
- ¿o biribís?<br />
Ojalá tanta yana tortuosa<br />
sea júcaro limón,<br />
y las pencas grises de violeta,<br />
bellas y dolorosas<br />
- vivo trastrueque- , albor indicial<br />
con aroma de albahaca - abrecamino<br />
Ana Istarú<br />
Costa Rica - 1960<br />
Yo, la hembra fiera<br />
Yo, la marsupial,<br />
la roedora,<br />
la que no tiene tregua,<br />
la que ha juntado ramas,<br />
la que escoge las hierbas con las zarpas heridas,<br />
la que gasta los cobres de su lengua<br />
para fraguar el nido<br />
y está midiendo el viento,<br />
y acapara el lado oculto<br />
de todas las colmenas,<br />
la que atina a mirar los trajes de la luna<br />
y quiere desovar,<br />
la que fue fecundada<br />
con un polen antiguo<br />
y está que la revienta<br />
la gloria de la estirpe,<br />
la que tan sólo espera un signo de los astros<br />
para tirarse<br />
con un rugido ronco a dar a luz,<br />
yo, la hembra fiera,<br />
la traidora,<br />
la taimada,<br />
1
Gloria Fuertes<br />
España – 1918 - 1998<br />
Al borde<br />
Soy alta;<br />
en la guerra<br />
llegué a pesar cuarenta kilos.<br />
He estado al borde de la tuberculosis,<br />
al borde de la cárcel,<br />
al borde de la amistad,<br />
al borde del arte,<br />
al borde del suicidio,<br />
al borde de la misericordia,<br />
al borde de la envidia,<br />
al borde de la fama,<br />
al borde del amor,<br />
al borde de la playa,<br />
y, poco a poco, me fue dando sueño,<br />
y aquí estoy durmiendo al borde,<br />
al borde de despertar.<br />
Teresa Rita Lopes<br />
Portugal - 1937<br />
A Um Cestinho de Figos<br />
O meu primo Vital trouxe-me um cestinho<br />
de figos de presente<br />
Ao escolher os mais<br />
maduros peguei num meio comido pelos pássaros<br />
O primeiro gesto foi o de deitar fora<br />
mas estaquei<br />
e resolvi fincar os dentes nesse sítio privilegiado<br />
pelo bico de um mensageiro do ar<br />
e assim ficar<br />
a conhecer os seus segredos<br />
Seja como for<br />
ninguém melhor do que um pássaro para eleger<br />
antes de o penetrar<br />
o melhor figo da figueira.<br />
Elena Medel<br />
España<br />
Curso de submarinismo<br />
Como anticipo a la pérdida,<br />
un corazón que flota y sobrevive<br />
a la riada de sueños encerrados en burbujas.<br />
Como coraza contra la victoria,<br />
agendas que no abandonan su jaula de jabón,<br />
"Afectos", editorial Presença, Lisboa, 2000<br />
la que a la muerte ha echado<br />
a perder<br />
su cacería.<br />
2
muertas sobre la placa de la ducha.<br />
Hoy es epílogo<br />
las horas construyen su ataúd junto a mi almohada.<br />
Clara Vasco<br />
Argentina - 1967<br />
El naufragio de una mujer anfibio<br />
Estoy juntando<br />
los restos de un naufragio<br />
Llevo<br />
la estola de dolor del hombre príncipe<br />
el mar<br />
y las cigarras<br />
La piel atada con cebo<br />
se ahoga en mis pulmones<br />
Queman los restos del palacio de oro<br />
y las anclas oxidadas<br />
abren tajos en las manos<br />
anzuelos azules que no cesan<br />
cajones de remedios<br />
cajones de palabras<br />
cajones de muertos flotando en la laguna<br />
yo, sirena de penumbras,<br />
me perfumo con las gotas de los cuerpos<br />
que hacen un gesto desde la orilla<br />
Allí están todos mis queridos:<br />
yo me sumerjo<br />
entre las piedras umbrías<br />
y el ardor<br />
A mí me dieron de mamar<br />
palabras de sangre<br />
una leche inconclusa de flor en el desierto<br />
Allí vienen todos los cajones<br />
y nos sentamos a tomar el té<br />
Yo tuve humildes<br />
que pisaron la tierra con zapatos de hierro<br />
Los frascos de dulce casero<br />
se apilan en los estantes con los libros<br />
y las flores que pintó mi abuela<br />
la tapada<br />
que calmaba el bullir de su savia<br />
bailando alrededor de la mesa<br />
(cuando se quedaba sola<br />
y prendía la radio<br />
y podía latir<br />
sus manos delicadas<br />
con anillos y zafiros ya extraviados)<br />
De "Vacaciones" 2004<br />
3
¿Qué lluvia<br />
qué esperma<br />
qué vientre lleno de semillas<br />
quedó atrapado entre las algas?<br />
Echo un puñado de lágrimas al mar<br />
hago un surco en la tierra<br />
¡adiós! - digo -<br />
sigo mi camino<br />
Entre el agua y el fuego<br />
nada queda del naufragio<br />
El ave de la vigilia me cubre el cabello<br />
que se vuelve polvo<br />
Eunice Odio<br />
San José, Costa Rica – 1919- 1974<br />
Poema Tercero. Consumación<br />
Tus brazos<br />
como blancos animales nocturnos<br />
afluyen donde mi alma suavemente golpea.<br />
A mi lado,<br />
como un piano de plata profunda<br />
parpadea tu voz,<br />
sencilla como el mar cuando está solo<br />
y organiza naufragios de peces y de vino<br />
para la próxima estación del agua.<br />
Luego,<br />
mi amor bajo tu voz resbala,<br />
mi sexo como el mundo<br />
diluvia y tiene pájaros,<br />
Y me estallan al pecho palomas y desnudos.<br />
Y ya dentro de ti<br />
yo no puedo encontrarme,<br />
cayendo en el camino de mi cuerpo,<br />
con sumergida y tierna<br />
vocación de espesura,<br />
con derrumbado aliento<br />
y forma última.<br />
Tú me conduces a mi cuerpo,<br />
y llego,<br />
extiendo el vientre<br />
y su humedad vastísima,<br />
donde crecen benignos pesebres y azucenas<br />
y un animal pequeño,<br />
doliente y transitivo.<br />
II<br />
Ah,<br />
si yo siquiera te encontrara un día<br />
plácidamente al borde de mi muerte,<br />
soliviantando con tu amor mi oído<br />
y no retoñe...<br />
Si yo siquiera te encontrara un día<br />
al borde de esta falda<br />
tan cerca de morir, y tan celeste<br />
que me queda de pronto con la tarde.<br />
Ah,<br />
camarada,<br />
cómo te amo a veces<br />
por tu nombre de hombre<br />
y por mi cuello en que reposa tu alma.<br />
Los elementos terrestres<br />
4
Nilgün Marmara<br />
Turquía – 1958 - 1987<br />
Mi pájaro y yo<br />
Mi pájaro y yo estamos apresuradamente dormidos<br />
reflejados en un espejo, nuestra jaula es nuestra cama<br />
nuestros rostros cara a cara aquel el uno con el otro<br />
dormimos bajo la nieve eternamente que cae<br />
mi pájaro y yo.<br />
Una cinta carmesí nos liga – mi compañero y yo<br />
indeleblemente juntos.<br />
La miseria se deleitaría con su separación.<br />
En nuestro espejo no hay nada más allá de esta obligación...<br />
Este lazo carmesí entre nosotros — mi compañero mi pájaro y yo...<br />
Margherite Yourcenar<br />
Bruselas, Bélgica -1903 - 1987<br />
Fuegos<br />
Lo mismo ocurre con un perro, con una pantera o con una cigarra. <strong>Le</strong>da decía: “Ya no soy libre para suicidarme<br />
desde que me he comprado un cisne”.<br />
La muerte es un sacramento del que sólo son dignos los más puros: muchos hombres se deshacen,<br />
pero pocos hombres mueren.<br />
No puede construirse una felicidad sino sobre los cimientos de una desesperación. Creo que voy a ponerme a construir.<br />
Que no se acuse a nadie de mi vida.<br />
No soporté bien la felicidad. Falta de costumbre. En tus brazos, lo único que yo podía hacer era morir.<br />
Existe un plan general para el universo. Sólo salimos en los momentos sublimes.<br />
En el avión, cerca de ti, ya no le tengo miedo al peligro. Uno sólo muere cuando está solo.<br />
Existe entre nosotros algo mejor que un amor: una complicidad.<br />
Rosa <strong>Le</strong>ntini<br />
Barcelona, España – 1957<br />
Desnudos, asomados...<br />
Desnudos, asomados<br />
a un pasaje colmado de pinturas,<br />
donde, vueltos de espaldas,<br />
las figuras parecen mirar<br />
hacia el interior de cada cuadro<br />
las nubes, un tronco, unas piedras.<br />
Olvidadas de sí, sus miradas<br />
habitan el cuerpo del retrato:<br />
una piedra, esa desvencijada puerta,<br />
aquel sendero que llega,<br />
pasos en la página que elude guarecerlas,<br />
5
donde la palabra quizás escucha<br />
un viento brusco en las horas<br />
y de golpe el silencio:<br />
solos sus ojos<br />
al mirar de soslayo<br />
un pájaro aleteando,<br />
deseo de percepción;<br />
el frío, su figura en lo azul,<br />
nuestra sola cosecha.<br />
De "El sur hacia mí" Igitur, 2001<br />
Seni Labart<br />
Montevideo, Uruguay –1957 -1998<br />
Credo<br />
No<br />
no<br />
y no.<br />
On<br />
Claribel Alegría<br />
Estelí, Nicaragua - 1924<br />
El muro de las sonrisas<br />
Cuando el amor se aja<br />
se marchita<br />
se te vuelve amarillo<br />
no hay remedio<br />
sólo te queda<br />
la sonrisa.<br />
Cuando te sientes sola<br />
entre sus brazos<br />
y tu piel es frontera<br />
y no te brota el llanto<br />
sólo te queda<br />
la sonrisa.<br />
Cuando el canto se oxida<br />
y el paisaje<br />
y todo lo vivido<br />
es un espectro<br />
tu único refugio<br />
es la sonrisa:<br />
ese muro cerrado<br />
impenetrable<br />
sin ayeres<br />
sin hoy<br />
y sin mañanas<br />
donde todos los sueños<br />
se hacen trizas.<br />
pertenece a una obra inédita, todos los derechos corresponden a Eduardo <strong>Le</strong>nga Avilo- Colaboración de A.P y IPN.<br />
Nelly Sachs<br />
Berlín, Alemania – 1891 - 1970<br />
En las moradas de la muerte<br />
6
¿Quién vació la arena de vuestros zapatos<br />
Cuando debíais levantaros de la muerte?<br />
La arena, la que Israel se llevó a casa,<br />
¿Su arena errante?<br />
Arena ardiente del Sinaí,<br />
Confundida con las gargantas de los ruiseñores,<br />
Confundida con las alas de las mariposas,<br />
Confundida con el ansia de polvo de las serpientes,<br />
Confundida con todo lo que se desprendió de la sabiduría de Salomón,<br />
Confundida con el amargor del ajenjo secreto.<br />
Oh vosotros dedos,<br />
Que vaciasteis la arena de los zapatos de los muertos,<br />
¡Mañana seréis polvo vosotros<br />
en los zapatos de los que han de venir!<br />
Traducción: Javier Tubía<br />
Saniya Sáleh<br />
Siria - 1935<br />
El cuerpo del cielo<br />
El cuerpo del cielo es oscuro y triste<br />
sea la noche la última ronda<br />
las luces fugaces ilusiones<br />
y más perceptibles las alas del silencio<br />
Gioconda Belli<br />
Nicaragua - 1948<br />
Pequeñas lecciones de erotismo<br />
Te busco en la fuerza del futuro<br />
Sola yo, amor,<br />
y vos quién sabe dónde;<br />
tu recuerdo me mece como al maíz el viento<br />
y te traigo en el tiempo,<br />
recorro los caminos,<br />
me río a carcajadas<br />
y somos los dos juntos<br />
otra vez,<br />
junto al agua.<br />
Y somos los dos juntos<br />
otra vez,<br />
bajo el cielo estrellado<br />
en el monte,<br />
de noche.<br />
Yo, amor, he aprendido a coser con tu nombre,<br />
voy juntando mis días, mis minutos, mis horas<br />
con tu hilo de letras.<br />
Me he vuelto alfarera<br />
y he creado vasijas para guardar momentos.<br />
Me he soltado en tormenta<br />
y trueno y lloro de rabia por no tenerte cerca,<br />
en viento me he cambiado,<br />
en brisa, en agua fresca<br />
y azoto, mojo, salto<br />
buscándote en el tiempo<br />
de un futuro que tiene<br />
la fuerza de tu fuerza.<br />
7
Elsa Cross<br />
México – 1946<br />
Amor el más oscuro III<br />
A la desventura voy.<br />
Algo en mí cada día te reconstruye<br />
y me devuelve tu imagen.<br />
Algo me lleva al lugar prohibido<br />
en que te encuentras,<br />
sitio que jamás debió tocar mi pensamiento.<br />
Qué maleficio me extravía<br />
y me oscurece todos los caminos.<br />
A la desventura voy<br />
y no quiero virtud que me confunda,<br />
no quiero fortaleza ni mesura<br />
que me aparten de ti.<br />
Sean desoídas mis palabras<br />
y viéndote<br />
me sea dada tu menor ausencia.<br />
Teresinka Pereira<br />
Brasil<br />
Reflejo<br />
En el pozo<br />
se refleja<br />
una locura<br />
de amor.<br />
La Luna<br />
presa<br />
en el agua<br />
brilla su canto<br />
como un pajarito<br />
ciego.<br />
Marina Tsvietáieva<br />
Rusia - 1892 –1941<br />
Magdalena<br />
De tus rumbos no voy a preguntarte,<br />
Pues todo se ha cumplido – ¡Mi adorada!<br />
Cuando estaba descalzo, me calzaste<br />
Con el chubasco de tu pelo<br />
Y – de tus lágrimas.<br />
No voy a preguntarte por el precio<br />
que por esos aceites tú pagaste.<br />
Cuando estaba desnudo, con la ola<br />
Del cuerpo me inundaste – como cota<br />
De "Poemas escogidos"1965-1999-Colección Poemas y Ensayos - UNAM<br />
8
Completo me rodeaste.<br />
Tu desnudez repasarán mis dedos<br />
Sin ni siquiera pronunciar palabra alguna.<br />
Yo era recto, mas tú, a mis pies cayendo,<br />
Me enseñaste la inclinación de la ternura.<br />
Hazme entre tus cabellos una fosa,<br />
Sin lino empáñame.<br />
- ¡Tú que das mirra! Y yo ¿quiero su aroma?<br />
Tú me lavaste<br />
Como una ola.<br />
(31 de agosto de 1923)<br />
traducción de Selma Ancira y Francisco Segovia<br />
Irineu Volpato<br />
Brasil<br />
Foi nos silêncios ocasos<br />
Foi nos silêncios ocasos<br />
Guardando Tamanduateí<br />
em que navegavam vozes<br />
de lembranças logo ali<br />
que vida velhaca e o velho<br />
sorriram das mágoas idas<br />
e que tempo iria punir<br />
Anne Carson<br />
Toronto, Canadá - 1950<br />
Primer oráculo caldeo<br />
Hay algo que debieras conocer.<br />
Y la forma adecuada de conocerlo<br />
Es con un virgineo de tu mente.<br />
Porque si lo presionas con tu mente<br />
y tratas de conocer<br />
ese algo<br />
lo mismo que conoces otra cosa,<br />
no lo conocerás.<br />
Viene del rojo<br />
con cacerías a ambos lados,<br />
es vestigio, es nocturno,<br />
reina tu mente.<br />
No. Calcina no es la forma<br />
de conocer<br />
lo que has de conocer.<br />
Pero emplea el zumbido<br />
de tu herida<br />
y lanzallama todo<br />
hasta el borde mismo<br />
de aquello que debieras conocer.<br />
La forma de conocerlo<br />
no es mirando fijamente.<br />
pero mantén cincelado<br />
sigue Pragando el ojo<br />
9
de tu alma y alcance<br />
con la mente vacía<br />
hacia lo que debieras conocer<br />
hasta que lo consigas.<br />
Aquello que debieras conocer.<br />
Porque está ahí (orquídea) fuera de tu y, está.<br />
Florbella de Itamambuca<br />
Ubatuba/SP, Brasil - 1986<br />
soneto neblina<br />
tudo ou nada perdi com o tinhoso<br />
vem saudade no canto da saíra<br />
meu caminho trançado com embira<br />
entreguei ao menino curioso<br />
ê meu deus quanto sei do que preciso?<br />
nessa vida aprendi que o mundo gira<br />
negaceio um raspão na ziguizira<br />
quexada de jumento em cão nervoso<br />
adão escurraça deus do paraíso<br />
cobra escorrega o corpo a língua e o guizo<br />
perdição esconde o rosto na neblina<br />
passarinho esvoaça essa cortina<br />
ilumina seu corpo e meu sorriso<br />
me leva na janela da menina<br />
Ana Rossetti<br />
Cádiz, España - 1950<br />
Cierta secta feminista se da consejos prematrimoniales<br />
Y besémonos, bellas vírgenes, besémonos.<br />
Démonos prisa desvalijándonos<br />
destruyendo el botín de nuestros cuerpos.<br />
Al enemigo percibo respirar tras el muro,<br />
la codicia se yergue entre sus piernas.<br />
Y besémonos, bellas vírgenes, besémonos.<br />
No deis pródigamente a la espada,<br />
oh viril fortuna, el inviolado himen.<br />
Que la grieta, en el blanco ariete<br />
de nuestras manos, pierda su angostura.<br />
Y besémonos, bellas vírgenes, besémonos.<br />
Ya extendieron las sábanas<br />
y la felpa absorbente está dispuesta<br />
para que los floretes nos derriben<br />
y las piernas empapen de amapolas.<br />
Y besémonos, bellas vírgenes, besémonos.<br />
Antes que el vencedor la ciudadela<br />
profane, y desvele su recato<br />
para saquear del templo los tesoros,<br />
es preferible siempre entregarla a las llamas.<br />
Y besémonos, bellas vírgenes, besémonos.<br />
Expolio singular: enfebrecidas<br />
Traducción Pedro Tena<br />
Tomado de revista Escritoras Suicidas.<br />
“…Trabajada despiadadamente por un autómata<br />
que cree que el cumplimiento de un cruel deber es<br />
un asunto de honor.”<br />
Andrea de Nerciat<br />
10
en nuestro beneficio arrebatemos<br />
la propia dote. Que el triunfador altivo<br />
no obtenga el masculino privilegio.<br />
Y besémonos, bellas vírgenes, besémonos.<br />
Con la secreta fuente humedecida<br />
en el licor de Venus,<br />
anticipémonos,<br />
de placer mojadas, a Príapo<br />
y con la sed de nuestros cuerpos, embriaguémonos.<br />
Y besémonos, bellas vírgénes, besémonos.<br />
Rasgando el azahar, gocémonos, gocémonos<br />
del premio que celaban nuestros muslos.<br />
El falo, presto a traspasarnos<br />
encontrará, donde creyó virtud, burdel.<br />
De “Los devaneos de Erato” 1980<br />
Maram al-Masri Maram<br />
Latakia , Siria – 1962<br />
Entran en nuestra vida<br />
como arroyuelos;<br />
y de repente<br />
nos ahogamos en ellos,<br />
y ya no sabemos<br />
quién nos dio<br />
el agua o la sal,<br />
ni quién<br />
dejó en nosotros<br />
esta amargura.<br />
Marta de Arévalo<br />
Uruguay<br />
Elegía por el planeta<br />
2<br />
Yo he visto en un sueño fugaz, siete puertas.<br />
Madera labrada en simbólico esmero<br />
que en su talla lucía no sé qué de funesto…<br />
Y abrióse una puerta y uno me dijo que viera:<br />
maremotos, temblores y guerra,<br />
desborde de ríos, al suelo montañas de piedra!<br />
Y abrióse otra puerta y uno que dijo que viera:<br />
volcanes en lavas hirvientes y átomos restallantes<br />
en luces de hoguera, tapaban malditos, dispersas estrellas.<br />
¿Qué hay tras las otras? interrogué temblando-<br />
"No es tiempo que veas!". Mas, sal a las plazas e increpa al planeta.”<br />
Hombre corazón de tigre, que enciendes y conciertas,<br />
en reunión de otros como tú tan viles<br />
el instrumental odioso que aplasta las ideas,<br />
escucha la visión…<br />
y reza.<br />
Yo he visto estallar el planeta en sueño profético<br />
Me he visto descalza huyendo de nubes nucleares<br />
y llamaradas igual que un infierno,<br />
al fulgor incesante reflejo<br />
que la tierra en el mar proyectaba<br />
transformada en esfera de fuego.<br />
11
Yo he visto a las almas temblando de pavor cual jamás conocieran,<br />
trepar infinita escalera y golpear a las puertas del cosmos<br />
pidiendo socorro con voces tremendas.<br />
Agrupadas en largas hileras, reja muy negra aferraban,<br />
las manos cual garfios, los rostros crispados en rictus de espanto.<br />
Flavia Cosma<br />
Rumania- Canadá<br />
El silencio de piedra<br />
En la melancólica mañana<br />
del día de ayer<br />
nevó, una límpida nieve<br />
sobre tus palabras ardientes<br />
enrojecidas hasta la exasperación<br />
en el calor de este continente sudamericano<br />
donde el frío se asemeja al calor<br />
y la dulzura a la amargura.<br />
Los amantes no queridos, se apiñan<br />
de frente a las puertas del manicomio;<br />
negro, el amor negro se queda en el vallado<br />
grandes y húmedos copos de nieve le cubren los ojos.<br />
La lágrima que se imaginaba sola en el mundo<br />
cae junto a los ángeles<br />
por oleadas de nieve, oblicuas<br />
desde el cielo.<br />
De: El Barrio Latino. - Traduccion de Luis Raúl Calvo, poeta y ensayista, Buenos Aires, Argentina<br />
Sonia Gloria Figueras<br />
Buenos Aires, Argentina<br />
Me pregunto<br />
Mil tentáculos me atrapan.<br />
Olores de incienso agrio<br />
maloliente encadenados, me rodean,<br />
se muestran amistosos,<br />
mas percibo la intención aviesa<br />
de apretar mi cuerpo a tal extremo<br />
y no puedo extender mis brazos al vacío<br />
ni siquiera emitir sonido alguno.<br />
Me pregunto en noche como ésta<br />
en que el cielo se desploma<br />
en el sur de Buenos Aires<br />
con manto pegajoso oscuro,<br />
telón que moja mi cuerpo indefenso,<br />
por qué me abandonaste.<br />
El sonido de la música dejó de acompañarme,<br />
la sonrisa banal de mi boca ardiente<br />
escapó en tiempo progresivo.<br />
¿Cómo es la risa? me pregunto,<br />
¿caparazón de desechos marinos<br />
convirtió a la tersura de mi piel?<br />
¿y las ganas de bailar los sones de la vida<br />
girando hasta caer<br />
dejó de ser?<br />
Queda la rebelión del no que<br />
es bastante<br />
-1977<br />
12
y no alcanza a retroceder en el tiempo y el espacio.<br />
Soles y lunas no brillan como otrora<br />
pero hay algo en el fondo del tonel de las Danaides.<br />
Permanece oculto en las sombras tras los muros,<br />
el deseo de bailar soñando y junto a mí, abrazada,<br />
a esta otra loca bailando.<br />
Nélida Martinelli<br />
Lanús, Argentina<br />
El futuro<br />
29<br />
Estacas y murallas<br />
atan Madre e Hijo.<br />
Uno es cadena, la otra cruz<br />
juntos<br />
caminan sobre el fuego<br />
lloran lágrimas en llamas<br />
vino<br />
azúcar dividido.<br />
Vientos de guerra anuncian nuevos vientres<br />
la mirada fetal disuelve cordones celestiales.<br />
Se caen las cortinas de los ojos<br />
el Nuevo Hombre nace<br />
en selvas primitivas<br />
gestando vegetales<br />
especies muertas<br />
insectos de luz, alas de sangre<br />
La Madre potente arroja antorchas<br />
sobre el shopping de la muerte<br />
destruyendo cruces, cadenas y murallas.<br />
Idea Vilariño<br />
Uruguay – 1920 - 2009<br />
Si muriera esta noche<br />
Si muriera esta noche<br />
si pudiera morir<br />
si me muriera<br />
si este coito feroz<br />
interminable<br />
peleado y sin clemencia<br />
abrazo sin piedad<br />
beso sin tregua<br />
alcanzara su colmo y se aflojara<br />
si ahora mismo<br />
si ahora<br />
entornando los ojos me muriera<br />
sintiera que ya está<br />
que ya el afán cesó<br />
y la luz ya no fuera un haz de espadas<br />
y el aire ya no fuera un haz de espadas<br />
y el dolor de los otros y el amor y vivir<br />
y todo ya no fuera un haz de espadas<br />
y acabara conmigo<br />
para mí<br />
para siempre<br />
y que ya no doliera<br />
y que ya no doliera.<br />
13
Elba Ethel Alcaraz<br />
City Bell, Argentina<br />
De Zonas de la Memoria (2006-2008)<br />
II<br />
Ya no pueden ser cubiertos<br />
los huecos de la memoria.<br />
Aunque las coordenadas<br />
son las mismas,<br />
mi mirada es distinta,<br />
la tierra, los árboles, las señales,<br />
los recovecos son distintos.<br />
Reconozco los trazos del camino,<br />
las sinuosidades que provocaban<br />
el asombro,<br />
el silencio irrepetible.<br />
Las voces de lo que ya no están,<br />
sus sonrisas, las figuras amadas<br />
recortadas contra el lago-espejo<br />
que las reflejaba,<br />
no alcanzan una dimensión palpable.<br />
El grito estentóreo<br />
de un pájaro invisible<br />
alborota los bordes enmarañados<br />
del sendero.<br />
Asciendo, me detengo,<br />
miro hacia atrás<br />
el camino del descenso<br />
y sé que muy pronto lo hollaré<br />
para sumarme a las ausencias.<br />
Wislawa Szymborska<br />
Prowent, actual Kórnik, Polonia - 1923 – 2012<br />
Una del montón<br />
Soy la que soy.<br />
Casualidad inconcebible<br />
como todas las casualidades.<br />
Otros antepasados<br />
podrían haber sido los míos<br />
y yo habría abandonado<br />
otro nido,<br />
o me habría arrastrado cubierta de escamas<br />
de debajo de algún árbol.<br />
En el vestuario de la naturaleza<br />
hay muchos trajes.<br />
Traje de araña, de gaviota, de ratón de monte.<br />
Cada uno, como hecho a la medida,<br />
se lleva dócilmente<br />
hasta que se hace tiras.<br />
Yo tampoco he elegido,<br />
pero no me quejo.<br />
Pude haber sido alguien<br />
mucho menos individuo.<br />
Parte de un banco de peces, de un hormiguero, de un enjambre,<br />
partícula del paisaje sacudida por el viento.<br />
Alguien mucho menos feliz,<br />
criado para un abrigo de pieles<br />
14
o para una mesa navideña,<br />
algo que se mueve bajo un cristal de microscopio.<br />
Árbol clavado en la tierra,<br />
al que se aproxima un incendio.<br />
Hierba arrollada<br />
por el correr de incomprensibles sucesos.<br />
Un tipo de mala estrella<br />
que para algunos brilla.<br />
¿Y si despertara miedo en la gente,<br />
o sólo asco,<br />
o sólo compasión?<br />
¿Y si hubiera nacido<br />
no en la tribu debida<br />
y se cerraran ante mí los caminos?<br />
El destino, hasta ahora,<br />
ha sido benévolo conmigo.<br />
Pudo no haberme sido dado<br />
recordar buenos momentos.<br />
Se me pudo haber privado<br />
de la tendencia a comparar.<br />
Pude haber sido yo misma,<br />
pero sin que me sorprendiera,<br />
lo que habría significado<br />
ser alguien completamente diferente.<br />
Guadalupe Grande<br />
Madrid, España – 1965<br />
El vuelo<br />
La vida nos sabe a poco<br />
el mar no nos basta<br />
Somos un signo de interrogación<br />
que ha perdido su pregunta<br />
Y sobre todas las tristezas<br />
el vuelo ensimismado del trapecio<br />
-pronuncié tu nombre más solitario<br />
tu nombre hecho de ausencia<br />
mínimo conjuro de sílabas que nombra<br />
la falta sin límites de tu tamaño<br />
palabra inhóspita que lleva<br />
a una región de aire<br />
en la que el equilibrio es un calvario<br />
-conozco bien esta vocación de aire<br />
esta opulenta miseria<br />
este esplendor de la tristeza<br />
este ultraje de las redes y del tiempo<br />
Conozco bien el desatino<br />
de las palabras que nombran las ausencias<br />
Huir es regresar eternamente<br />
Versión de Gerardo Beltrán<br />
15
Karina Sacerdote<br />
Buenos Aires, Argentina - 1971<br />
Quién no<br />
quién no clavó un puñal<br />
en el corazón de otro<br />
y arrancó con tenazas sus uñas<br />
y rebanó sus músculos<br />
despedazó sus nervios y sus venas<br />
tajeó su piel<br />
cercenó su abdomen y su sexo<br />
tronchó sus ojos<br />
quién no despellejó y mutiló a otro<br />
quién no abrió nunca<br />
una cicatriz profunda<br />
imposible<br />
quién está tan vacío<br />
como para no atreverse a herir<br />
irremediablemente<br />
Alejandra Pizarnik<br />
Argentina – 1936 - 1972<br />
Comunicaciones<br />
El viento me había comido<br />
parte de la cara y las manos.<br />
Me llamaban Ángel harapiento.<br />
Yo esperaba.<br />
Silvia Favaretto<br />
Italia<br />
Estrella de mar<br />
Ven a lamerme los pies, ola<br />
trágame en un<br />
abrazo de peces<br />
grises<br />
bésame las caderas<br />
con tus labios<br />
frescos de agua,<br />
amárrame<br />
con algas<br />
los tobillos,<br />
lléname de tu<br />
sal los ojos y<br />
la boca,<br />
con esquirlas<br />
de gotas hiéreme<br />
la piel,<br />
chúpame los hombros<br />
con fuerza,<br />
quémame las cejas<br />
con tu sol,<br />
del: Terapia intensiva<br />
16
pégame en la nuca con<br />
tus cachetadas frías;<br />
contigo<br />
sé que vencer<br />
no puedo,<br />
sin embargo<br />
no me vas a manchar,<br />
ni quedará vacío<br />
mi cofre inerme<br />
y azul.<br />
De: antologia mexicana "Entre la carne y las palabras".<br />
Lourdes Sarmento<br />
Recife, Brasil<br />
Canto de cristales<br />
Donde las garras del tiempo<br />
rasgan mis pies<br />
tiñendo el suelo<br />
desembarco en mi canto<br />
La palabra es el fuego<br />
es el celo de la vida<br />
es el vómito de mi dolor<br />
sumergido<br />
es la memoria del canto<br />
que sopla brisa<br />
y mandalas<br />
Si alguien preguntara<br />
mi destino<br />
entregaría mi canto<br />
quien lo entienda<br />
agoniza como yo<br />
Daisy Zamora<br />
Managua, Nicaragua - 1950<br />
Querida Tía Chofi<br />
No eras la tía Chofi del poema de Jaime Sabines,<br />
pero también te llamabas Sofía, Chofi.<br />
Vos, la rebelde desde chiquita,<br />
la que se casó contra todo el mundo<br />
pero con su hombre. Aunque la vida<br />
después resultara un purgatorio e infierno<br />
hasta que Guillermo terminó desnucándose borracho<br />
para tu descanso. Y concluiste<br />
otro capítulo de tu vida<br />
que yo te escuchaba contar, fascinada,<br />
mientras hacías escarchas de azúcar de colores<br />
que secabas al sol en láminas de vidrio.<br />
Artesana, Imaginera, Panadera, Decoradora,<br />
poblaste tu mundo de enanos, Blancanieves,<br />
Cenicientas, niñas de 15 años,<br />
parejas de Primera Comunión, casamientos,<br />
tiernos de Bautizo,<br />
entre tules, perlas, filigranas,<br />
ramilletes, cintas y lazos de pastillaje.<br />
A Adilia Moncada<br />
17
Los sacuanjoches sacados de panas de agua<br />
se convertían en tus manos en coronas,<br />
diademas y cetros frescos<br />
—efímeros símbolos de efímeros reinados.<br />
Los mediodías eran la penumbra de tu cuarto<br />
contra el solazo. Tu aposento lleno de pinceles,<br />
óleos, moldes de yeso,<br />
caballetes, lienzos, bastidores,<br />
santos de bulto a medio retocar,<br />
y en medio del caos, tu cama eternamente desarreglada.<br />
Habladora, conversadora, platicabas mientras ibas<br />
fumando cigarrillos,<br />
encendiendo uno con la colilla del otro<br />
hasta dejar tu cuarto como un cenicero lleno<br />
de colillas retorcidas y fragante a tazas de café,<br />
miel, azúcar, harina, claras de huevo,<br />
trementina, aceite de linaza,<br />
sábanas viejas.<br />
Amazona admirable en tus fantásticas hazañas:<br />
amarraste al ebrio de tu marido,<br />
te amaste con el primer Gurú legítimo de la India<br />
que pasó por Managua.<br />
Curandera, hacías medicinas, jarabes y pócimas terribles<br />
que nos obligabas a beber<br />
contra todas las enfermedades posibles.<br />
Recorrías Managua bajo aquel solazo<br />
con tu cartera repleta de chunches,<br />
el pelo alborotado,<br />
y la eterna brasa entre los labios.<br />
Qué necesidad, qué desgracia no ayudaste:<br />
Partera, Enfermera,<br />
alistabas muertos, atendías borrachos,<br />
defendías causas perdidas desde siempre,<br />
y en todas las discusiones familiares<br />
gobernaba tu figura desgarbada.<br />
Siempre en tránsito, viviste<br />
en cuartos alquilados,<br />
te salvaste de milagro en los terremotos,<br />
y cualquier persona soportó cualquier barbaridad tuya.<br />
Te peleaste hasta con la guardia<br />
y fuiste a parar al exilio de México.<br />
A veces, con tus manos pequeñitas y regordetas<br />
de puntas afiladas, como manos de bebé<br />
o como palmeritas de abanico en miniatura,<br />
te arreglabas el pelo entrecano<br />
con una onda sobre la frente<br />
y en ese gesto rápido, fugazmente<br />
se vislumbraba tu antigua gracia.<br />
Porque un día de verdad que fuiste hermosa,<br />
morena y altiva.<br />
Nada tenía que ver esa joven con vos misma,<br />
Oveja <strong>Negra</strong>, Paja en ojos ajenos,<br />
Vergüenza de tu única hija<br />
—que a pulso enviaste a estudiar a México—<br />
y de allí saltó a Pittsburgh, a New York,<br />
y recorrió Europa acumulando becas<br />
y títulos académicos<br />
con nostalgias de supuestos linajes<br />
para borrarte, para no verte,<br />
18
para no tener que sufrirte.<br />
¡Ah!, pero vos te llenabas la boca con su nombre.<br />
La mañana antes de tu muerte<br />
estuviste igual que siempre, gritona y bocatera,<br />
sólo que te quejaste<br />
de mucho malestar en los riñones.<br />
(Tu hija supo la noticia en Buenos Aires.)<br />
Vos que me contabas de tus trances en el espejo<br />
tus reencarnaciones<br />
—múltiples vidas de las que recordabas<br />
incontables anécdotas:<br />
en una de tus vidas fuiste una niña que murió<br />
recién nacida, en otra, un hombre aventurero. . .<br />
¿En qué vida estás ahora<br />
que ya no te llamás Sofía,<br />
Sabia, Sabiduría,<br />
ahora que te llamás huesos, madera desvencijada,<br />
podredumbre, tierra vegetal,<br />
humus, fosa, oscuridad,<br />
nada?<br />
Ahora que ya no estás, que ya no existís,<br />
quizás te reconozcás<br />
en este espejo.<br />
María Elena Solórzano<br />
México<br />
Esa cigarra<br />
dulces arpegios teje<br />
en la calina.<br />
Raquel Lanseros<br />
Jerez de la Frontera, Cádiz, España - 1973<br />
Bendita alegría<br />
Te confunden con otras, alegría:<br />
ingenuidad, simpleza,<br />
candidez,<br />
inocencia.<br />
Te subestiman con diminutivos<br />
sucedaneo de la felicidad<br />
eterna hermana pobre de la euforia.<br />
Parecen no acordarse de la helada rutina,<br />
cuando las insistencias se vacían en sangre<br />
y el espanto aprisiona como un despeñadero.<br />
No recojas el guante, te lo ruego,<br />
olvida el desafío que lanza la ignorancia.<br />
No nos dejes perdidos en medio de qué océano,<br />
sin tu luz, alegría,<br />
la de las manos anchas<br />
la que convierte el alma en lugar habitable.<br />
Desatiende el rumor de las trincheras,<br />
la retórica vana de los oportunistas.<br />
Tú eres el destilado de libertad más único,<br />
"Vestigios de luz", publicado en 2002 por Ediciones La Cuadrilla de la Langosta<br />
19
el orgasmo espontáneo del espíritu.<br />
Bienhallada alegría<br />
la pura de sabor<br />
la complaciente<br />
tú que vives y reinas en el tuétano limpio<br />
ahora y en el albor de toda hora<br />
quédate con nosotros.<br />
<strong>Le</strong>nilde Freitas<br />
Campina Grande (PB), Brasil<br />
Rio Verde<br />
Para melhor compor as madrugadas<br />
também os galos acordavam cedo.<br />
O vento ao passar pela varanda<br />
contava à folhagem um segredo.<br />
A hora era imensa e tão pouca<br />
ó rastro da manhã que já desanda<br />
no tempo, despetalando sim cada<br />
palavra frágil flor de nossa boca.<br />
Os colibris voavam bailarinos<br />
sobre as sépalas verdes do futuro.<br />
A brisa prenuncia assim os finos<br />
dedos da chuva fria sobre o muro.<br />
Então o relógio para, a vida zera.<br />
Desfaz-se a neblina de quimera.<br />
Elizabeth Bishop<br />
Worcester, Massachusetts, Estados Unidos - 1911- 1979<br />
El iceberg imaginario<br />
Preferimos tener el iceberg al barco,<br />
aunque esto significara el fin del viaje.<br />
Aunque se quedara inerte como una piedra de nube<br />
y todo el mar fuera un mármol moviente.<br />
Preferimos tener el iceberg al barco;<br />
preferimos poseer esta llanura jadeante de nieve<br />
aunque las velas yazgan en el mar<br />
como la nieve flota sin disolver en el agua.<br />
¿Te das cuenta, oh solemne extensión flotante,<br />
de que un iceberg descansa en ti<br />
y al despertar puede pastar en tus nieves?<br />
Por esta escena un marinero daría sus ojos.<br />
El barco olvidado, el iceberg se levanta<br />
y se vuelve a hundir; sus pináculos vidriosos<br />
corrigen elípticas en el cielo.<br />
El que pisa las tablas en esta escena<br />
es torpemente retórico. La cortina<br />
es lo suficientemente ligera para alzarse<br />
en las cuerdas muy tenues del trenzado de la nieve.<br />
Fuente: poesia.net- www.algumapoesia.com.br -Carlos Machado, 2012<br />
20
La brillantez de estas aristas listas<br />
hace la finta al sol. Su peso el iceberg atreve<br />
en un escenario cambiante, mira y se detiene.<br />
Este iceberg corta sus caras desde adentro.<br />
Como la joyería de una tumba<br />
sobrevive perpetuamente y sólo a sí mismo se adorna,<br />
o quizás a las nieves<br />
que tanto nos sorprenden yaciendo sobre el agua.<br />
Adiós, decimos adiós, el barco se aleja<br />
hacia donde las olas dejan el paso a otras olas<br />
y las nubes corren por un cielo más cálido.<br />
Los iceberg invitan al alma<br />
(ambos autoconstruidos de elementos menos visibles)<br />
a mirarlos tan: encarnados, puros, erguidos, indivisibles<br />
<strong>Le</strong>ticia Herrera<br />
Michoacán, México<br />
Tentación<br />
Arrancar los collares<br />
triturar abalorios y mordazas<br />
desnudar el telar<br />
hilvanar con pasos un camino<br />
desgarrarte la voz<br />
clamar que no eres ya<br />
mascota suave<br />
sumisa<br />
divertida<br />
vencer el miedo de saberte<br />
la dueña de tu cuerpo<br />
liberar las mejillas<br />
del bofetón<br />
y del molusco beso<br />
Alfonsina Storni<br />
Argentina – 1892 - 1938<br />
Van pasando mujeres<br />
Cada día que pasa, más dueña de mí misma,<br />
sobre mí misma cierro mi morada interior;<br />
en medio de los seres la soledad me abisma,<br />
ya no domino esclavos, ni tolero señor.<br />
Ahora van pasando mujeres a mi lado<br />
cuyos ojos trascienden la divina ilusión<br />
el fácil paso llevan de un cuerpo aligerado:<br />
se ve que poco o nada les pesa el corazón.<br />
Algunas tienen ojos azules e inocentes;<br />
van soñando embriagadas, los pasos al azar;<br />
la claridad del cielo se aposenta en sus frentes<br />
y como son muy finas se las oye soñar.<br />
Sonrío a su belleza, tiemblo por sus ensueños,<br />
el fino tul de su alma, ¿quién lo recogerá?<br />
Son pequeñas criaturas, mañana tendrán dueños,<br />
y ella pedirá flores...y él no comprenderá.<br />
De: Ver al volar, México, 1988<br />
21
<strong>Le</strong>s llevo una ventaja que place a mi conciencia:<br />
los sueños que ella tejen no los supe tejer<br />
y en manos ignorantes no perdí mi inocencia.<br />
Como nunca la tuve, no la pude perder.<br />
Nací yo sin blancura; pequeña todavía<br />
el pequeño cerebro se puso a combinar;<br />
cuenta mi pobre madre que, como comprendía,<br />
yo aprendí muy temprano la ciencia de llorar.<br />
Y el llanto fue la llama que secó mi blancura<br />
en las raíces mismas del árbol sin brotar,<br />
y el alma está candente de aquella quemadura.<br />
¡Hierro al rojo mi vida! ¿Cómo pude durar?<br />
Alma mía, la sola; tu limpieza, escondida<br />
con orgullo sombrío, nadie la arrullará;<br />
si en música divina fuera el alma adormida,<br />
el alma, comprendiendo, no despertara ya.<br />
Tengo sueño, tengo un sueño profundo.<br />
Oh humanos, en puntillas el paso deslizad;<br />
mi corazón susurra, me haga silencio el mundo,<br />
y mi alma musita fatigada:¡callad!...<br />
Karin Bellman<br />
Suecia - 1965<br />
Una aurora alambrada<br />
1: lo blanco: todo lo blanco<br />
en un espejo: en un cuarto<br />
sus verdes ojos: puedo desbocarme y morir<br />
como nieve puedo derretirme<br />
en el cristal resplandeciente<br />
Sylvia Plath<br />
Estados Unidos – 1932 - 1963<br />
Danza de noche<br />
Una sonrisa tuya cae en la hierba<br />
y se pierde para siempre.<br />
¿Y dónde se extraviarán<br />
tus danzas nocturnas? ¿En las matemáticas?<br />
Saltos y espirales tan puros<br />
sin duda recorren<br />
eternamente el mundo, y no me quedaré<br />
despojada de belleza: el don<br />
de tu pequeña vida, tu olor<br />
a pasto mojado cuando duermes, azucenas, azucenas<br />
que no pueden compararse con tu carne.<br />
La cala, los fríos pliegues de su ego,<br />
y el lirio, embelleciéndose a sí mismo<br />
-manchas, y un despliegue de pétalos ardientes-.<br />
Los cometas<br />
tienen que atravesar tanto espacio,<br />
tanta frialdad, tanto olvido.<br />
Del libro No vengas a decir<br />
22
Así se desvanecen sus gestos<br />
cálidos y humanos, y luego su luz rosada<br />
sangrando y desollándose<br />
a través de las amnesias negras del cielo.<br />
Por qué me son otorgadas<br />
estas lámparas, estos planetas<br />
que caen como bendiciones, como copos de nieve<br />
hexagonales, blancos<br />
sobre mis ojos, mis labios, mis cabellos<br />
rozándome y fundiéndose<br />
en ninguna parte.<br />
Giovanna Mulas<br />
Sardegna, Italia<br />
Esperanza de lluvia<br />
Allá donde muere Esperanza, la noche<br />
acompaña mi leve CantoSirena.<br />
Sáfica es la crin que envuelve<br />
la luna<br />
llamas de plata veo<br />
las estrellas,<br />
mis firmamentos y Color de iris<br />
los tuyos<br />
(y olores de piel)<br />
tritura la mente y envuelve los pensamientos de lluvia.<br />
Hundo mis pasos en el fango,<br />
En las sombras<br />
(Iluso es el amor que<br />
bajo el sudario tiene<br />
Negros, áridos lagos..........................................................)<br />
Ana Patricia Santaella Pahlén<br />
Córdoba, España<br />
Paisajes sin fronteras<br />
No, no es pueril<br />
desligarse de ataduras.<br />
Si el barro prendemos al barro,<br />
si el cansancio erigimos en cansancio,<br />
espectros<br />
de costra y sal<br />
conoceremos.<br />
Espectros….<br />
combatimos la espesura,<br />
las zarzas no pacíficas del desánimo,<br />
la lluvia en calma.<br />
Nada nos enseña,<br />
la ilimitada sucesión de guerras,<br />
las tierras azotadas,<br />
los rostros demacrados,<br />
las alacenas a través del hambre.<br />
23
Oleadas de nogales serán plantados,<br />
devoraremos racimos de manzanas,<br />
pisaremos<br />
nidales de hojarasca,<br />
arenisca<br />
sin el libre albedrío<br />
de las aguas y los huertos,<br />
sin la cima del Sol.<br />
Oiremos,<br />
la larga interrogación que lanzan:<br />
la sombra irrompible de la piedras,<br />
el viento autista…<br />
el agua destronada<br />
de una flor inconmovible.<br />
No, no es pueril<br />
desligarse de ataduras,<br />
de paisajes intolerantes,<br />
de muros desgastados,<br />
de la morada obstinación<br />
gimiendo en el remordimiento.<br />
No,<br />
no es pueril desligarse….<br />
Ida Fine Faubert<br />
Haiti – 1882 - 1969<br />
Suavidad<br />
Para ti me he de volver dulce y amante;<br />
Para que venga el olvido de malos días de antaño<br />
Y no sepas ya que la vida es malévola<br />
Que hiere al corazón y que se sufre tanto.<br />
Para ti, volveré a ser esa niña obediente,<br />
Que sueña con canciones, de amor y beldad,<br />
Y que a veces besa una flor a su paso,<br />
Para sentir en sus labios un temblor de verano.<br />
Te abriré mi corazón que el sol inunda,<br />
Conocerás mi alma y sus deseos ardientes,<br />
Y de la vida y el mundo ya solo sabrás<br />
Que te adoro y que ya es primavera.<br />
de Corazón de las islas<br />
Ana Ajmatova<br />
Rusia – 1889 - 1966<br />
Dedicatoria<br />
Las montañas se doblan ante tamaña pena<br />
y el gigantesco río queda inerte.<br />
Pero fuertes cerrojos tiene la condena,<br />
detrás de ellos sólo "mazmorras de la trena"<br />
y una melancolía que es la muerte.<br />
Para quién sopla la brisa ligera,<br />
para quién es el deleite del ocaso -<br />
Nosotras no sabemos, las mismas por doquiera,<br />
sólo oímos el odioso chirriar de llaves carceleras<br />
y del soldado el pesado paso.<br />
Nos levantamos como para la misa de madrugada,<br />
caminábamos por la ciudad incierta,<br />
24
para encontrar una a la otra, muerta, inanimada,<br />
bajo el sol o la niebla del Neva más cerrada,<br />
mas la esperanza a lo lejos canta cierta...<br />
La sentencia... y las lágrimas brotan de repente,<br />
ya de todo separada,<br />
como arrancan la vida al corazón, dolorosamente,<br />
como si hacia atrás la derribaran brutalmente,<br />
pero marcha... vacila... aislada...<br />
¿Dónde están ahora aquellas compañeras del azar,<br />
de mis años de infierno desnudo?<br />
¿En la borrasca siberiana cuál es su soñar,<br />
qué imaginan en el círculo lunar?<br />
A vosotras os envío mi adiós y mi saludo<br />
Myriam Fraga<br />
Salvador, Brasil - 1937<br />
Fonte<br />
A vida que passou<br />
— Água tombada<br />
Dos bordos<br />
De tua taça.<br />
O eterno fluir,<br />
O doce encanto<br />
Com que se miram<br />
Ninfas<br />
Pela tarde.<br />
Ó suave marulho,<br />
Ó farfalhar de asas...<br />
— Pássaros nascendo,<br />
Invisíveis, das águas.<br />
Tua concha como<br />
Um cálice<br />
Borbulhante, intocado,<br />
Música de sombras verdes<br />
Teu murmúrio em cascata.<br />
E o tempo, o tempo,<br />
O tempo...<br />
Gotejando sua mágoa.<br />
Cristina Villanueva<br />
Buenos Aires, Argentina<br />
<strong>Isla</strong>s buscando un continente<br />
Ausencias<br />
Pantalla de televisión en blanco crece el pensamiento.<br />
La escritura es una forma de bordar ausencias.<br />
El vacío (esa nada) crece.<br />
De Femina (1996)<br />
poesia.net, www.algumapoesia.com.br-, Carlos Machado, 2011<br />
25
La muerte (una nada) que sin embargo está en todo.<br />
El desierto pulposo de médanos tiene un mar que sólo se intuye.<br />
Marrakesh, ciudad rosa, amante de botánicos en exilio de hojas.<br />
Siempre me dijeron que el monoteísmo significaba un progreso para la humanidad, me resultó muy difícil entenderlo.<br />
Pienso (como un pequeño consuelo) que si hubieran existido muchos dioses, alguno hubiera posado su divina mirada<br />
sobre la Esma.<br />
Si dios fuera una diosa<br />
Los hombres deberían no mostrar sus cabellos.<br />
Taparse, casi del todo, el cuerpo,<br />
para no provocar a las mujeres.<br />
No llevar manzanas en el bolsillo.<br />
En la inquisición la mayor parte de los muertos hubieran sido brujos (brujas muy pocas).<br />
Se cuidarían las vidas nacidas, evitando las guerras y el hambre.<br />
Las vidas por nacer quedarían sujetas al deseo, no a la obligación.<br />
¿Y si dios fuera una pareja?<br />
A lo mejor nos entendía y no nos expulsaba del Edén y provocaba una lluvia de abrazos desde el cielo. Dulces<br />
pompones de nubes, caricias.<br />
Una ventana sin cruces, ventana hermosa de un mundo en el que no se tortura, tierra, pasto suave y niños sin<br />
calvario.<br />
¿Qué es peor que dios no exista o que exista y se ausente y queden las víctimas tan sin su mirada?<br />
La palabra riega músicas en el desierto.<br />
hadas.<br />
La palabra abre infinitos surtidores y el desierto se puebla de castillos, joyas, perfumes, alhambras, almohadas,<br />
Memoria de lo ausente<br />
Sueño contra la muerte.<br />
Eugenia Sánchez Nieto<br />
Colombia<br />
David<br />
En su delirio provocado por la enfermedad<br />
se descubrió de otra manera<br />
nunca volvió a ser el mismo<br />
se transformó complejo y ambiguo<br />
el vértigo de lo infinito<br />
el sentimiento de extravío<br />
las imágenes extrañas de los seres y sus cosas<br />
lo visitaban<br />
instaurando una conciencia insoportable<br />
el sueño aparecía como un cierto bienestar<br />
sobrecogido subía unas escaleras sin término<br />
ángeles escandalosos lo agobiaban con propuestas deseables<br />
mujeres inalcanzables miraban tras la máscara<br />
bellas parejas se mecían en el aire<br />
las palabras no lograban develar su búsqueda<br />
en silencio observaba aterrado la realidad de su vacío.<br />
Poesía Colombiana (1931 – 2011)<br />
Yolanda Bedregal<br />
26
La Paz, Bolivia - 1916 - 1999<br />
Elegía humilde<br />
Un auto ha arrollado a la vieja sirvienta<br />
¡La pisó como una hoja!<br />
Era una flor del campo, toronjil, yerbabuena.<br />
En la casa hubo duelo<br />
por su muerte de plata.<br />
Esta mujer oscura de noble cepa aymara<br />
endulzaba la vida de seres y de cosas.<br />
Llena está nuestra infancia de su imagen<br />
de Mamita Copacabana;<br />
debajo de su manta de castilla<br />
siempre traía la sorpresa<br />
de frutas, empanadas o juguetes.<br />
¡Ay dulce abuela nuestra<br />
de las macetas y del canario!<br />
Tendida en su mortaja,<br />
con unción le besamos las santas manos toscas<br />
quietas por fin del cotidiano afán.<br />
Parecían avergonzadas del reposo;<br />
dos angelitos blancos bajaron a cubrirlas.<br />
Su nombre era Mama-Usta, y nada más.<br />
Las hadas humildes sólo tienen un nombre<br />
pero es varita mágica de gracia y bendición.<br />
De la mano llevaba a mi padre a la misa;<br />
la conocieron los abuelos y bisabuelos.<br />
Era lazo entre el ahora y lo perdido.<br />
Todo lo daba, todo, su bondad y su alegría,<br />
el cobre de la dádiva, el óleo del consuelo.<br />
Cual sombra milagrosa<br />
colmaba de manjares la olla de cada día,<br />
y con agua y con sol daba celajes<br />
a los visillos y manteles.<br />
Ella prendía el fuego del hogar.<br />
Un auto la ha matado. ¡Ay, Dios mío!<br />
Su frente estaba herida<br />
y su cuerpo, nunca tocado,<br />
salpicado de barro.<br />
Cuando llegaba al cielo,<br />
con un solo zapato, la falda desgarrada<br />
un coro de jilgueros le cantaba aleluyas.<br />
Con humilde inocencia, debió de imaginar<br />
que era fiesta pascual para nosotros.<br />
-¿Como para ella el aleluya?<br />
¿Como para ella nuestro llanto?-<br />
Sencilla y limpia entró en la gloria<br />
cuidando todavía la canasta<br />
para la cena de hoy.<br />
Nuestra Mama Usta ha muerto.<br />
¡Ay canario, ay macetas, patio y agua!<br />
Ulalume González de <strong>Le</strong>ón<br />
27
Montevideo, Uruguay – 1932 - 2009<br />
Tedio de la jarra<br />
Cansada de habitar<br />
en menos que su imagen,<br />
la jarra azul se aburre<br />
y hace estallar las sílabas<br />
de su cárcel rimada.<br />
Se aburre de su azul<br />
escrito, y a mis trampas<br />
azules -lapislázuli,<br />
Nattier, Vicapervinca,<br />
Brudulbudura- burla.<br />
Se aburre de sus aguas<br />
que mi sed amaestra:<br />
cría nubes y llueve:<br />
salpica en mi cuaderno<br />
sus retratos de tinta.<br />
De su brillo se aburre<br />
y bosteza tan hondo<br />
que sorbe todo el negro<br />
del cuarto donde escribo<br />
y me quedo sin sombra.<br />
De su peso se aburre<br />
y cielo arriba, globo,<br />
en azul sobre azul<br />
ingresa en lo invisible<br />
arrojando su lastre:<br />
todo: arena de sueño.<br />
<strong>Le</strong>ticia Luna<br />
México - 1965<br />
Semilla<br />
Vengo del canto del colibrí<br />
de la sangre olorosa del volcán<br />
canta el arriero a su paso con las bestias.<br />
Las vías del tren<br />
los días fríos de Tlaxcala<br />
con sus volcanes taciturnos e impecables.<br />
Soy un camino de oyameles<br />
una gota de tiempo<br />
un grito perdido en el maguey<br />
un aliento de yegua en brama.<br />
Nostalgia de la lluvia<br />
de las flores la estación<br />
y las lágrimas del sauce.<br />
Vuelta, núm. 142, septiembre de 1988<br />
A doña Francisca Rojas<br />
“La poesía del encuentro” / Cultura independiente en el segundo centenario. Edición: Floricanto / Ateneo Las Hespérides- 2011-<br />
Claudia Lars<br />
Landay<br />
“A tu lado soy hermosa, boca tendida, brazos abiertos.<br />
Y tú, como un cobarde, te dejas mecer por el sueño.”<br />
28
El Salvador – 1899 - 1974<br />
Dibujo de la fuga<br />
El árbol y su cielo.<br />
Ya despierta la fábula en las cosas.<br />
El cielo de mi risa<br />
sobre el ágil velamen del columpio.<br />
Yo tenía la nube,<br />
también la huella fina de los pájaros<br />
y un reino verde con semillas verdes<br />
y el mar en el olfato.<br />
Por aire humedecido<br />
imaginad el ángel de las flores.<br />
Por ríos invisibles<br />
los jardines dispersos en mi frente.<br />
De su centro de sangre<br />
alzado el corazón, el fino huésped.<br />
Jnto a párvulas sombras<br />
musgo de leche y encendidas anclas.<br />
Yo tenía mi cuerpo<br />
y una fruta sin vello y dos abejas.<br />
Me bañaba desnuda entre naranjos,<br />
me comía el augurio de los tréboles.<br />
El modo de mi casa<br />
-hecho de arrimo y piedras vigilantesiba<br />
de viaje en un antiguo viaje<br />
y en un libro de peces.<br />
Los ojos de mi padre<br />
eran náuticos ojos capitanes.<br />
Daban a ratos fuegos de Santelmo<br />
y metales del norte.<br />
Detrás de mi inocencia<br />
lunas dormidas en el dulce pronto…<br />
Tal vez lo ya terrestre<br />
ardiendo como el grillo de mi luna.<br />
Para el suave domingo<br />
islas de azúcar, jaulas de listones.<br />
Para copiarme risas,<br />
una risueña Alicia del Espejo.<br />
¿Cómo contar mi olvido,<br />
mi voy jugando de jugar de juegos?<br />
La falda de mi madre:<br />
ese almidón sembrado de violetas.<br />
Todo el bosque del árbol<br />
y yo la corza libre, la criatura.<br />
¡Qué melodía de agua, qué paloma!<br />
Mi giramor…mi girasol…mi mundo!<br />
Miriam Cairo<br />
Nunca se ha visto un blanco, un encarnado,<br />
tan amorosos como el lindo verde.<br />
Andrew Marvell<br />
”Gracias a la vida, que me ha dado tanto.<br />
Me dió dos luceros que, cuando los abro,<br />
perfecto distingo lo negro del blanco,<br />
y en el alto cielo su fondo estrellado,<br />
y en las multitudes el hombre que yo amo.”<br />
-Violeta Parra<br />
29
Rosario, Argentina<br />
Conjuros para el 2012<br />
Crear un mundo. En lo posible, esférico, de tal modo que navegando siempre en dirección inversa, pueda llegarse al<br />
punto de partida. Evitar los mundos planos para que todo aquel que se adentre en el Océano no llegue hasta el límite<br />
final y caiga en el abismo habitado por <strong>Le</strong>viatán con sus monstruos marinos.<br />
Colocar en el cielo del mundo una luna sujeta a sus propias vicisitudes.<br />
Adorar al hombre y a la mujer por sobre todas las cosas.<br />
No tomar su erótica en vano.<br />
Santificar esa fiesta.<br />
No matar el amorío.<br />
Evitar la insatisfacción del prójimo y de la prójima.<br />
Comulgar la luna en rebanadas sopadas con ron y cantarse: "Dame, solamente, lo que más te guste, y nada más", hasta<br />
que se haga carne.<br />
(Fuente: Deuteronomio 5: 6?21 remixado y "Sencillamente", Bersuit Vergarabat, textual).<br />
*<br />
Colocar en el mundo una flor. Siempre la misma flor con variaciones en la forma, en el color, en el aroma. Una flor de cuatro<br />
pétalos si contamos los mayores, larguísimos, y los menores, frutales, dramáticos, hechos para morir a gritos en cada<br />
cuchillada seminal.<br />
Que para cada flor haya un tallo, serpollo, pitón, sierpe, estolón o junco desplegable.<br />
Que el tamaño no importe.<br />
Que la flor no sea jaula.<br />
Que el tallo, serpollo, estolón o junco no caiga siempre en el mismo lugar a hacer siempre las mismas cosas.<br />
*<br />
Incitar la rebeldía y el brío. Engendrar un relato padre y una poesía madre que engendren hijos breves, de todo compás y<br />
catadura. Hijos de tamaños mínimos e imaginería máxima. De apariencia exigua y resonancia perdurable. Que madre y padre<br />
se seduzcan, se embelesen, se arrebaten, se apareen hasta dar a luz pequeñas ficciones sin raza, miniaturas estéticas sin linaje,<br />
monedas de aleación trashumante. Que sean padrinos de esta progenie el arreolado Zabala, el brevólogo Brasca, la clepsidra<br />
Pollastri y la sensualera Tomassini. Que en la ceremonia de bautizo la Diosa Madre Literatura bendiga su acrisolado nombre:<br />
microficción.<br />
*<br />
Con una pluma de organdí, borrar la línea imaginaria que divide el centro de la periferia.<br />
*<br />
Buscar magia antes que imposibles. Creer en el demonio de los ensueños.<br />
*<br />
Quitar el envoltorio de las grandes estupideces y dejar que se consuman en el fuego de su propia estulticia.<br />
Arremangarse.<br />
Aplaudir.<br />
*<br />
Crear también los mundos abolidos y los firmamentos extintos. Los mundos y los cielos que no existen todavía.<br />
*<br />
Abrir las puertas tapiadas del corazón y soltar al monstruo que teníamos como rehén perdido en el laberinto.<br />
*<br />
Despejar la idea del tiempo como algo que se va. Reparar en que el 2011 no deja de chorrear sobre nosotros cuando se le saca<br />
el tapón al 2012. Ya es hora de eximirnos de la línea pedagógica del tiempo: ningún poeta se acuesta renacentista y se<br />
despierta barroco, como bien lo sabe decir en sus clases de literatura, la hechicera Graci Sosa. Es hora de brindar por el fin del<br />
año cero, por el fin del año uno, por el fin de los años como un acontecer numérico.<br />
*<br />
Llenar una y otra vez la copa con líquidos de toda especie, color y catadura y brindar hasta desatar los nudos, hasta soltar la<br />
legión de sombras, hasta mudar de piel, hasta nacer de la profunda garganta de los sueños.<br />
Natacha Santiago<br />
Cuba<br />
El verdugo pretende cambiarme<br />
La felicidad es posible<br />
respondo<br />
conozco su energía<br />
que aún escondida<br />
irradia la noche existencial<br />
la infinitud penetra<br />
y permite supervivir<br />
las ausencias inefables.<br />
30
Barbara Lucio<br />
México<br />
A la orilla del mar<br />
las olas vienen,<br />
golpean mi espalda,<br />
mi cuerpo flaquea.<br />
Los rayos del sol<br />
traspasan mi piel.<br />
El aire acaricia mi pelo:<br />
desnuda humedezco.<br />
“La poesía del encuentro” / Cultura independiente en el segundo centenario. Edición: Floricanto / Ateneo Las Hespérides- 2011-<br />
Paulina Vinderman<br />
Buenos Aires, Argentina – 1944<br />
Cónsul honoraria<br />
Te escribo desde la nada,<br />
pequeña oscura funcionaria que ni siquiera ve el río.<br />
La cúpula rota se refleja en los charcos<br />
cuando llueve<br />
y es el único sitio en que brilla el destierro,<br />
la única moneda que parece de oro.<br />
A la hora del café todos hablan de nada,<br />
se espera una tormenta (que pueda desprender el esmalte<br />
del aire) o la notificación de otro destino.<br />
Me siento como un cónsul en mi propia ciudad:<br />
un poema reseco debajo del informe, la mitad<br />
de una carta, una invitación para la fiesta en el muelle.<br />
Esa mujer con los ojos muy pintados debo ser yo,<br />
la que saluda bajo la luz naranja<br />
de los faroles de papel e imagina a una goleta<br />
amarrada a unos pasos<br />
y a su escritorio flotando en alta mar.<br />
El viento es débil<br />
y la humedad de las plantas el punto de impresión.<br />
Una ciudad, otra ciudad, se inclinan sobre mi vida<br />
con su historia (y no lloran la mía)<br />
Nombres tan fuertes como árboles,<br />
tienen razones para llegar al cielo e intentar<br />
resistir al huracán (que también gime un nombre)<br />
La vieja furia por no saber donde piso está presente<br />
(como un clásico)<br />
Una niebla que se levanta del agua y oculta<br />
el horizonte.<br />
Veo mis pies, veo el repliegue,<br />
la noche que termina sin haber empezado,<br />
un cuaderno de notas en los hospitales del mundo.<br />
Una locura de cristal, acuartelada.<br />
31
“Escribir es usar la palabra como carnada, para pescar lo que no es palabra. Cuando esa no-palabra, la<br />
entrelínea, muerde la carnada, algo se escribió. Una vez que se pescó la entrelínea, con alivio se puede echar<br />
afuera la palabra.”- Clarice Lispector<br />
Rosa María Pargas<br />
Argentina - secuestrada en 1977; se la vio con vida en el centro clandestino El Vesubio; sigue desaparecida.<br />
Hubiera querido<br />
Hubiera querido traspasar tu cuerpo,<br />
hasta diluirme en tu sangre somnolienta,<br />
y conocerme al revés,<br />
y salirme<br />
y verme al verte.<br />
Hubiera querido masticar la noche<br />
y tragarla muy despacio<br />
hasta vomitarla y detenerla.<br />
Hubiera querido que tus pies helados<br />
se quedaran atracados en la cama<br />
y yo atracarme en tu cuerpo cálido<br />
y hacernos esclavos infinitos de las ganas.<br />
Hubiera querido muchas cosas<br />
alargar la distancia de mi cuerpo<br />
abarcarme y abarcarte más...<br />
Entrar, ser vos,<br />
salir, dejar de serlo.<br />
Apretarte, apretarme.<br />
Estar siempre mojada de tus hijos<br />
llenarme las manos con tu pelo,<br />
recorrer con mi lengua las raíces de tus cosas,<br />
todo muy rápido, ¡todo al mismo tiempo...! ...<br />
pero el tiempo se viene y hay que caminarlo para<br />
hacerlo.<br />
Porque desde allá, desde donde el carajo está siendo<br />
razonado,<br />
y el fusil ya se abre paso entre los dedos<br />
porque el hambre ya se transformó en bostezo largo<br />
y el sueño, como el pan, en un misterio.<br />
Se oye un grito gritando para todos<br />
el que no quiera escuchar, se irá muriendo…<br />
Hubiera querido tantas cosas, dije,<br />
y no me alcanzó el tiempo.<br />
Poema escrito dentro de la cárcel de Rawson, después de la Masacre de Trelew, pensando que su compañero Alberto Miguel Camps había<br />
muerto.<br />
Fuente: http://aromitorevista.blogspot.com/<br />
Li Ch'ing Chao<br />
China - 1083-c. 1151<br />
El viento cede<br />
Fragancia de pétalos caídos hace poco.<br />
El vaho de la Tierra.<br />
Avanza la mañana y me cansa peinarme.<br />
Todo está igual pero él se ha ido<br />
y todo está vacío.<br />
Las palabras traicionan: habla mejor el llanto.<br />
Dicen que en Dos Arroyos todavía<br />
la primavera es primavera.<br />
¿Flotar allá, mecida por las aguas!<br />
32
Pero con tanta pena<br />
mi frágil barco se hundiría.<br />
Yoli Fidanza<br />
Buenos Aires, Argentina<br />
Pasajera subte D<br />
Pasajera del subte línea D<br />
-Congreso a Catedraladivino<br />
tu cara expuesta<br />
tras las gafas de sol<br />
amparando las nubes de tu alma.<br />
Duele la boca flagelada<br />
los apretados labios que gustan<br />
un consuelo sabor a chocolate.<br />
Pasajera del Subte línea D<br />
-ya estamos en Palermo-<br />
Descubro rastros marcas<br />
de violenta disputa<br />
Te adivino, pobre en amor<br />
millonaria en castigos.<br />
No basta el maquillaje,<br />
a la fresa morada tumefacta<br />
ni a las hundidas huellas de la sien<br />
ni a las ojeras, dos ramos de violetas.<br />
Pasajera del subte Línea D<br />
fin del recorrido. Catedral.<br />
Bajamos, te sigo, te pierdo.<br />
en la marea tumultuosa.<br />
Sin conocer tu nombre<br />
odio al cruel varón que dice amarte.<br />
Los golpes de tu noche<br />
esta mañana en carne propia duelen.<br />
Shatila V Abi - Rashed<br />
La Habana Guanabacoa, Cuba- 1983<br />
El burdel de la inocencia<br />
Soy tu adolescente de menta<br />
un pabilo<br />
no te canceles, ruégate<br />
escucha la médula espinal<br />
vamos a matarnos<br />
a mortificar el sueño<br />
a desbaratar la noche<br />
Versión de Octavio Paz<br />
25 de noviembre<br />
Día Internacional de la violencia contra de la mujer<br />
Fina García Marruz<br />
La Habana, Cuba - 1923<br />
Cine mudo<br />
No es que le falte<br />
el sonido,<br />
es que tiene<br />
el silencio.<br />
33
Soy la culpa<br />
no evites la venganza<br />
ni al verdugo<br />
voy a ser inocente.<br />
Graciela Wencelblat<br />
Buenos Aires, Argentina<br />
Para inaugurar mañanas<br />
no huir de la oscuridad.<br />
Gritar es inútil.<br />
Entran imágenes e imágenes<br />
por las cavidades.<br />
Extranjera hilvana caminos<br />
pero no avanza.<br />
Se queda en la bruma<br />
donde es apenas<br />
circunstancia.<br />
Yolanda Pantin<br />
Caracas, Venezuela – 1954<br />
El día que conocí a Susan Howe<br />
De Nupcias de hermitaña - 2008<br />
Yo venía de la guerra<br />
es decir de un nuevo engaño<br />
de esos que, al igual que el dolor, hacen bien a la dignidad narcisista<br />
según había leído en un poema de Pier Paolo Pasolini<br />
y que ahora llevaba como marca en la frente<br />
-en cada herida una lección para el futuro<br />
vacío pero inmenso-<br />
Ya había escuchado el ruido de las aspas<br />
y el humano deseo<br />
de abrazar hasta los párpados<br />
Conocí la metralla en el teléfono<br />
y en el océano las yardas<br />
Sorbí el trago de París a fondo blanco<br />
parte a parte lloré por Alemania<br />
Tuve horrendas pesadillas<br />
recuerdo especialmente un viaje en elefante<br />
-de viajes no me hablen-<br />
Me persiguen las imágenes<br />
de cuerpos mutilados<br />
en los campos<br />
brazos antebrazos frutos de la carne<br />
Qué sangrientas las batallas, Susan Howe<br />
Yo venía de la guerra<br />
y sólo traigo unos poemas<br />
Hay miedo en el dolor<br />
ayer no más decía<br />
y estas palabras para un nuevo encuentro<br />
lo importante es invisible para los ojos<br />
porque el odio fluye en un río de sangre<br />
de Los Bajos Sentimientos, 1993<br />
Saito Umeko<br />
34
Japón<br />
En mi palma<br />
no hay nada.<br />
Relámpagos en la noche<br />
Ana Milena Puerta<br />
Cali, Colombia - 1961<br />
Oración de los insaciables<br />
Recuerdo haber dicho<br />
que detesto los rompecabezas,<br />
el tiempo que muere<br />
mientras se arman,<br />
y una vez concluidos<br />
mirarlos<br />
-tristementecomo<br />
quien sabe que sus días<br />
se escapan por una ventana<br />
y no puede detenerlos.<br />
Por eso pido<br />
que la vida me llegue completa<br />
que se me vierta el mundo,<br />
que la luz me acose,<br />
que tenga las manos tan llenas<br />
y que su peso sea tan grande<br />
que no pueda soportarlo. Amén.<br />
Versión: Alfredo Lavergne<br />
Odalys <strong>Le</strong>yva Rosabal<br />
Cuba<br />
Concierto para gritar las huellas<br />
(VIII)<br />
Me has disparado esa lava por los senos,<br />
el pubis como flor desata las exequias,<br />
humedad, silencio que no esconde sus ráfagas.<br />
Me puedo lanzar contra la niebla,<br />
contra el eco perpetuo de las voces,<br />
un grito siguiéndome entre muros,<br />
labio mordido por la llama<br />
(mi fugaz batalla es laberinto<br />
y el aire carga a cuestas con la furia).<br />
¿Qué montaña no protege la avidez al insomnio?,<br />
quebraste mi pasión y la mansedumbre de la cuerda,<br />
conocí los diablos, estallan en la lengua del poeta:<br />
nada tiene de carne, frialdad con agonía,<br />
nadie viola mis aguas,<br />
cualquier cicatriz tiene bufones,<br />
noctámbulos que juegan al suicida<br />
para beberse esa lujuria de palacio.<br />
Interrogo a los dioses hasta el muro,<br />
la cripta de mi voz hecha jirones.<br />
Virginidad, mansalva de los tontos,<br />
yo alucinada frente al minotauro,<br />
a esa bestia que bebe gladiadores,<br />
exige su manzana.<br />
Es verdad, mi costilla no es un horizonte.<br />
35
Voy a cantar la primavera y decir adiós,<br />
bienaventurado de mi sexo,<br />
me espuela este conjuro:<br />
quién sabe si esta noche salgo a borrar las huellas<br />
en esa tempestad que es el destino.<br />
de su libro “<strong>Isla</strong> de Ópera y fantasmas.”<br />
Gloria Cepeda Vargas<br />
Colombia<br />
Violación<br />
Las nueve de la noche<br />
sólo fantasmas y melancolía<br />
rondan la calle.<br />
De pronto<br />
forcejeo<br />
la blusa desgarrada<br />
las sucias manos como escarabajos<br />
la exploran<br />
la desuellan<br />
la siembran desde arriba<br />
la deshilachan como un trapo viejo.<br />
Sólo cinco minutos<br />
para hacerla<br />
la más triste entre todos los tristes de la tierra.<br />
Después de tanto peso<br />
¿cómo seguir andando?<br />
¿cómo poder firmar sin encendernos?<br />
Sólo en cinco minutos<br />
la más triste entre todos los tristes de la tierra.<br />
Alejandra Flores<br />
Guatemala – 1965<br />
Oda a las mujeres civilizadas<br />
A las madres<br />
hijas<br />
esposas<br />
tías<br />
feministas misóginas<br />
acompañantes humanitarias<br />
poetas<br />
amantes<br />
amigas y enemigas<br />
alcohólicas anónimas<br />
monjas<br />
brujas<br />
putas<br />
intelectuales<br />
Todas juntas, unámonos<br />
para descuartizarnos<br />
unas a otras<br />
solidariamente<br />
con el cuchillo lascerante de la palabra<br />
Somos nosotras<br />
las mujeres<br />
Las que engendramos<br />
De "Otra noche en Colombia"<br />
36
a los misóginos<br />
que nos harán vivir la eterna venganza<br />
del desamor<br />
En: Transparencia del mal” FyG Editores, Guatemala, 2004.<br />
Nancy Morejón<br />
La Habana, Cuba - 1944<br />
La rebambaramba<br />
La farola, el ciempiés,<br />
la brújula del tacto<br />
y la comparsa<br />
disuelta hacia el volcán.<br />
Cinturas y cinturas<br />
como puentes colgantes;<br />
jardineras y dandis<br />
sonriendo en la alameda.<br />
La sombrilla en la mano,<br />
la volanta prendida,<br />
el sapo en el portal,<br />
el calesero impávido,<br />
la tumba abierta y cálida,<br />
en el solar perdido.<br />
El cuchillo en la noche,<br />
la tropelía y la clave,<br />
los metales y el hierro,<br />
la furia firme del final.<br />
¿Dónde está<br />
la corneta del loco?<br />
¿Dónde afila su arma<br />
el bastonero de Santiago?<br />
¿Dónde canta,<br />
señor, el mantón de Ma’ Luisa?<br />
¿Y Caridad y Pastora?<br />
¿Dónde canta la conga<br />
su tonada mejor?<br />
Tango, tango real<br />
Todos<br />
somos hermanos<br />
Delia Quiñónez<br />
Guatemala - 1946<br />
Barro pleno<br />
Encinta de sol,<br />
colmada de tu barro limpio y firme<br />
vas trasmutando mi cuerpo<br />
en viva flor que destila rocío tras tu ruta.<br />
Vegetal,<br />
el temblor de mis dedos<br />
trenza cuencas azules<br />
y transitan por tus ojos<br />
leves hiervas de fiebre<br />
37
y fértiles vagidos que me anuncian.<br />
Matriz plena de sol, de Ti,<br />
cuando gritas que mi cuerpo<br />
es un cáliz de substancia amanecida;<br />
de tus manos<br />
cuando aullan tus dedos<br />
y mi piel tan suave...<br />
Matriz de cauce pleno:<br />
...Ni siquiera una rosa colmaría tu abismo<br />
si este sol que te llena se perdiera<br />
en el azul de un ángelus tardío.<br />
Olga Orozco<br />
La Pampa, Argentina – 1920 - 1999<br />
Esfinges suelen ser<br />
buscan una sortija en el desierto, Una mano, dos manos. Nada más.<br />
Todavía me duelen las manos que me faltan,<br />
esas que se quedaron adheridas a la barca fantasma que me trajo<br />
y sacuden la costa con golpes de tambor,<br />
con puñados de arena contra el agua de migraciones y nostalgias.<br />
Son manos transparentes que deslizan el mundo debajo de mis pies,<br />
que vienen y se van.<br />
Pero estas que prolongan mi espesa anatomía<br />
más allá de cualquier posible hoguera,<br />
un poco más acá de cualquier imposible paraíso,<br />
no son manos que sirvan para entreabrir las sombras,<br />
para quitar los velos y volver a cerrar.<br />
Yo no entiendo estas manos.<br />
Sí, demasiado próximas,<br />
demasiado distantes,<br />
ajenas como mi propio vuelo acorralado adentro de otra piel,<br />
como el insomnio de alguien que huye inalcanzable por mis dedos.<br />
A veces las encuentro casi a punto de ocultarme de mí<br />
o de apostar el resto a favor de otro cuerpo,<br />
de otro falso plumaje que conspira con la noche y el sol.<br />
Me inquietan estas manos que juegan al misterio y al azar.<br />
Cambian mis alimentos por regueros de hormigas,<br />
transforman la inocencia en un cuchillo,<br />
perseveran absortas como valvas en la malicia y el error.<br />
Cuando las miro pliegan y despliegan abanicos furtivos,<br />
una visión errante que se pierde entre plumas, entre alas de saqueo,<br />
mientras ellas se siguen, se persiguen,<br />
crecen hasta cubrir la inmensidad o reducen a polvo el cuento de mis días.<br />
Son como dos esfinges que tejen mi condena con la mitad del crimen,<br />
con la mitad de la misericordia.<br />
¡Y esa expresión de peces atrapados,<br />
de pájaros ansioso,<br />
de impasibles harpías con que asisten a su propio ritual!<br />
Esta es la ceremonia del contagio y la peste hasta la idolatría.<br />
Una caricia basta para multiplicar esas semillas negras que propagan la lepra,<br />
esas fosforescencias que propagan la seda y el ardor,<br />
esos hilos errantes que propagan el naufragio y la sed.<br />
¡Y esa brisa incesante que deslizan de la una a la otra<br />
como un secreto al rojo,<br />
como una llama que quema demasiado!<br />
Me pregunto, me digo<br />
qué trampa están urdiendo desde mi porvenir estas dos manos.<br />
Y sin embargo son las mismas manos.<br />
Nada más que dos manos extrañamente iguales a dos manos en su oficio de manos,<br />
desde el principio hasta el final.<br />
38
Moravia Ochoa<br />
Panamá<br />
Caperucita<br />
érase una vez una caperucita<br />
érase un lobo, no yo, no vayas a creer.<br />
Yo creo en ti le dijo la eva suavecita<br />
dándole la manzana<br />
y él en un rapto de arrebatada gratitud<br />
viéndola así tanfemenina y suave<br />
le dijo: poesía eres tú.<br />
En ese tiempo todavía esto era una verdad.<br />
Violeta Luna<br />
Guayaquil, Ecuador -1943<br />
Contradictoriamente .I<br />
Si todo puede ser<br />
todo es posible.<br />
Posible que yo menstrue<br />
la tarde en que me anheles con locura.<br />
Posible que haga sol<br />
el día en que mi alma llueve tanto.<br />
Si todo puede ser<br />
todo es posible.<br />
Posible que de pronto<br />
me caiga sobre el cuello el arco iris<br />
o el filo de un machete.<br />
Posible que en el aire<br />
me llegue la fragancia de un durazno<br />
o el acre desperdicio de un difunto.<br />
Y así como es posible<br />
que llore sonriendo<br />
o ría de dolor con estridencia,<br />
podría ser posible tanta náusea<br />
o tanto malestar en la mirada.<br />
Y yo puedo deciros<br />
que todo me hace mal si está mal hecho,<br />
que todo me produce<br />
un vómito de estrellas amarillas.<br />
Que cuanto más comprendo<br />
más náusea me sube a la cabeza.<br />
Nguyen Bao Chan<br />
Haiphong, Vietnam - 1969<br />
Amor silencioso<br />
Nunca me has visto<br />
soy la suave luz del amanecer.<br />
Tú siempre despiertas más tarde<br />
que mi amor puro.<br />
Tú nunca me has escuchado.<br />
Soy el murmullo de la noche<br />
en los brotes del árbol.<br />
Tú nunca te estableces.<br />
Siempre te hallas en nuevos lugares.<br />
39
Tú nunca me has reconocido.<br />
Los rostros de tantas mujeres<br />
permanecen en tu memoria<br />
ninguna de ellas tiene mi rostro.<br />
Muchos pequeños pétalos<br />
han caído de tu mente.<br />
Uno de ellos soy yo<br />
desde entonces la flor libera su fragancia.<br />
Beatríz Vallejos<br />
Santa Fe, Argentina – 1922 - 2007<br />
ahueca el hombro<br />
aparecido a quién<br />
tizón de crecida<br />
está de seibo la sombra del timbó -Edición especial; 1987<br />
Arabella Salaverry<br />
Costa Rica<br />
Mi voz<br />
Te presto mi voz<br />
hermana<br />
Te presto la escasa lucidez<br />
...de este siglo vestido de torturas<br />
Te presto mareas<br />
por si se te ocurre deshacer las rocas<br />
Te presto lo visceral del grito<br />
de algunos animales<br />
los que habitan el destierro<br />
los que doblan el recodo<br />
del olvido<br />
Te presto también mi voz<br />
para que hablés por ejemplo<br />
de los espejos<br />
donde no se refleja tu impotencia<br />
Para que denunciés<br />
la presencia invisible de tus sueños<br />
Para que nombrés<br />
el pan ausente que frecuenta tu mesa<br />
Te presto mi voz para que hablés<br />
en nombre de los niños borrados<br />
y mencionés<br />
si te parece<br />
su desesperada esperanza<br />
Te presto mi voz para que denunciés<br />
la fría bayoneta de la muerte<br />
invitada imprescindible de las guerras<br />
Te presto lo que tengo y lo que no tengo<br />
Lo que soy y lo que quisiera ser<br />
40
Lo que el tiempo ha dejado de lo humano<br />
lo que los dioses han perdido en el camino<br />
Thelma Nava<br />
México – 1932<br />
Condiciones objetivas<br />
Nacimos diferentes.<br />
Somos muchos y pocos para el grito.<br />
No nos doblegaremos ante nada.<br />
Es la era de Acuario, signo de aire<br />
que arrasará las viejas estructuras.<br />
De: Tlaltelolco 68<br />
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